Tema: Amistad, libre albedrío
El lagarto Teco
Un bello día, mientras andaba por el tronco de un árbol
del bosque, el pequeño lagarto
Teco hizo un nuevo amigo – la cobra Naji. Ambos
comenzaron a divertirse en las ramas.
Naji se enrollaba, se balanceaba y se estiraba hasta
alcanzar otra rama. Teco no podía hacer nada de eso,
pero era rápido y seguía a su nuevo amigo, admirando sus
movimientos.
- ¡Genial! ¡Naji, eres increíble! ¡Nunca pensé que un
animal sin piernas pudiera hacer tantas cosas!
Naji, orgullosa con el elogio, hizo más contorsionismo
para impresionar al pequeño
lagarto. Jugaron mucho hasta el anochecer.
Al día siguiente, Teco estaba emocionado
por ver nuevamente Naji.
Pensó que repetirían el juego. Pero, en vez de eso, la
cobra propuso otra cosa:
- Ese de allí es el árbol más alto que conozco. Vamos a
ver quién logra llegar hasta la copa primero, ¡hasta la
cima!
El lagarto tenía miedo de subir tan alto. Pero tuvo
vergüenza de decir que no quería. Acabó aceptando, y
comenzaron a escalar.
Naji subía con facilidad, enroscando su cuerpo alrededor
del árbol. Mientras tanto, Teco se estremecía a cada
paso. La cobra se dio cuenta de la dificultad del amigo,
pero continuó subiendo hasta una rama muy alta donde,
satisfecha, se declaró vencedora.
Teco estaba lejos de alcanzar a Naji, pero no le
importó. Se quedó aliviado cuando la competición acabó.
- Ya sé qué podemos hacer ahora. Ven conmigo, Teco.
El bosque estaba sombreado por las copas de grandes
árboles. Pero algunos rayos de sol lograban pasar a
través de las hojas, trayendo luz y calor al interior
del bosque.
Teco, pasando por uno de esos rayos de sol, se detuvo un
poco para sentir el calor del sol y admirar la belleza
de la luz.
- ¡Qué delicioso! ¿Vamos a tomar un poco de sol, Naji?
- No, ¡no me gusta el sol! ¡Vamos, Teco! – refunfuñó la
cobra.
Teco siguió a Naji una vez más. Los dos se quedaron
esperando en una rama. Cuando un tapir pasó debajo,
saltaron sobre su espalda. El pobre se llevó un gran
susto y salió gritando y tropezando.
Naji casi se murió de risa de la reacción del tapir.
Teco, al contrario, no le halló ninguna gracia. Sintió
pena por él y quedó arrepentido, pues pensó que no era
correcto divertirse a costa de otros.
- ¡Ja, ja, ja! ¡Vamos, Teco! Vamos a subir a la rama de
nuevo. Pronto pasará alguien más – dijo Naji, queriendo
repetir la broma de mal gusto.
Pero, esta vez, Teco actuó diferente. Miró
a Naji y, con coraje, dijo:
- No, Naji. ¡No me gusta asustar a los demás! También
tengo miedo de subir a las
ramas muy altas. Ya no quiero hacer esas cosas.
Naji quedó sorprendida por la actitud de Teco, y
respondió grosera:
- Entonces eres muy aburrido, ¿sabes? – y, dándose
vuelta, se fue lejos despreciando a Teco.
El pequeño lagarto se puso triste por la actitud de
Naji. Pensó que ellos podrían hacer cosas que a ambos
les gustara, como amigos de verdad. Pero, después se
conformó, pensando:
- Voy a hacer lo que me gusta y pienso que es lo
correcto. Haciendo solo lo que ella quería, yo no era
feliz.
Teco entonces decidió ir a la ribera de la laguna, donde
hacía bastante sol. Pensó que se quedaría ahí solito,
pero tuvo una agradable sorpresa. Encontró a varios
animales a los que también les gustaba tomar sol.
Teco fácilmente hizo amistad con las tortugas, los
patos, otros lagartos como él, y hasta con los
cocodrilos. Descubrió que había muchos amigos que se
divertían de la misma forma que él.
El pequeño lagarto todavía se consideraba amigo de Naji
y conversaba con ella cuando se encontraban. Pero Teco
escogió que ya no quería hacer cosas peligrosas o
desagradables solo para agradar a alguien.
Teco nunca se arrepintió de esa decisión, pues con eso
encontró amigos de verdad y fue feliz.
Traducción:
Carmen
Morante
carmen.morante9512@gmail.com
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