Tema: Bondad
La perrita Cindi
En una pequeña ciudad vivía una perrita callejera. No
tenía casa y, por eso, andaba por las calles buscando
comida. Era muy dócil y retribuía, moviendo la colita,
los pocos mimos que recibía de vez en cuando.
En la misma ciudad vivía el Señor José. Un día, la
perrita pasó frente a su tienda y se detuvo delante de
la puerta. El Señor José, notando su cuerpo delgado y su
mirada triste, tuvo pena y juntó un poco de comida para
darle.
Después de comer todo, ella agradeció al Señor José
moviendo la colita con satisfacción, y continuó su
caminata.
Al día siguiente, la perrita apareció nuevamente en la
puerta del Señor José. Y una vez más, él le trajo un
poco de comida.
- Aquí, pequeña. Traje agua para ti también – dijo él,
ofreciéndole un tazón con agua fresca.
El Señor José decidió adoptar a la perrita. La llamó
Cindi, y los dos se volvieron los mejores compañeros.
Cindi se quedaba con el Señor José mientras él trabajaba
en la tienda, y después de que él cerraba las puertas
los dos iban juntos a casa.
Una mañana, después de caminar con Cindi hasta la
tienda, el Señor José se sintió mal, débil y mareado.
Buscó apoyarse, pero se desmayó y cayó en el piso,
detrás del mostrador.
Cindi se asustó. Le lamió la mano, intentando
despertarlo, pero no sirvió.
La tienda estaba abierta, pero sin clientes. No había
nadie cerca que pudiera ayudar. Cindi corrió por la
vereda y se puso a ladrar muy alto. Un hombre que pasaba
por ahí notó el comportamiento extraño de la perrita.
Ella, al darse cuenta de que había llamado la atención
del hombre, corrió hacia el interior de la tienda y
continuó ladrando.
El hombre se detuvo delante de la entrada sin entender
lo que pasaba con el animalito que iba y venía desde
atrás del mostrador, aún ladrando mucho. El hombre entró
en la tienda y fue hacia el mostrador, curioso por
descubrir lo que perturbaba a la perrita. Fue entonces
que vio al Señor José echado en el piso.
Rápidamente, el hombre llamó a una ambulancia y le dio
la asistencia que podía. Pronto la ayuda llegó y el
Señor José fue atendido. El Señor José despertó y,
mientras se recuperaba, el hombre le informó cómo Cindi
había pedido ayuda.
La perrita se quedó al lado del Señor José todo el
tiempo. Él extendió su mano hacia ella y, acariciando la
cabeza de Cindi, dijo:
- Gracias, Cindi. Pensé que tú eras quien siempre
necesitarías mi ayuda.
Cindi no comprendió las palabras del Señor José, pero
sintió su cariño y movió la cola, como siempre hacía.
El Señor José, después de eso, tuvo que hacerse algunos
exámenes. Pero él y Cindi vivieron bien, juntos y
felices, por muchos años.
Traducción:
Carmen
Morante
carmen.morante9512@gmail.com
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