Indicación de un lector de la RIE que, estudiando el
libro Visión Espírita de un Abanderado (no 2º
Volume), sugirió un abordaje en torno a una frase de
Cairbar Schutel. Como se sabe, la obra en cuestión – en
dos volúmenes – reúne los editoriales del proprio
fundador
de la citada revista durante los años que estuvo al
frente de la publicación. Lanzada en el año del
centenario del periódico O Clarim, en 2005, los
preciosos textos ofrecen substancial material de
investigación y reflexión.
La frase de Cairbar es: “La ignorancia de las cosas
espirituales es la causa de todos los males que afligen
a los hombres”.
Realmente, los prejuicios derivados de esa ignorancia,
aquella de no saber o no comprender, no asimilar, no
estudiar, es la causa mayor de las aflicciones sin
cuenta en la sociedad humana.
La ausencia de esa comprensión de una realidad patente,
aun no percebida por la mayoría de la población que se
debate en dudas, dejándose dominar por posturas egoístas
o seducidas por pasiones variadas, ilusorias, han
generado los ambientes de agresión, violencia de todo
tipo, miseria, corrupción, desespero, guerras
e incluso enfermedades, manipulaciones entre bastidores,
apegos tontos – inclusive de cargos y posiciones –,
ilusiones de posesiones efímeras, disputas interminables
de poder, de herencias y de dominios.
Es por la ausencia de una mentalidad renovada y trazada
por la noción de la inmortalidad que ocurren las
venganzas, las traiciones, los planes criminales, la
retención de recursos que podrían ser utilizados en
favor de tantas causas o incluso la interrupción o
adelantamiento de proyectos que podrían beneficiar a
tantos, en todos los segmentos de la sociedad.
Y más grave es que incluso los que se consideran
cristianos, y por extensión también los espíritas,
cuantas veces somos llevados por ilusiones variadas en
disputas de poderes – aunque sin envolver recursos
monetarios – o seducidos por autopromoción, por el
orgullo y vanidad, destruyendo o impidiendo acciones que
resultarían en beneficios variados, dentro y fuera del
ambiente de las varias denominaciones religiosas,
inclusive la espírita.
La frase en referencia, de Schutel, está en el capítulo “Recapitulando
hechos y principios”, datado de la RIE de enero de 1933,
incluyendo en el libro en cuestión. Son
casi 90 años de la redacción del texto y la ignorancia
continua imperando.
Al final, observese:
a) ¿Qué son las “cosas espirituales”, a que se refirió
Cairbar Schutel? Sobre la ignorancia, como dijimos,
deriva del no saber incluso, del no pensar en el asunto,
de no reflexionar o buscar la realidad estampada
claramente. ¿Pero qué son realmente las “cosas
espirituales”?
No es difícil concluir, hasta por la propria expresión,
que se trata de una realidad más allá de la materia
palpable. Que trasciende y puede ser alcanzada por el
pensamiento, reflexionando en la realidad de la propria
vida, que no se circunscribe a lo que apenas vemos. Hay
más de realidad más allá de los sentidos. Y a pesar de
las investigaciones científicas, serias y consagradas en
esa dirección, ni de ella necesitamos en un primer
examen. Basta pensar que no habría lógica ninguna en la
vida y sus desafios si todo se resumiese en la realidad
fugaz de una existencia, que, por más larga que sea, se
concluye materialmente después de determinado tiempo,
hasta por la fuerza del agotamiento de los órganos que
componen el cuerpo físico.
Mas no es solo eso. La perspectiva que se abre delante
de eso es igualmente inmensa, en base a las influencias
que se nutren mutuamente, entre la vida material y la
espiritual. En vez de inmortales (parece incluso que
hasta nos olvidamos de ese detalle), hay una dinámica
intensa más allá de la tumba, compuesta de los mismos
seres humanos, apenas desprovistos del envoltorio
material.
Se incluyen también en esas “cosas espirituales” el
valor de los sentimientos, de las vibraciones, de las
voluntades, de las memorias, del carácter, de los
efectos y desdoblamientos propios que no se pierden
porque el ser que alimentaba esos predicados dejó el
planeta por el fenómeno biológico de la muerte. Y en la
dimensión original intercambia impresiones con los que
aun están encarcelados en la carne.
El objetivo aqui no es convencer al lector novato en el
asunto. Además, recomiendo ampliar pesquisas con los
libros de Allan Kardec. Lo que se busca, en el modesto
comentario, es destacar la existencia real de algo más
allá de las apariencias y de la fragilidad de la vida
material, que va a constituirse en valores o, como
escribió el autor, “cosas” espirituales.
Y ahí viene la razón del abordaje e incluso el sentido
de la afirmación que generó la presente reflexión:
B) “(...) causa de todos los males.”
Sí, el desconocimiento (sea por no saber, por no querer
saber o incluso no alcanzar exacta comprensión, por
comodismo, indiferencia u omisión) de nuestro origen,
natureza y destino espiritual, es alimentador de una
mentalidad egoísta y orgullosa, que va a generar
indiferencia a la solidariedad que nos debemos
mutuamente. Va igualmente a generar violencia y falta de
respeto – una vez que engañados por la creencia de la
vida única, somos llevados a una disputa feroz por la
posesión de los apegos variados que vamos a permitirnos
e incluso procurar e incentivar –, creando ambientes de
tensiones sin fin, causa de guerras y violencia de todo
tipo. Es causa inmediata de la miseria que asola
poblaciones enteras, justamente por el egoísmo generado
en los que podría mover fuerzas y recursos en favor de
los que carecen, eliminando desvios de recursos que son
utilizados para satisfacción propia. Es también causa de
abortos, suicidios, homicidios y otras agresiones, ya
que ignorando la natureza inmortal, se pierde la noción
de amplitud de la propia vida, que se desdoblará
incesantemente en el tiempo y en el espacio. La
ignorancia de tal realidad aun alimentará tristeza,
dolencias causadas por el acúmulo de vibraciones
viciosas o de la falta de perspectivas, sea por el
desempleo, por las dificultades de todo orden o hasta
incluso por las violencias que se van enfrentando
derivada de otras actitudes alimentadas igualmente por
la indiferencia con el valor de la vida. Enúmerese los
males humanos y se encontrará la causa en la
incredulidad, en el egoísmo alimentado e incentivado –
que agraba el cuadro – de ahí surgiendo disputas y
apegos sin fin. O, en síntesis, en el desconocimiento de
aquellas “cosas espirituales”, que, a su vez, están
saturadas de recursos en favor del bienestar humano, de
la vida saludable, solidaria y compartida – incentivando
la conexión con los altos propósitos de la vida.
A los habituados con esas reflexiones, incluso con
conocimiento acumulado sobre la vieja cuestión de la
inmortalidad, hay dificultades reales en la asimilación
interior, debido a las imperfecciones morales que aun
nos dominan. Incluso así, es tema permanente a
invitarnos a cambiar.
En cuanto a los que ahora toman contacto con tales
perspectivas, queremos sugerir con énfasi que busquen
(lo que también será de gran utilidad a los habituados a
los estudios):
1 – El capítulo 1 de El Libro de los Médiums, con
el sugestivo título ¿Hay espíritus?
2 – La Introducción y la Conclusión de El
Libro de los Espíritus, sin perjuicio de consultas
en toda la obra.
3 – Ítem II de la Introducción de El Evangelio Según
el Espiritismo – Autoridad de la Doctrina
Espírita – Control Universal de la enseñanza de los
Espíritus.
La lectura atenta de esos preciosos textos abrirá un
universo inmenso a la comprensión del lector en cuanto a
las “cosas espirituales”, entusiasmando al lector para
otras pesquisas que amplien el sentido del algo más allá
de las apariencias, cuya ignorancia es causa de las
aflicciones humanas, pues que sin aquellos valores, que
constituyen nuestra propria esencia, perdemos la
referencia en los enfrentamientos y en la mejora de
nosotros mismos, que será decisiva para la alteración
del sufrido panorama humano.
Gratitud al firmante de la RIE, Antonio Andrade, de
Taubaté-SP, que sugirió un abordaje a partir de la
mencionada afirmación de Schutel. Son esas perlas
cogidas en la inmensa cosecha que nos abren perspectivas
gigantescas de reflexión.