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La Naturaleza
no da saltos |
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“El
Espiritismo y la Ciencia se completan reciprocamente: la
Ciencia, sin el Espiritismo, se encuentra en la
imposibilidad de explicar ciertos fenómenos solo por las
leyes de la materia; al Espiritismo, sin la Ciencia, le
faltarían apoyo y comprobación.” (Allan Kardec, en “La
Génesis”, capítulo I, ítem 16, pg.21, 35ª Ed., FEB,
DF/Brasília.)
Ciencia
Charles
Darwin (1809-1882), famoso naturalista inglés creó la
regla del “gradualismo biológico” (evolucionismo) y, a
lo largo de su gran obra-prima, el libro "El Origen de
las Especies" (1859) citó siete veces la expresión
latina Natura non facit saltum (La Naturaleza no
da saltos).(1) Darwin defendía el gradualismo
filético, esto es, que la evolución se da por medio de
pequeñas transformaciones en el transcurso de diversas
generaciones de los seres vivos, configurando, por tanto,
un proceso evolutivo lento y continuo.
Hecho es que,
desde entonces, hay discusión científica entre filósofos,
los cuales, basados en la física cuántica dan como
evidentemente incorrecta la frase "la naturaleza no da
saltos", en cuanto hay científicos que al contrario,
como Darwin, son gradualistas (evolución gradual).
El gradualismo
El
gradualismo biológico, propuesto por Darwin, en su
referido libro, argumenta que la evolución procede por
pequeños cambios sucesivos, y no por grandes saltos.
Tal
afirmación contrarió la visión religiosa de entonces,
porque se apartaba de la tradición criacionista la
presencia de un creador todo-poderoso, omnisciente —
¡Deus!
El saltacionismo
En biología,
saltacionismo representa cambio repentino en determinado
organismo, de una generación para otra.
Antes de
Darwin, la mayoría de los defensores de la evolución
eran saltacionistas. Algunos defendían, por ejemplo, que
las aves se originaron a partir de los dinosaurios, por
saltación; otros citaron el 6º dedo de los osos pandas,
solo de ellos, no de los demás osos; otros más, biólogos,
propusieron la aparición repentina de varias especies,
con largos períodos sin cambios en los organismos
fósiles. Difícil la comprobación de esa tesis, en
algunos casos siendo eso debido a la inexistencia de
registros fósiles.
Nota: Reflexiono que los contradictores de los
pensadores darwinianos tal vez se alabasen en los
ejemplos de la civilización, esta, sí, evolucionó sin
saltos, progresando siempre, paulatinamente. Por
ejemplo: de las cavernas a las actuales coberturas; de
las carrozas y carros de bueyes a los lujosos vehículos
de las marcas “Ferrari” o Lamborghini; del avión 14-bis
al modernísimo A350 XWB, de la Airbus; de la canoa
rústica al inmenso transatlántico; de la flecha a la
bomba de hidrogeno; de los impedimentos electrónicos a
los modernos PC, smartphons o smartTVs; de las
cataplasmas y bendiciones a la medicina nuclear.
La lista es
infinita...
Algunos naturalistas, incluso con respecto a Darwin,
continuaron saltacionistas, mas proponiendo
combinaciones con el gradualismo darwiniano.
Esa
posición, a lo que me parece, pacificó la discusión...
Tanto que,
actualmente, hay aceptación de que, tratandose de
“saltos” — salto, aquí, significando evolución —, en la
Naturaleza ocurren las dos vertientes: gradualismo
(evolución filética gradual) y saltacionismo (después de
determinados acontecimientos naturales ocurren
significativas alteraciones — los desastres geológicos,
por ejemplo).
En cuanto
soy laico, me posiciono en esta tercera alternativa,
esto es, aceptación de ambos hechos en la Naturaleza:
gradualismo y saltacionismo...
Con absoluta
incapacidad de siquiera arriesgar tecnicamente
argumentos a favor o contra saltos biológicos en la
Naturaleza, dejo a los especialistas sus diferenciadas
opiniones, ciertamente distinguidas.
Cerrando
estas reflexiones, amparadas por mis pesquisas en la
literatura espírita y algunas en Google (conocimientos
enciclopédicos instantáneos), restó establecido que:
Algunos
autores sugieren que los escenarios evolutivos del
gradualismo y saltacionismo, biológicos, no son
mutuamente exclusivos. Por otro lado, ambos deben ser
evaluados y teniendo en cuenta para explicar la
complejidad y la enorme diversidad de seres orgánicos.
Espiritismo
Si las
ciencias se ocupan de la parte material del
evolucionismo biológico, la Doctrina de los Espíritus,
de forma transcendente, concibe moral evolutiva, no
apenas la biológica, mas también y principalmente la
evolución espiritual — del hombre y de los animales.
Todo, todo, subordinado a Leyes Divinas.
Evolución humana
Soy simple
investigador.
Por eso,
apelo para Kardec, que se preocupó con los temas:
progreso material (de la civilización, de los pueblos) y
progreso espiritual, recibiendo de los Espíritus que lo
sustentaron en la Codificación del Espiritismo múltiples
informaciones, tales como: Justicia Divina,
reencarnación (vidas sucesivas), mediumnidad, etc. (Más
allá de oír a Kardec, consulté también obras espíritas,
sobre la Evolucion).
En “El Libro
de los Espíritus”, de Allan Kardec, en la parte tercera,
en once capítulos se encuentra el entendimiento de las
“De las leyes morales — De ley divina o natural”.
Resalto que apenas tal sección de esa estupenda obra
literaria ya expuse, con detalles, lo que la Doctrina de
los Espíritus enseña sobre la existencia terrena, el
resplandor de todo lo que Dios creó, máxime como debe la
Humanidad evolucionar: el hombre, por la reencarnación
(vidas sucesivas).
Kardec, en
posesión de las informaciones de los Espíritus
protectores sobre esas Leyes, pedagogicamente elaboró
diez “Leyes Divinas”, de entre ellas, las “Ley de la
destrucción” (transformación) y la “Ley del Progreso”.
Para mí, es
cristalino el entendimiento de que, periódicamente, por
las citadas Leyes ocurren “choques de gestación Divina”
para el progreso de la Humanidad, esto es, reduciendo
los términos: la Naturaleza da “saltos”, sí.
Cito abajo
tres ejemplos:
1º - El
Decálogo, con Moisés;
2º - La
venida de Jesús (!), encarnado, trayéndonos las
primicias del Reino de los Cielos (Amor/Caridad/Perdón);
3º - La
Codificación del Espiritismo, con Allan Kardec, en
18/04/1857, con el lanzamiento de El Libro de los
Espíritus (“El LE”).
Esos
bendecidos acontecimientos, para mí, representaron tres
impresionantes “saltos” en la evolución espiritual de la
Humanidad.
Registro
abajo otros tres ejemplos de “saltos” en la Naturaleza,
esos, registrados en El Libro de los Espíritus (“El LE”)
— (vea la expresión “de tiempos en tiempos”, repetida):
● Cuestión
737 (de la Ley de Destrucción): Por medio de los
flagelos destruidores Dios hace a la Humanidad progresar
más deprisa. (...) Esas subversiones, sin embargo, son
frecuentemente necesarias para que más pronto se de el
advenimiento de un mejor orden de cosas y para que se
realice en algunos años lo que habría exigido muchos
siglos;
● Cuestión
783 (de la Ley del Progreso): Hay el progreso regular y
lento, que resulta de la fuerza de las cosas. Cuando,
sin embargo, un pueblo no progresa tan deprisa como
deberá, Dios lo sujeta, “de tiempo en tiempo”, a una
sacudida física o moral que lo transforma;
● Cuestión
789: (de la Ley del Progreso) - (...) “De tiempo en
tiempo” surgen en el seno de la Humanidad hombres de
genio que le dan un impulso; vienen después, como
instrumentos de Dios, los que tienen autoridad y, en
algunos años, la hacen adelantarse a muchos siglos.
En el libro
“Evolución en dos mundos”, del autor espiritual André
Luiz, psicografia criteriosa y credibilísima del añorado
Chico Xavier, compartida con Waldo Vieira, 1ª Parte,
cap. VI, Evolución y Sexo, ítem “Genealogía del Espíritu”,
pg. 52-53, 11ª Ed., 1989, Ed. FEB, Brasilia/DF, sobre la
evolución humana, desde la creación del “Principio
Inteligente”, consta que:
(...) Con la
Supervisión Celeste, el principio inteligente gastó,
desde los virus y las bacterias de las primeras horas
del protoplasma en la Tierra, más o menos quince
millones de siglos, a fin de que pudiese, como ser
pensante, todavía en fase embrionaria de la razón,
lanzar sus primeras emisiones de pensamiento continuo
para los Espacios Cósmicos. (!)
Evolución de los animales
En este
artículo no profundizaré sobre la evolución de los
animales y de las relaciones misteriosas que existen
entre ellos y el hombre. El tema es por demás complejo y
“el punto inicial del Espíritu es una de esas cuestiones
que se prenden al origen de las cosas y de que Dios
guarda el secreto. Dado no es al hombre conocerlas de
modo absoluto” (“El LE”, q.613).
Es que,
entre los espíritas hay incontables y serias opiniones
personales de estudiosos, pró y contra el pensamiento de
que los animales estacionan en los reinos minerales,
vegetal y animal, antes de la promoción al racional.
Repito: con
opiniones personales...
Repaso, del
pasaje, profunda información constante del citado libro
“Evolución en dos mundos”, del Espíritu André Luiz, 1ª
Parte, cap. IX, “Evolución y cerebro”, pg. 67-68:
La
girencefalia (característica de los cerebros con
circunvoluciones y mayor área del córtex; ejemplo:
cerebro de los primates) y la lisencefalia (condición de
cerebro sin circunvoluciones, lo que resulta en pequeña
área cortical), obedecen a tipificaciones trazadas por
los Orientadores Mayores, en el extenso dominio de los
vertebrados, preparando el cerebro humano con la
estratificación de lentas y múltiples experiencias sobre
la vasta clase de los seres vivos. A la manera de niños
tiernos, internados en un jardín de infancia para un
aprendizaje rudimentario, animales nobles desencarnados,
a destacarse de los núcleos de evolución fisiopsíquica
en que se agrupan por simbiosis, acogen la intervención
de instructores celestes, en regiones especiales,
ejercitando los centros nerviosos.
Y en el cap.
XVIII – “Evolución y destino”, del mismo libro, en la p.
212:
(...)
Nombraremos al perro y el macaco, el gato y el elefante,
el mulo y el caballo, como elementos de vuestra
experiencia usual, mas ampliamente dotados de riqueza
mental, como introducción al pensamiento continuo.
Aun sobre la
promoción del irracional a la racionalidad (de animal al
hombre) encamino al lector al libro “A Camino de la
Luz”, de Emmanuel/F. C .Xavier, cap. II, ítem La gran
transición, pg.31, 13ª Ed., 1985, Ed. FEB, Brasília/DF,
donde, en síntesis, consta:
(...) Los
descubrimientos de la Paleontología, en cuanto al hombre
fósil, son un atestado de los experimentos biológicos a
que procedieron los propuestos de Jesús, hasta fijar en
el “primate” las características aproximadas del hombre
futuro. (...) “Las huestes de lo invisible operaron una
definitiva transición en el cuerpo periespiritual
pre-existente, de los hombres primitivos, en las
regiones siderales y en ciertos intervalos de sus
reencarnaciones...”.
Veo aquí,
salvo mejor juicio, pista para entendimiento sobre el
llamado “eslabón perdido” de los biólogos y
naturalistas, nunca encontrado en la Tierra: él no se
procesa en la Tierra y sí en el mundo espiritual, por
geneticistas celestes...
Ahora,
acoplando las informaciones de Kardec, Emmanuel y André
Luiz, no permite a los espíritas cualquier duda de que
el hombre procede del animal.
Conclusión
La
expresión La Naturaleza no da saltos, para mí,
debe ser entendida como opinión personal de filósofos,
biólogos y demás estudiosos de la Naturaleza,
refiriéndose al progresso material, lento, sin embargo
permanente. En ese enfoque, se encuadra todo el
progresso humano, científico en particular en el siglo
XX, de la Edad de Piedra al siglo XXI. Si la mirada de
la Historia fuera echada tan solamente a la biología, o
a la civilización, aun así no se aplica del todo.
Eso es
porque el progreso moral, de toda la Humanidad, solo
será alcanzado por la suma del progreso espiritual de
cada ser humano, respetadas integralmente todas las
Leyes Divinas, incluidas por Dios en la conciencia de
los Espíritus, uno a uno..
Para tanto,
la Divina Providencia concede a cada ser humano la
bendición del libre-albedrío, de la conciencia y de la
inteligencia continua, más allá de los medios necesarios
para realizar su progreso espiritual.
La decantada
y sublime regeneración planetaria ocurrirá, pues,
dependiendo de como el tiempo será administrado y vivido
en el Bien, Espíritu a Espíritu, o sea, por nosotros...
(1)Natura
non facit saltum (“La
Naturaleza no da saltos”), Frase latina atribuida a
Gottfried Wilhelm Leibniz (1646-1716), filósofo y
matemático alemán, o al naturalista y médico sueco Carl
von Lineu (1646-1778).