Espiritismo para
los niños

por Marcela Prada

 

Tema: Sintonía


En la entrada de la ciudad


Hace mucho tiempo atrás, en la entrada de una pequeña ciudad, estaba un viejo sentado bajo un árbol. Era el Sr. Jeremías, que acostumbraba a quedarse ahí observando la naturaleza y las personas que pasaban de vez en cuando, y junto a él su nieto Josías, que jugaba a su alrededor.

El abuelo reparó que se acercaba un hombre cargando una maleta y algunas otras pertenencias. Al llegar a la entrada de la ciudad, el desconocido se sintió aliviado al ver que su caminata llegaba a su fin. Buscando información y también unos minutos de descanso, comenzó a conversar:

- ¡Hola! Llego con la intención de vivir en esta ciudad de aquí en adelante. Vengo de un lugar muy malo, donde solo había gente mala, mucho trabajo y pocas oportunidades de ocio. ¡No voy a extrañar nada ni a nadie de allá!

El viejo Jeremías lo miró y respondió:

- ¡Sea bienvenido! Qué bueno que vengas a vivir entre nosotros. Pero lamentablemente, debo decirle que, probablemente, va a encontrar aquí lo mismo que en su ciudad natal: insatisfacción y personas de convivencia difícil. ¡Pero le deseo buena suerte y espero que eso no suceda!

El hombre, después de intercambiar algunas palabras más, cogió sus cosas y continuó su camino, pues todavía tenía que conseguir un lugar para pasar la primera noche.

Jeremías y Josías continuaban ahí, aprovechando ese lugar calmado y bonito donde les gustaba pasar las tardes.

No pasó mucho tiempo y otra persona se acercó. Era otro hombre, que llegaba también a la ciudad, en las mismas condiciones que el primero. Viendo al viejo, comenzó a conversar:

- ¡Hola! Soy nuevo en esta ciudad. Tengo la esperanza de ser feliz aquí. Vengo de un lugar muy bonito, donde tengo familiares y amigos queridos, a los cuales voy a extrañar. Pero necesito una nueva oportunidad de trabajo.

- ¡Sea bienvenido! – respondió Jeremías. - ¡Qué bueno que vaya a vivir aquí entre nosotros! Nuestra ciudad es muy bonita. Probablemente hará buenos amigos aquí y encontrará mucha satisfacción en su trabajo.

Los dos conversaron por algunos minutos más, después el recién llegado agradeció y se fue.

Josías, que había escuchado las dos conversaciones del abuelo, preguntó intrigado:

- Abuelo, estoy confundido. Nuestra ciudad, al final, ¿es buena o mala? ¿Aquí vive gente mala o amigable? ¿Las personas son felices o tristes? ¿Por qué le mintió a uno de los hombres, ya que les dijo cosas diferentes a los dos?

- Nieto mío, te voy a explicar algo – dijo el viejo. – En todo lugar, existen cosas buenas y malas. Existen personas y oportunidades buenas y malas. Cada uno encuentra aquello con lo que sintoniza, o sea, encuentra cosas que se parecen a lo que piensa y el tipo de sentimiento que cultivan. Para que una persona sea feliz, es más importante su mundo interno que las condiciones externas que va a encontrar. Por eso no le mentí a ninguno de ellos. A menos que ellos cambien, tendrán aquí la vida que ya tenían en sus ciudades. ¿Entendiste?

Josías pensó un poquito y después dijo que sí con la cabeza. Jeremías sonrió. Ellos se abrazaron con cariño, y volvieron a casa.


 

Traducción:
Carmen Morante
carmen.morante9512@gmail.com


 


Material de apoio para evangelizadores:

Clique para baixar: Atividades

marcelapradacontato@gmail.com




 

     
     

O Consolador
 Revista Semanal de Divulgação Espírita