Tradicionalmente, se considera limosna como una
pequeña cuantía de dinero dada a un mendigo por caridad.
Tal vez pueda considerarse también como limosna la
donación de alimentos, ropas, medicamentos etc. Es
considerada por varias religiones como un acto
caritativo hecho
a los necesitados. En las religiones brámanicas,
limosnas son dadas para beneficiar a los pobres y
agradan a Dios.
Allan Kardec não condenó la limosna, considerándola como
una forma de caridad material. ¡ Kardec creía
que negarsela auxiliar materialmente a aquellos que
precisan de nuestra ayuda, pudiendo hacerlo, es un acto
de extremado y cruel egoísmo, y solicitó, en
innumerables oportunidades, a los miembros de la Sociedad
Parisiense de estudios espíritas, donativos para
socorro de emergencia a víctimas de tragedias climáticas
u otras calamidades. ¡¡
Nuestra actitud, por tanto, ante todo comportamiento de
ayuda debería ser, como regla general, favorable y
optimista, considerando que toda acción en el bien es un
bien en sí mismo. Recuerda Emmanuel que la
caridad es sublime en todos los aspectos bajo los cuales
se nos revele y en circunstancia alguna debemos olvidar
la abnegación admirable de aquellos que distribuyen pan
y hospedaje, medicamento y socorro para el cuerpo,
aprendiendo la solidariedad y enseñándola.¡¡¡
Lo que se discute entre estudiosos espíritas son algunos
aspectos vinculados a la limosna, particularmente si el
socorro material debe darse de forma incondicional y
confusa – sin mirar a quien, o si debería acompañarse de
un exame crítico y especial de cada situación en
particular.
Dos posturas pueden ser identificadas. La primera es la
postura de los que piensan que la limosna como
manifestación de la compasión debe dispensar el
raciocínio lógico y se debe donar a aquel que nos pide
de forma espontánea, libre e incondicional - un acto de
amor al prójimo, manifestación de la bondad espontánea
que debe existir en todos nosotros. Reconocen la
importancia de ofrecer al infortunado elementos para la
superación de las causas de la pobreza, mas no
concuerdan en racionalizar la ayuda material. Algunos
dicen, justificándose: ¡Hago mi parte! ¡Si el falso
mendigo obra equivocadamente es problema de él!
La segunda postura se identifica en los que juzgan que
dar limosnas indistintamente puede inducir a la pereza y
a la explotación ajena, especialmente cuando son dadas
libremente, en las calles, y afirman que la ayuda real
debería estar enfocada en ofrecer instrucción, trabajo
digno, apoyo moral – auxiliar al necesitado a salir de
su condición de pobreza o miseria a partir del propio
esfuerzo. Según esa forma de pensar, la limosna debería
ser dada ocasionalmente, en situaciones de emergencia.
¿Cómo se posicionaba Allan Kardec delante de ese debate?
La cuestión no nos parece haber sido totalmente resuelta
entre los Espíritus que se manifestaron a nuestro
codificador, pues identificamos mensajes mediúmnicos que
caminan ahora en una, ahora en otra dirección, aunque
Kardec, aparentemente, poseyese una posición bien
definida al respecto. Destacamos en ese particular el
mensaje La caridad, firmado por Vicente de Paul y
publicado en la Revista espírita de julio de
1858. En el séptimo párrafo, el autor pone: Cuando
dejarais que vuestro corazón se abra a la suplica del
primer infeliz que os extiende la mano; cuando le
dierais algo, sin cuestionar si su miseria no es
fingida o si su mal proviene de un vicio de que
dio causa; cuando abandonaras toda la justicia en
las manos divinas; cuando dejarais el castigo de
las falsas miserias al Creador; cuando, por fin,
praticarais la caridad únicamente por la felicidad que
ella proporciona y sin preguntar por su utilidad,
entonces sereis los hijos amados de Dios y él os atraerá
a sí.
Los pensamientos subrayados por nosotros dialogan con la
primera postura - el socorro material incondicional.
Están presentes en el texto las ideas de socorrer
materialmente sin cuestionar, sin investigar la causa,
sin cuestionar la legitimidad del pedido ni su utilidad.
Kardec parece no haber consentido totalmente con las
ideas presentadas. Después del mensaje, el codificador
dialoga con la entidad, de la siguiente forma:
Kardec:
- Se puede entender la caridad de dos maneras: la
limosna propriamente dicha y el amor a los semejantes.
¿Cuándo dijiste que era necesario que el corazón se
abriese a la suplica del infeliz que nos extendiese la
mano, sin cuestionarnos si no sería fingida su miseria,
no quisiste hablar de la caridad del punto de vista de
la limosna?
Vicente de Paul –
Sí; solamente en ese párrafo.
Kardec:
- Dijiste que era preciso dejar a la justicia de Dios la
apreciación de la falsa miseria. Nos parece, entretanto,
que dar sin discernimiento a las personas que no tienen
necesidad, o que podrían ganar la vida con un trabajo
honesto, será estimular el vicio y la pereza. Si los
perezosos encontrasen abierta con mucha facilidad la
bolsa de los otros, se multiplicarían al infinito, en
perjuicio de los verdaderos infelices.
Vicente de Paul:
– Podéis discernir a los que pueden trabajar y,
entonces, la caridad os obliga a hacer todo para
proporcionarles trabajo; entretanto, también existen
falsos pobres, capaces de simular con habilidad miserias
que no poseen; es para los tales que se debe dejar a
Dios toda la justicia.
Observamos, por lo visto, que Kardec asume una actitud
contradictoria ante el pensamiento de la entidad,
cuestionandola en cuanto a la real validez de prestarse
un socorro material a aquellos que podrían costearse a
sí mismos: [...] dar sin discernimiento podría
estimular el vicio y la pereza. Añade Kardec que los
perezosos se multiplicarían al infinito, en perjuicio de
los verdaderos infelices.
Queda evidente por el texto que Vicente de Paul
reflexiona sobre la colocación de Kardec y hace un
reparo en relación a la colocación previa: podeis
discernir los que pueden trabajar. Para estos, la
entidad propone, en la respuesta a Kardec, una acción
promotora del trabajo digno, sensibilizándolos para tal
y auxiliándolos en ese cometimiento.
El pensamiento kardecista se identifica con el
entendimiento de los especialistas en asistencia social
y promoción humana, según el cual la limosna no
dignifica o promueve al ser humano, funcionando, muchas
veces, como estímulo a la indolencia. En Brasil,
centenas de secretárias municipales de asistencia social
trabajan en el sentido de esclarecer a los ciudadanos en
cuanto a la mejor actitud ante el mendigo,
desaconsejando la práctica generalizada de la limosna.
En São Paulo se verificó que un niño
consigue ganar, una media de, R$ 500 por mes en los
semáforos de la ciudad. Indagan los especialistas: ¿Así,
será posible sacarlo de la calle?[v]
Cuando psicólogos evolucionistas estudian la evolución
de los grupos sociales humanos, particularmente en el
largo periodo de nuestra pre-historia, ellos se deparan
con el “problema del tramposo o aprovechador”,
individuos que no contribuyen, más usufructuan de lo que
es generado por la acción colectiva. v¡
Uno de los trazos más importantes en nuestra psicología
dice respecto a nuestro funcionamiento social, en
particular nuestra capacidad de trabajar en equipo.
Exceptuando los insectos sociales que, por impositivo
genético, sirven a la colonia, ese comportamiento
colectivo raramente es visto entre los animales.
Así que nuestros antepasados dejaron los árboles, hace
cerca de 7 millones de años, nuestra propia existencia
dependió de la capacidad de trabajar juntos. Fue esa
necesidad de acción colectiva que produjo el más
importante cambio psicológico que nos permitió prosperar
en la savana, más allá de solo sobrevivir. En algunos
momento de nuestra historia evolutiva, nuestros
ancestrales se unieron en la defensa colectiva, y, a
partir de ahí, todos pasaron a tener mayor oportunidad
de sobrevivencia. Individuos en grupos que aprendieron a
trabajar en cooperación tenían una enorme ventaja.
Porque, anatómicamente, nuestra especie es un fiasco:
corremos y saltamos mal, no poseemos dientes afilados y
garras potentes para el ataque y defensa, nuestra
infancia es la más larga y más frágil del reino animal,
y, no obstante, somos, hoy, la especie más bien-exitosa
del planeta. Debemos eso a la unión de esfuerzos por el
bien colectivo.
No obstante, existe una gran amenaza a la cooperación:
el parasitismo, o la tendencia a huir del trabajo pesado
y, al mismo tiempo, compartir los beneficios. Como
evolucionamos para cooperar unos con los otros, también
desenvolvemos un sistema de detección de tramposos y una
fuerte reacción emocional a aprovecharnos, manteniendo
la armonía grupal a través del desenvolvimiento de un
sentido particular de justicia.
La más poderosa arma de que se valían nuestros
antepasados para combatir al tramposo y al perezoso era
el ostracismo. Ser expulsado de un grupo de hombres
primitivos era una sentencia de muerte, en un mundo
tremendamente hostil. Por esa razón, nuestros
ancestrales desenvolvieron rápidamente una fuerte
reacción emocional a la amenaza de ser echado fuera del
grupo o perder su valor delante de las parejas. Eso
explica, en nuestra sociedad contemporánea, la
insuperable necesidad de ser bien-vistos y valorados
delante de los otros. El rechazo social es algo
increiblemente doloroso.
El castigo al aprovechador y al tramposo fue esencial al
notable desenvolvimiento de la especie Homo sapiens, y,
hoy, es el motor maestro en la manutención de una vida
social razonablemente estable.
Ese sentido de justicia inexiste entre nuestros primos
más próximos, los chimpancés y son responsables por
comportamientos aparentemente altruistas, mas, que, en
verdad, denotan profundo atraso evolutivo.
Para ejemplificar, consideremos lo que ocurre cuando los
chimpancés cazan macacos. La caza a los macacos es una
de sus pocas actividades colectivas, porque los macacos
tienen mucha dificultad en escapar cuando los chimpancés
vienen de todos los lados. Mas incluso cuando los
chimpancés cazan en grupo, no todos se envuelven.
Algunos permanecen sentados, perezosamente observando el
caos alrededor. Cuando la caza termina ellos comparten
las presas, comida rica en calorías. Lo que sorprende es
que los que quedaron apenas observando ganan también su
pedazo de carne. Sus colegas chimpancés hacen poca o
ninguna distinción entre omisos y colaboradores.
Claro contraste se observa con los humanos, incluso
niños de cuatro años prestan mucha atención en quien
ayuda y quien no ayuda. Cuando obtienen dulces por
trabajar en equipo, se esconden de aquellos que no
ayudaron, mas comparten con los que ayudaron. Cuando son
obligados a dividir también con los perezosos, ellos
dicen: - ¡Eso no es justo!
Eso puede no parecer muy amistoso – podría hasta incluso
ser un comportamiento a ser desestimulado: al final,
compartir es caritativo -, pero, de un punto de vista
evolutivo es determinante. Animales que no hacen
distinción entre colaboradores y espectadores nunca
tendrán la capacidad de crear y sustentar equipos
eficaces.
Otro ejemplo, aun más impresionante, lo encontramos en
el relato de la primatóloga Jane Goodall, cuando
observaba chimpancés en Gombe, Tanzania. Melissa es una
chimpancé que había acabado de tener un hijito. Pasion
es otra chimpancé del grupo de Melissa. Pom es la hija
adolescente de Pasion y ambas son psicopatas violentas.
En cierto final de tarde, Melissa, con su bebé de tres
semanas, se encontraba en una rama de un árbol bajo,
cuando Pasion y Pom la atacaron violentamente, con
golpes y mordiscos, dejándola atontada.
A seguir, tomaron el bebé y lo comieron sin que la
madre, que acompañaba impotente la escena, nada pudiendo
hacer. Quince minutos después de la perdida del bebé,
Melissa se aproximó a Pasion. Las dos se encararon;
después Melissa arañó el brazo y Pasion tocó su mano
ensangrentada. En cuanto Pasion continuaba alimentándose
del bebé, Melissa comenzó a cuidar de sus propias
heridas. Su rostro estaba muy hinchado, las manos
heridas, el trasero sangrando mucho. Luego Melissa
nuevamente estendió la mano para Pasion y las dos
féminas se dieron las manos brevemente.
Lo que más perturba a los biólogos que examinaron ese
hecho no fue el canibalismo en sí, pues ocurre
ocasionalmente entre chimpancés, sino el hecho de
Melissa haberse reconciliado tan rápidamente con sus dos
asesinas. Peor aun, ese no fue un incidente aislado.
Pasion y Pom continuaron matando y comiendo recién
nacidos en su grupo durante años. Probablemente, las
otras madres reaccionaran en gran medida como Melissa,
luchando con todas las fuerzas durante el ataque, mas
después aceptando el destino y no haciendo nada al
respecto. No hacer nada al respecto de aquellos que se
valen de un comportamiento antisocial en beneficio
propio no es buena estrategia en la manutención de una
colectividad saludable.
Un ejemplo reciente de “problema del aprovechador” se
encuentra en ganaderos y pescadores del pántano de
Poconé, Mato Grosso.vii En el año de 2013 la
colonia de pescadores contabilizaba cerca de 400
pescadores profesionales. Ser registrado como pescador
daba a ellos algunas ventajas, de entre ellas recibieron
un salario mensual durante los meses de noviembre a
febrero, cuando era prohibida la pesca por causa de la
escasez. Mas durante el periodo de la escasez, incluso
recibiendo el salario, muchos pescadores pescan por la
noche, escondidos, y ofrecen los peces con altos precios,
en derivación de la falta del producto en esta época del
año. Por otro lado, muchos individuos que tienen
profesiones o incluso a las esposas de los pescadores
son registrados como pescadores profesionales para tener
acceso a la beneficencia.
Pues bien, en enero de 2015, el gobierno decidió volver
a ver todos los beneficios ofrecidos, porque verificó
que en algunas ciudades del norte del país había más
pescadores que moradores.
En El Evangelio según el Espiritismo, viii Kardec
se vale de la expresión profesionales de la
mendicidad al referirse a aquellos individuos que
hacen de la buena voluntad ajena un medio de vida,
manteniéndose al margen del trabajo digno, como reales
parasitos sociales. Kardec no pregona insensibilidad o
indiferencia ante esas personas, sino querer mostrar que
la estrategia de ayuda debe ser otra, ya que
atendiéndolos simplemente en su ruego no sería la mejor
forma de ayudarlos.
Kardec admite que se deba considerar, en ciertas
situaciones, la responsabilidad personal de aquellos que
vienen a mendigar, por poco esfuerzo, actitud
explotadora o acomodada a la propia suerte, sin negar,
todavía, que la sociedad también es responsable por esa
condición, por no haberles promovido, a través del
esclarecimiento y buen ejemplo, una identificación con
los valores éticos de la dignidad, responsabilidad y
fraternidad humana. Recuerda Kardec que si una buena
educación moral les hubiera enseñado a practicar la ley
de Dios, no habrían caído en los excesos causantes de su
perdición ix Al referirse a los verdaderos
infelices, Kardec reconoce la necesidad de que la
sociedad asuma los cuidados de aquellos que se
encuentran sin condiciones mínimas de cargar con los
costes de la propia sobrevivencia material. En la falta
de la familia, compete a la sociedad: el fuerte debe
trabajar para el débil. No teniendo este familia, la
sociedad debe hacer las veces de esta. Es la ley de
caridad. x
Importante señalar que, en la época del codificador, la
providencia social, como órgano de socorro y asistencia
al enfermo y anciano, no existía. Los primeros
institutos de providencia social surgieron bien depués
de la muerte de Kardec, a finales del siglo XIX,
inicialmente en Alemania y luego después en otros países
de Europa. Así, los enfermos y ancianos que estuviesen
imposibilitados de proveer su propio sustento quedaban
en la dependencia de la caridad ajena. No había
jubilación por edad o dolencia, seguro de salud,
apartamiento remunerado para tratamiento de salud y
otros servicios sociales hoy existentes en practicamente
todos los países del globo.
Concluímos recordando que, curiosamente, Kardec publica,
posteriormente, el mensaje de Vicente de Paul, en El Evangelio
según el Espiritismo, cap. 13, ítem 12, suprimiendo
del texto el párrafo aludido por nosotros.
i Viaje espírita en
1862 - Discursos pronunciados en las reuniones
generales de los Espíritas de Lyon y Bordeaux III y
Revista espírita, 1862/ Septiembre - Una reconciliación
por el Espiritismo.
ii Revista Espírita -
Jornal de estudios psicológicos – 1862/ Febrero -
Suscripción en favor de los operarios lioneses; Revista
espírita – 1863/ Enero - Suscripción en favor de los
operarios de Rouen; Revista espírita – 1866/ Noviembre -
Suscripción en favor de los inundados.
iii Fonte Viva,
cap. 60.
iv Gilberto Dimenstein
na Folha de São Paulo, 10/04/2005.
v Gilberto Dimenstein na Folha
de São Paulo, 10/04/2005.
vi A evolução
improvável, William Von Hippel.
vii Manual de
Psicologia evolucionista, Yamamoto.
viii ESE, cap. 13, item
4.
ix LE, item 889.
x LE, item 685-a.