Tema: Ley de Destrucción
La lección de la naturaleza
Beto estaba pasando las vacaciones en casa de su primo
Luisito, que vivía en el campo. Le gustaba visitar a
Luisito siempre que podía, pues con él se divertía y
aprendía cosas nuevas, como andar a caballo, ordeñar
vacas, subir a los árboles, cuidar a los animales y
otras cosas.
Una tarde, los niños estaban andando a caballo, cuando
Luisito dijo, preocupado:
- Tenemos que regresar, Beto. ¡Va a llover fuerte!
Beto no estaba acostumbrado a darse cuenta de las
señales de la naturaleza. Solo
después de que su primo habló se dio cuenta de que había
comenzado a soplar un viento frío. En el cielo, nubes
oscuras se iban acercando rápidamente y a lo lejos ya se
veían algunos rayos. Las
aves y otros animales parecían agitados y ruidosos.
Los dos niños tomaron el camino a casa e hicieron correr
a los caballos. Apenas llegaron, Luisito corrió para
ayudar a sus papás a llevar a los animales hacia el
establo. Después, todos entraron en la casa y cerraron
las ventanas.
Fue justo a tiempo, porque, nada más entrar, cayó la
lluvia. El cielo quedó iluminado por muchos rayos,
seguidos de truenos que llegaban a asustar. El viento,
por ser tan fuerte, sacudía todo y hacía que las plantas
se tumbaran.
La mamá de Luisito hizo galletas de lluvia y calentó la
leche para que los niños tomaran un lonche. Después de
que la lluvia acabó, salieron a dar una vuelta.
No muy lejos de la casa, un árbol había caído, dejando
las raíces fuera de la tierra.
- ¡Qué pena! – dijo Beto, subiendo al tronco del árbol,
que estaba ahora echado en el piso. – Es impresionante
cómo el viento consiguió arrancar un árbol grande como
este, ¿no?
- En verdad, este árbol ya era viejo, Beto. Su tronco ya
estaba corroído, no iba a durar mucho tiempo más. La
lluvia solo completó el trabajo. Pero mira estos
plantones, ¿ves? – dijo Luisito, apuntando con el dedo.
– Son plantones de este mismo árbol. Ahora van a tomar
el sol y crecer más rápido. Van a sustituir al árbol
viejo.
Beto se admiró con la explicación de Luisito. En vez de
solo ver un árbol caído, veía también la renovación que
sucedería.
Más adelante, cuando llegaron a la orilla del río, Beto
notó:
- ¡Oh! ¡Mira cómo cambió el color del agua! Está marrón.
El agua está llena de barro.
- Sí, pero va a estar así por pocos días, luego el agua
va a estar limpia de nuevo. Esa tierra que vino dentro
del río trajo nutrientes para las plantas acuáticas, que
protegen y alimentan a los peces – explicó Luisito.
Los niños continuaron la caminata y llegaron hasta el
pomar.
- ¡Oh! Mira,
Luisito, cuántas frutas caídas. El fuerte viento las
arrancó todas. ¡Qué desperdicio!
- Bueno, en verdad, las frutas que cayeron ya estaban
por lo menos un poco maduras. Es desperdicio para la
gente, pero las pacas, las cotias y
otros animales que no suben a los árboles van a
aprovechar bastante este banquete de frutas en el piso.
El cielo ya estaba claro de nuevo y el sol del atardecer
brillaba entre las nubes. Luisito vio un arcoíris y se
lo mostro a su primo.
- ¡Qué lindo! – dijo Beto, admirado. – Aprendí que el
arcoíris se forma por el paso de la luz del sol en las
gotas de las nubes. Y por eso normalmente aparece
después de la lluvia.
De regreso a casa, vieron al papá de Luisito encima del
tejado, arreglando y cambiando algunas tejas que se
habían desplazado con el viento. Los niños cogieron el
martillo y unos clavos grandes y se dispusieron a
ayudar.
Cuando la noche llegó, la familia entró a la casa. Beto,
en su cama, pensaba en el aprendizaje de que ese día de
lluvia fuerte le había dado.
Estaba acostumbrado a ver solo destrucción y suciedad
después de una tempestad. Pero ahora había entendido
que, en muchas situaciones, es necesario un cambio, para
que nuevas y buenas oportunidades puedan surgir.
Traducción:
Carmen
Morante
carmen.morante9512@gmail.com
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