Tema: Amistad, amor a los animales
Un nuevo amigo
Fabio estaba muy contento. Finalmente, sus padres se
pusieron de acuerdo en darle un perro, que él había
estado pidiendo durante mucho tiempo.
Los animales se convierten en un miembro de la familia,
y necesitan muchos cuidados, cariño y atención. Fabio
ahora era más grande y podría cuidar bien de un perrito.
La perrita de la casa de la vecina tuvo cinco lindas
crías y los niños del vecindario iban a visitarlos todos
los días. Fabio
era uno de los más emocionados.
Adoraba ver a los perritos mamando y durmiendo todos
juntos. Con el pasar de los días, ellos fueron
creciendo, aprendiendo a caminar y comenzaron a jugar
unos con otros.
El niño los observaba tanto que ya los conocía a todos.
Había uno que era más astuto y vivía llamando a su
madre. Otro era más gordito, pues vivía mamando. Otro
era muy inteligente y levantaba la cabecita para mirar a
Fabio tan pronto él llegaba.
Al niño le comenzó a gustar mucho ese cachorrito
inteligente. Era negro, con el pelaje liso y suave. No
tenía una de las patas de atrás, pero aun así podía
correr detrás de Fabio, queriendo jugar a morder su
zapato.
Fue fácil para el niño escoger cuál de las crías sería
su nuevo amigo, pues pronto se encariñó con el cachorro
inteligente, que también parecía estar a gusto con él.
Fabio tuvo que esperar varias semanas para poder llevar
su cachorrito a casa. Él necesitaba quedarse con su mamá
para mamar y crecer saludable.
Un día, cuando Fabio llegó a casa de la vecina, ella
dijo que, según las indicaciones del veterinario, los
cachorritos ya podían dejar de ser amamantados y él
podría llevarse el suyo a su casa.
Fabio no cabía en sí de tanta alegría.
Tomó su cachorrito en su regazo, con cariño, y le habló:
- ¿Vamos a casa, amiguito?
Voy a cuidar bien de ti, ¿sí?
El cachorro lamió la mano de Fabio y los dos se fueron
juntos.
Fabio llamó a su nuevo amigo Milú y cuidó de él con
cariño. Milú creció saludable y feliz. Los dos se
volvieron inseparables. Cuando era hora de que Fabio
llegara del colegio, Milú iba a la puerta a esperarlo y
hacía una gran fiesta cuando Fabio entraba.
Ellos jugaban bastante juntos. Fabio jugaba a la bolita
y Milú la traía de vuelta, y saltaba para comer los
bocaditos que Fabio le tiraba.
Milú era inteligente y obediente. Fabio comenzó a
adiestrarlo y él aprendía rápido. Daba la pata, se
sentaba, traía la bolita y mucho más. Milú movía la cola
feliz y el niño se enorgullecía mucho de su perrito
amigo.
Cuando Milú se enfermaba, Fabio quería faltar al colegio
para no dejarlo solo. Cuando el niño se enfermaba, Milú
intentaba animarlo con lamidas y cariño y se acostaba al
lado de su cama, esperando que Fabio se levantara.
Fabio y Milú eran grandes compañeros. Se divertían
juntos y se querían mucho.
Milú no tenía una pata, pero eso nunca significó una
diferencia para Fabio. Lo importante es que ellos eran
amigos y los dos eran muy felices por tenerse uno al
otro.
Traducción:
Carmen
Morante
carmen.morante9512@gmail.com
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