Espiritismo para
los niños

por Marcela Prada

 

Tema: Ley de Destrucción


La lección de la naturaleza


Beto estaba pasando las vacaciones en casa de su primo Luisito, que vivía en el campo. Le gustaba visitar a Luisito siempre que podía, pues con él se divertía y aprendía cosas nuevas, como andar a caballo, ordeñar vacas, subir a los árboles, cuidar a los animales y otras cosas.

Una tarde, los niños estaban andando a caballo, cuando Luisito dijo, preocupado:

- Tenemos que regresar, Beto. ¡Va a llover fuerte!

Beto no estaba acostumbrado a darse cuenta de las señales de la naturaleza. Solo después de que su primo habló se dio cuenta de que había comenzado a soplar un viento frío. En el cielo, nubes oscuras se iban acercando rápidamente y a lo lejos ya se veían algunos rayos. Las aves y otros animales parecían agitados y ruidosos.

Los dos niños tomaron el camino a casa e hicieron correr a los caballos. Apenas llegaron, Luisito corrió para ayudar a sus papás a llevar a los animales hacia el establo. Después, todos entraron en la casa y cerraron las ventanas.

Fue justo a tiempo, porque, nada más entrar, cayó la lluvia. El cielo quedó iluminado por muchos rayos, seguidos de truenos que llegaban a asustar. El viento, por ser tan fuerte, sacudía todo y hacía que las plantas se tumbaran.

La mamá de Luisito hizo galletas de lluvia y calentó la leche para que los niños tomaran un lonche. Después de que la lluvia acabó, salieron a dar una vuelta.

No muy lejos de la casa, un árbol había caído, dejando las raíces fuera de la tierra.

- ¡Qué pena! – dijo Beto, subiendo al tronco del árbol, que estaba ahora echado en el piso. – Es impresionante cómo el viento consiguió arrancar un árbol grande como este, ¿no?

- En verdad, este árbol ya era viejo, Beto. Su tronco ya estaba corroído, no iba a durar mucho tiempo más. La lluvia solo completó el trabajo. Pero mira estos plantones, ¿ves? – dijo Luisito, apuntando con el dedo. – Son plantones de este mismo árbol. Ahora van a tomar el sol y crecer más rápido. Van a sustituir al árbol viejo.

Beto se admiró con la explicación de Luisito. En vez de solo ver un árbol caído, veía también la renovación que sucedería.

Más adelante, cuando llegaron a la orilla del río, Beto notó:

- ¡Oh! ¡Mira cómo cambió el color del agua! Está marrón. El agua está llena de barro.

- Sí, pero va a estar así por pocos días, luego el agua va a estar limpia de nuevo. Esa tierra que vino dentro del río trajo nutrientes para las plantas acuáticas, que protegen y alimentan a los peces – explicó Luisito.

Los niños continuaron la caminata y llegaron hasta el pomar.

- ¡Oh! Mira, Luisito, cuántas frutas caídas. El fuerte viento las arrancó todas. ¡Qué desperdicio!

- Bueno, en verdad, las frutas que cayeron ya estaban por lo menos un poco maduras. Es desperdicio para la gente, pero las pacas, las cotias y otros animales que no suben a los árboles van a aprovechar bastante este banquete de frutas en el piso.

El cielo ya estaba claro de nuevo y el sol del atardecer brillaba entre las nubes. Luisito vio un arcoíris y se lo mostro a su primo.

- ¡Qué lindo! – dijo Beto, admirado. – Aprendí que el arcoíris se forma por el paso de la luz del sol en las gotas de las nubes. Y por eso normalmente aparece después de la lluvia.

De regreso a casa, vieron al papá de Luisito encima del tejado, arreglando y cambiando algunas tejas que se habían desplazado con el viento. Los niños cogieron el martillo y unos clavos grandes y se dispusieron a ayudar.

Cuando la noche llegó, la familia entró a la casa. Beto, en su cama, pensaba en el aprendizaje de que ese día de lluvia fuerte le había dado.

Estaba acostumbrado a ver solo destrucción y suciedad después de una tempestad. Pero ahora había entendido que, en muchas situaciones, es necesario un cambio, para que nuevas y buenas oportunidades puedan surgir.


 

Traducción:
Carmen Morante
carmen.morante9512@gmail.com


 


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