Tema: Solidaridad
La florcita Magali
Érase una vez una linda florcita que se llamaba Magali.
Era muy delicada y amarillita y se sentía muy feliz
cuando alguien aspiraba su perfume.
Todas las mañanas, tan pronto como el Sol nacía, ella
despertaba, estiraba sus pétalos y desprendía un
delicioso perfume. Todos los que pasaban cerca de Magali
y sentían su olor quedaban felices y se daban cuenta de
que la Naturaleza es un regalo maravilloso de Dios.
Hasta los picaflores y las abejitas quedaban encantados
con la belleza de Magali e iban a visitarla para
alimentarse con su polen y la cubrían de besos en
agradecimiento por el alimento.
Un bello día Magali, que era muy bondadosa, observó que
cerca del árbol donde vivía había una familia de
ardillas con lindas crías hambrientas, que necesitaban
comida para crecer fuertes.
Magali escuchó decir a la mamá Ardilla que era difícil
encontrar frutas para alimentar a las crías porque había
pocos árboles frutales plantados en esa región.
Lamentablemente los hombres arrancaban los árboles para
utilizar la madera y dejaban muchos animales
desprotegidos, sin casa y sin alimento.
Entonces Magali recordó que Jesús nos enseñó a ayudar a
quien lo necesita y tuvo una idea: reunió a todas las
flores que vivían en ese árbol y decidieron que era la
hora de transformarse en deliciosos frutos. A la mañana
siguiente todas las flores se habían convertido en
pequeñas frutas verdes que crecieron y se volvieron muy
maduras para servir de alimento para esas ardillitas,
que así podrían crecer saludables.
En agradecimiento a Dios por el alimento, las ardillitas
guardaron las semillas de las frutas que comieron y las
plantaron para que crecieran más árboles de flores
olorosas y frutos deliciosos, con el fin de que ningún
animal del bosque sintiera hambre nuevamente.
Texto de Carina Comerlato.
Traducción:
Carmen
Morante
carmen.morante9512@gmail.com
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