|
¿Hay tantas cartas consoladoras? |
|
El fiel médium del Cristo, Francisco Cándido Xavier,
entre tantas formas de ayudar a sus contemporáneos,
reservaba parte de su tiempo colocándose a la
disposición del plano espiritual para que, por su
intermedio, Espíritus recién desencarnados pudiesen
comunicar mensajes y testimonios psicografiados a los
suyos muchas veces desesperados y desconsolados entes
queridos aun permaneciendo encarnados, en la tentativa
de confortarlos, incentivándolos igualmente a no
desistir de las luchas, manteniendo la confianza en Dios,
pues todos los comunicantes continuaban muy vivos,
apenas provisionalmente separados por diferentes
dimensiones de la vida.
A través de la revelación de detalles insospechados de
sus recientemente finalizadas existencias, tales como:
apellidos, palabras y frases en idiomas particulares,
mención a pormenores de objetos familiares, revelaciones
inesperadas, convencían a sus parientes, principalmente
madres, de que los hijos estaban para hablar, ahora del
otro lado de la vida, posibilitando así que hubiese
esperanza de en un futuro próximo ocurriese un
reencuentro entre todos los miembros de la familia.
Incontables familias fueron bendecidas por este correo
del más allá, buscando el doble propósito de calmar a
los que por aquí aun deberían permanecer, pues no habían
aun terminado sus etapas de aprendizaje, así como
permitir que los hijos también se fortaleciesen y se
tranquilizasen, en función de las inquietantes y
frecuentes lágrimas de sus padres, al dar explicaciones
y motivos para la desencarnación muchas veces
aparentemente prematura.
Cuantos suicidios fueron evitados por esta verdadera
gracia de los Cielos, cuando Dios, por sus leyes
misericordiosas, permite este intercambio entre sus
criaturas aun encarnadas con otras ya desencarnadas.
Esta modalidad de trabajo espírita funcionó a pleno
vapor, convirtiendo inclusive a muchos consultantes a
ingresar en las filas espíritas delante de la realidad
revelada por los desencarnados, aunque no fuese esta la
motivación principal de la actividad, en cuanto otros
permanecieron fieles a sus credos, más pasando a tener a
Chico Xavier como un hermano del bien enviado por Dios.
El tiempo pasó, como sabemos Chico desencarnó en 2002,
más su ejemplo fructificó, pues, aun encarnado motivó a
otros serios médiums predisponiéndose también a
transformarse en rápidos carteros de las misivas
espirituales.
Entretanto, algo ocurrió en el movimiento espírita en
relación a este particular tema, considerando la
realidad actual donde hay una profusión de “carteros”, y
por lo que ya se sabe, algunos no son verdaderos
funcionarios de la espiritualidad esclarecida,
considerando que intercambian con Espíritus perturbados
e ignorantes; otros ni siquiera son médiums, con todo,
estos últimos, de modo a compensar la ausencia de la
noble facultad, establecieron verdadera trama con
complices encarnados para levantar pormenorizadas
informaciones de los consultantes relativas a la
relación en el seno de la familia con los recién
transferidos para el plano etéreo, viabilizando así
revelar muchos datos verdaderos del desencarnado.
Hasta los medios televisivos ya conducen materias
cuestionando la veracidad de esta posibilidad, lanzando
una duvida sobre la propia Doctrina, lo que es muy
grave.
Hay una ley económica creada en el siglo XVIII
básicamente estableciendo el comportamiento de la
demanda y de la oferta, en líneas generales preconiza
que siempre que la búsqueda aumenta, la oferta, o
aumenta en la misma proporción para atender la nueva
demanda, o los precios de los productos procurados saben
cuando no se desea aumentar la oferta para atender la
creciente búsqueda, y, por otra, si la búsqueda es
pequeña, los precios caen, o se produce menos, para
manter el precio.
Haciendo un paralelo con nuestra cuestión en examen,
habiendo una búsqueda exacerbada por informes del más
allá, naturalmente se presentan muchos interesados en
actuar como “carteros”, algunos honestos y verdaderos,
con todo, otros engañadores y falsos buscando apenas un
medio más de obtener algún beneficio a costa de los
interesados, una lastima.
Hay dos tipos de consultantes: los no espíritas y los
espíritas.
Se comprende perfectamente la búsqueda de los no
espíritas por las cartas consoladoras, al final, al
“perder” a sus hijos o afectos, echan mano de cualquier
recurso con posibilidad de traer un testimonio de sus
entes queridos, incluso profesando otros credos, alguno
incluso incrédulos de cualquier fe. Es perfectamente
aceptable esta búsqueda, por cuanto, en la
desesperación, viviendo una tristeza y amarguras
profundas, principalmente cuando la desencarnación se da
por un facto incomún, trágico, o familiar echa mano de
cualquier recurso en la esperanza de escuchar palabras
consoladoras, informes esclarecedores o vivos
testimonios de sus amados.
Entretanto, en el caso de los espíritas, es preciso
tener un poco más de criterio, al final, la literatura
espírita muy bien explica, informa, consuela, orienta,
conforta, a través de sus postulados, esclareciendo cómo
funciona el proceso de la llamada muerte. Por los
principios doctrinarios el creyente aprende a no haber
muerte, apenas vida, es informado también sobre la
inmortalidad del alma, pasa a conocer la posibilidad de
la reencarnación, y más, por la moral espírita, o sea,
cristiana, comprende la situación como pasajera por las
enseñanzas de Jesús, y tantas otras sabias lecciones
puestas a su disposición. Todas estas preciosas
informaciones, pueden crear las condiciones para que no
haya inquietud excesiva de aquellos permaneciendo aun
encarnados. Nada es prohibido, con todo, se espera algo
más de los discípulos espíritas del Cristo.
¡¿cuál sería el ejemplo ofrecido a los no seguidores de
la Doctrina, cuando estos observan a los espíritas
procurando avidamente, desconsolados, algunos casi
desequilibrados, informaciones para asegurarse que sus
amados, recién desencarnados, están realmente vivos!?
El espírita conoce la posibilidad de comunicarse con su
ente querido diariamente por el sueño; puede orar por
él, para que sea ayudado por la espiritualidad
esclarecida dentro del merecimiento de cada qual; conoce
las leyes divinas que no desamparan a nadie; entiende
que somos inmortales, siendo así, ¿por cuál razón toca a
la puerta de los médiums dispuestos a ejecutar esta
delicada actividad buscando informes sobre los que jamás
murieron!? ¿Las enseñanzas espíritas no son suficientes
para calmar los corazones afligidos de aquellos que
pasan por esta experiencia, pudiendo ser inclusive una
expiación o prueba? Además de eso, ¿qué esperaría el
espírita conseguir a través de una carta consoladora?
¿Confirmación de que la vida continua? ¿Certeza de que
la muerte no existe?
La actitud de los espíritas debería ser la de paciencia,
resignación, fe, aguardando, caso sea oportuno, la
llegada de una carta del lado de allá, sin ser
solicitada, por ejemplo, de una seria reunión mediúmnica
de la casa en que frecuente o trabaje.
Por lo que se observa actualmente, en parte, el
crecimiento del número de falsos médiums aventurándose a
traer cartas consoladoras se da exactamente por esta
actitud, caracterizada por una búsqueda incomprensible
por parte de religiosos poseyendo todas las condiciones
para aceptar lo ocurrido con serenidad en sus corazones,
entregando a Dios los destinos de sus entes amados. O
sea, hay una demanda anormal.
Entretanto, hay otras razones para afirmar
categoricamente sobre la imposibilidad de existir tantos
médiums trayendo esta cantidad enorme de cartas del más
allá, y estos motivos son presentados a través de
enseñanzas contenidas en la propia Doctrina.
El conocido médium Raul Teixeira psicografió una
excelente obra, entre otras, dictada por Camilo, su guía
espiritual, integralmente volcada a esclarecimientos
sobre el tema de la mediumnidad. Presentada por medio de
una secuencia de preguntas y respuestas, en los moldes
de El
libro de los espíritus,
reproducimos aquí algunos trechos de la respuesta a esta
pregunta:1
69. ¿Hay
siempre alguna posibilidad de que el médium recibiera
noticias o mensajes de los familiares desencarnados de
todos los que lo solicitan?
“Eso sería el caos en las relaciones mediúmnicas. Caos
porque todas las personas gustarían de contactar de
alguna forma con sus “muertos”, y eso no es posible de
modo general e indiscriminado.”
“Hay que tener en cuenta las condiciones en que se
encuentran muchos desencarnados.”
“Debemos considerar las posibilidades de comprensión de
la familia, que no siempre estuvo atenta a esa realidad
irrecorrible de la vida, que es la muerte, [...]. La
desesperación y la ansiedad por noticias de sus
desencarnados no siempre están respaldadas por las
“leyes del mérito.”
“Hay que pensar, aun, en las habilidades mediúmnicas de
quien se presenta con el propósito de llevar mensajes de
los “muertos”. No todo médium psicofónico o psicógrafo
está en buenas condiciones, habilitado incluso, para
actuar en ese correo entre los dos mundos, de modo
eficiente, visto que esa capacidad de filtrar y expresar
los elementos intelectuales, sentimentales y morales de
los traspasados, con propriedad, es una especialidad en
el área mediúmnica.”
“Son raros los médiuns que registran con exactitud, y
poco margen de error, elementos como: nombres y
apellidos, jergas usadas en familia o por el grupo de
amigos al cual era guiado, peculiaridades del trato con
las variadas situaciones de la vida. Eso es porque:
[...] para
comunicarse, el Espíritu desencarnado se identifica con
el Espíritu del médium, esta identificación no se puede
verificar sino habiendo, entre uno y otro, simpatía y,
si así es lícito decirse, afinidad.”2
“Son muy raros, repetimos, esos ejemplares mediúmnicos.”
Como se observa hay varias razones apuntadas por Camilo,
cuestionando este verdadero torrente de cartas
consoladoras siendo traídas del más allá por diversos
“médiums”. Claro hay trabajadores serios, capacitados,
honestos, los cuales a través de disciplinas personales,
construidas por estudio serio de las leyes divinas y
conductas morales exoneradas, se capacitaron para tanto,
siendo así, no pueden ser verdaderos médiums todos estos
diciendose en la actualidad “correos” del más allá, no,
definitivamente no pueden.
Siendo así, querido lector no profesando la fe espírita,
o incluso aquellos que aun no profesa fe alguna, si la
pungente tristeza se hiciera presente en sus
existencias, si la amargura y la añoranza alcanzaran
profundamente sus almas y, de esta forma, no pudieran
aceptar o incluso convivir delante de muertes prematuras
o inexplicables de sus entes amados, esten seguros que
no hay nada demás en buscar las nobles casas imbuídas de
este deseo, sin embargo, observen las instituciones
serias, en que no haya cualquier mención a la posibles
retribuciones por los mensajes recibidos.
Oren, aguarden, y si acaso las condiciones necesarias se
hagan presentes, esta ley de Dios permitirá que les sean
ofrecidos mensajes de esperanza, aceptación y
resignación. Ellos, los llamados “muertos”, seguramente
les dirán no haber sido desamparados, mucho menos
olvidados, continuando vivos. Y para los agraciados con
mensajes del más allá, aprovechen este aumento de
misericordia divina y busquen ilustrarse, estudiando las
obras escritas por Allan Kardec.
A los espíritas, sugerimos meditar detenidamente sobre
los conceptos espíritas, leyendo y releyendo las
explicaciones sobre el funcionamiento de la vida
ofrecidas por la Doctrina de los Inmortales, a
propósito, todos nosotros somos inmortales. Recuerden
que el periodo del sueño, abre un pasaje entre los dos
mundos y si supiéramos como bien adentrarlo por el
hábito continuado de la oración, tengamos la certeza de
que los encontraremos para una vez más dividir nuestras
alegrías en cuanto no llega también nuestra hora de
retornar nuevamente a la vida verdadera.
Referências:
1 TEIXEIRA,
Raul. Desafios da mediunidade. Pelo Espírito
Camilo. 2ª. ed. 1. reimp. Rio de Janeiro: FRÁTER, 2004.
Parte III. q. 69. p.86.
2 KARDEC,
Allan. O livro dos médiuns. Trad. Guillon
Ribeiro. 80. ed. 4. reimp. Rio de Janeiro: FEB, 2012.
cap. 20, it. 227.