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Acción del bien sobre el último despropósito de
las sombras |
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Un rápido análisis de la historia humana muestra
claramente que la Tierra siempre fue palco de
beligerancia. Heterogéneos en cuanto al adelantamiento,
imperfectos en su mayoría, los hombres protagonizan, sin
plena conciencia de eso, una larga lucha para imponer
unos sobre los otros su voluntad y su dominio,
normalmente por la fuerza. Hay aquellos para quien la
vida solo tiene sentido si todos andarán para el frente.
Hay no obstante, los que promueven atentados al progreso,
que luchan para mantener supremacia y control de sus
“feudos”. A pesar de eso, han habido periodos de natural
avance y la humanidad camina, si no en la velocidad
deseable, al menos en lo posible.
Osadía sobre la flaqueza
En una especie de libre interpretación de la cuestión
932 de El Libro de los Espíritus, en que se
cuestiona el hecho de los malos sobrepujarán a los
buenos, podemos decir que los métodos seguros, más
tímidos, de los buenos, se apoyan en la paciencia y en
el trabajo del tiempo para avanzar. Ya la estrategia del
mal es instintiva, osada, y coge sus resultados sobre la
flaqueza de los buenos. Por ser silencioso y discreto,
el trabajo del bien es poco notado. Su “adversario”,
todavía, tienen en el escándalo su mayor fuerza. El
grado de dificultad obstaculiza la expansión del bien.
El mal gana terreno fácil con los vicios morales. La
historia universal registra episodios de uno y de otro
en la trayectoria del hombre sobre la Tierra.
Inteligencia al servicio del bien y del mal
Eventos extraordinarios, en algunos momentos, hicieron
pensar que la humanidad breve alcanzaría la madurez
civilizadora. En contrapartida, la condición perversa
del hombre jamás dejó de actuar, y materializa tragedias
inhumanas que averguenzan su pasado y también su
presente. El bien es capaz de producir fenómenos
increibles para la más alta inteligencia. Más el buen
sentido dice que no se debe menospreciar la capacidad
del mal, que sabe utilizar esa misma inteligencia en
favor de sus intereses.
El origen del bien y del mal se confunde con el inicio
del proceso de autonomía del ser a través del uso del
libre-albedrío. Bien y mal nacen de la acción moral del
hombre. O sea, sus acciones serán buenas o malas, en la
medida en que estuvieran o no en conformidad con las
leyes de Dios, según la conceptuación espírita. Se
concluye que Dios no creó el mal, el surge de las
elecciones del Espíritu.
En el plano individual, el espíritu protagoniza buenas y
malas acciones. Pero, en función de las preferencias
continuadas, va elaborando en sí un revés que lo hace
inclinar más para un lado que para el otro. La ley de
afinidad y el instinto gregario lo hacen asociarse a
grupos de convivencia, en que predominan valores del
bien o del mal.
En la caminata inmadura de evolución del individuo,
errores y aciertos se mezclan, más “El bien es siempre
bien y el mal siempre mal, cualquiera que sea la
posición del hombre; la diferencia está en el grado de
responsabilidad”, dice la pregunta 636 de El Libro de
los Espíritus. Bien y mal precisan ser conocidos
para que el Espíritu adquiera la experiencia y comprenda
las consecuencias de uno y de otro (pregunta 634, del
mismo libro).
La sofisticación de las estrategias
El bien procura expandir sus acciones constructivas,
perfeccionando métodos de actuación para obtener
eficacia, lo que es muy natural. Por su lado, los
agentes del mal encuentran justificaciones y medios para
alcanzar sus objetivos. El mal en sí no evoluciona. Sus
elementos para enredar son siempre los mismos – egoísmo,
ambición, intriga, odio, corrupción. Sabe aprovechar las
oportunidades que los hombres inconsecuentes le ofrecen,
sea en lo menudo del día a día, sea en el fomento de
crisis amplias y periódicas. Han sido así a través de
los siglos. Sin embargo, las estrategias de disimulación
para engañar y dominar se ha sofisticado mucho. La
explosión tecnológica y la globalización de todo, si por
un lado traen beneficios, por otro ha facilitado la
actuación de los materialistas antiéticos, tal vez hasta
más de lo que las corrientes preocupadas con el bien
esten del ser humano y del planeta. La aplicación de la
psicología de masas volcada para determinados fines se
desenvuelve mucho en la segunda mitad del siglo 20 y,
asociada a las nuevas tecnologías, han servido a causas
no siempre nobles.
Hombres sin rostro
Sabemos que hay en el mundo hombres ambiciosos e
insaciables que, solos, en grupos u organizaciones,
actúan para usufructuar de ventajas exclusivas, y que
buscan mantener hegemonia sobre los bienes de la tierra
(en el concepto espírita), en detrimento de todo lo que
no les interesa. Ellos siempre existirán en todas
partes. Hoy, en el mundo globalizado, como si no
tuviesen rostro, forman parte de un sistema, que Allan
Kardec llamó en el libro La Génesis, en 1868, de
“coyuntura”: “Son aquellos – dice Kardec – cuyos
intereses materiales están ligados a la actual coyuntura
y que no están adelantados lo suficiente para de ellos
abrir mano, pues el bien general importa menos que su
bien personal – quedan aprehensivos al menor movimiento
reformador. La verdad es para ellos una cuestión
secundaria, o, mejor dicho, la verdad para ciertas
personas está enteramente en aquello que no les causa
ningún transtorno” (¹).
Sus decisiones tácitas repercuten en todo el planeta.
Fríos e impiedosos, tienen a su servicio innumerables
personas y núcleos por el mundo que, consciente o
inconscientemente, piensan y obran con los mismos
propósitos, muy pragmáticos y totalmente desapegados de
la ética. Son individualistas voraces y usurpadores.
Según ellos, hay siempre una buena causa por detrás de
sus acciones. Más acaban hiriendo hondo las estructuras
institucionales y los más sagrados derechos y valores de
la humanidad, en nombre de mucho dinero y poder.
Los hombres de aquí asociados a los “hombres de allá”
Los que “comandan”, tanto como los “comandados”, no
están solos. Escepticos, no perciben una falange de
seres invisibles que los acompañan, complices en la
destrucción de vidas y sueños. Encarnados y
desencarnados se aproximan por la afinidad y se
comunican entre sí. Una simbiosis los alimenta. Obrando
en esencia con las mismas motivaciones, eligen sus áreas
de actuación y se inmiscuyen en la política, religión,
ciencia, educación, arte, moda, deporte,
entretenimiento, haciendo al mundo creer en símbolos,
imágenes, colores, palabras, slogans, sofismas,
metódicamente estudiados y escogidos para atontar,
eludir y dominar las mentes, manteniéndolas “trabajando”
en la perpetuación de sus privilegios, placeres y
preconceptos.
Los Espíritus Superiores dijeron a Allan Kardec que la
influencia de los Espíritus sobre los pensamientos y
acciones de los hombres es tan grande, que muy
frecuentemente son ellos que los dirigen (pregunta 459, El
Libro de los Espíritus), aunque eso no exima unos y
otros de responsabilidad sobre sus propios actos. Lo que
de bien resultara de esa influencia constituirá mérito y
progreso para los Espíritus, así como las consecuencias
de las malas relaciones pesarán en la conciencia de los
envueltos.
Las envestidas cíclicas
El propósito de este texto es reflexionar un poco sobre
el problema ya entrevisto por Kardec en 1868, bastante
agravado actualmente, derivado de las condiciones de
miserabilidad moral de la humanidad, y que persistirá
hasta que sus causas sean desaparecer por el proceso de
regeneración a que ella está sujeta. Infelizmente, las
crueles envestidas de las tinieblas parecen ser cíclicas
en la historia humana. La última de ellas fue en el
periodo de las dos grandes guerras (1914-18 y 1939-45).
Cuando se conocen los bastidores de esos conflictos y
las ideas que se propagaron en el medio de algunos
pueblos, se ve que el plan de sus idealizadores era
verdaderamente atentar contra el mundo. Por poco, el eje
nazifascista de la segunda guerra no concretó su locura.
Más, delante de tanta osadía de las fuerzas oscuras de
la humanidad, vimos la voluntad de Dios prevalecer. A
partir de ahí, el mundo se desenvolvió con rapidez y
pasó a preocuparse con nuevos valores humanitarios que,
de algunas décadas para acá más intensamente, vuelven a
correr serios riesgos.
El enfrentamiento de ideas
Los cambios tocan a la puerta, los tiempos son llegados.
Allan Kardec dice: “el pasado no satisface más a las
nuevas aspiraciones y necesidades” de la humanidad; “hay
una inevitable lucha entre las ideas”; “Nosotros
presenciamos esa transformación, el conflicto que
resulta de la lucha de las ideas contrarias que procuran
implantarse; unas marchan con bandera del pasado, otras,
con la del futuro”; “Hay, entre tanto, los que son
esencialmente refractarios a esas ideas (nuevas),
incluso entre los más inteligentes” (...). (²)
Las ideas nuevas llevan al hombre en la dirección de la
libertad, igualdad y fraternidad. La reacción contra
ellas pretende mantener el mundo injusto, dividido y
cruel. El momento es de decisión y elección, que
acabarán influyendo sobre el futuro de todos.
Claro que debemos reportarnos a Dios, pues solo Él podrá,
con su misericordia, encaminar soluciones de tal
magnitud. Más es justo pensar que conociendo los
problemas, podamos, por lo menos en el ámbito individual
tomar medidas de precaución, de cambios, de corrección
de rumbo en nuestras vidas.
El saneamiento espiritual en curso
Miramos a nuestra vuelta, vemos personas, niños,
animales, la naturaleza, soreímos en medio de tantas
cosas bonitas que vivimos, y no conseguimos creer que el
hombre tenga ese lado tan malo. Aun, la historia, los
hechos, muestran la realidad. La doctrina espírita
explica, con todo, que depende del propio hombre
transformar en luz su lado oscuro, que nada más es que
imperfección en estado bruto.
La conciencia crítica de individuos y grupos sobre su
responsabilidad en la construcción del mundo que se
quiere, hará presiones cada vez mayores a ese sistema
materialista e incrédulo que causa tanto mal. Es preciso
se contraponga a el con el conocimiento y las
informaciones que alerten a las personas sobre el
sentido de la vida y el significado espiritual de vivir
en el mundo.
Si las poblaciones sufren la influencia de ese dominio
perverso de los poderosos, gran parte de ellas estarán
dispuesta a luchar por la preservación de sus valores
naturales si fuera estimulada a eso. Espiritualistas de
todo el mundo afirman que la humanidad inicia una nueva
etapa de su educación. El Espiritismo anuncia que está
en curso un saneamiento espiritual en el planeta, que
consiste en la no permanencia en la Tierra de los
espíritus deliberadamente dedicados al mal. Es un
proceso relativamente lento, más continuo, al punto de
permitir aquí apenas la reencarnación de espíritus
interesados en progresar en regimen de solidariedad.
Las estructuras del mal comienzan a estremecer
Es importante notar que esa fase del proyecto referente
a los destinos de la humanidad, aplicado por Jesús de
Nazarét y las altas esferas de la espiritualidad,
coincide con la percepción que se tiene actualmente de
que las estructuras que mantienen de pie el edificio del
egoísmo y de la ambición en la Tierra comienzan a
estremecer. Los señores “de las reglas y normas”
globales que imponen miseria y dolencia, ignorancia y
odio, violencia y miedo, que perjudican poblaciones
enteras, no están tan tranquilos así. Regímenes,
sistemas, métodos, comienzan a ser desacreditados. Se
comienza a pensar en un nuevo orden global en que las
necesidades humanas sufran intromisión no solo de las
normas políticas y económicas, más de todos los
elementos que componen la vida integral del hombre en la
Tierra: lo social, cultural, moral y espiritual.
El recrudecimiento de toda especie de males, la
exacerbación de lo que hay de peor en el hombre, indican
que las fuerzas del mal agonizan, reaccionan y
posiblemente intentan jugar su último despropósito para
manuntención del desorden en el mundo. Por otro lado,
los movimientos de resistencia del bien señalizan que
las simientes de amor plantadas a lo largo del tiempo
por los que siempre creerán en Dios, ya se desenvuelven
y no lejos comenzarán a dar frutos.
El mal se cansa, el bien se fortalece
Escritos antiguos, tradiciones y profecías seculares
afirman que esa “batalla” tendrá un fin. Al final, el
mal se cansa, se agota, se diluye con los siglos y los
dolores, al contrario del bien, que solo se renueva, se
amplia, se fortalece y envuelve todo en luz. Hombres de
pensamiento y buen carácter, comprometidos con la
reorganización de la humanidad en bases de amor, también
confían en la victoria del bien. En verdad, cuanto más
vivimos, cuanto más avanzamos en sabiduría, más
conocemos a Dios. Más y más comprendemos que la obra
magnífica que Él instaura perpetuamente en el universo
solo puede irradiar claridad, pureza, paz infinita.
Siendo así, las tinieblas precisarán desistir de su
lucha sin gloria que, desde el inicio, estuvo
predestinada al fracaso. Sus agentes deberán retirarse
de la Tierra y un día, sabe Dios donde, ellos mismos se
transformarán en luz, pues luz y sombra son partes del
mismo principio.
Más aun no serán esos cambios suficientes, a no ser para
estabilizar y calmar los medios terrestres. La
revolución moral del conocimiento espírita es que,
cambiando el hombre a través de las reencarnaciones,
cambiará el mundo.
Bibliografia:
(¹) Allan
Kardec, A Gênese, capítulo XVIII, item 24, FEAL,
2018, (itálico do original).
(²) Allan
Kardec, A Gênese, capítulo XVIII, itens 11, 8,
30, 24, FEAL, 2018.
Allan Kardec, O que é o Espiritismo,
capítulo III, item 129, 130 e 131, FEB.
Allan Kardec, O Livro dos Espíritos,
livro terceiro, capítulo I, O bem e o mal, LAKE.
Allan Kardec, A Gênese, capítulo
III, O bem e o mal, FEAL, 2018.
Sugestión de lectura:
Hermínio C. Miranda, El médium del Anticristo,
artículo en Reformador (FEB), marzo/abril de 1976.
Artículo publicado también en Las dos fases de la
vida, Editora Lachâtre, 2005.