Tema: Buenos hábitos
Educando la voluntad
- Hora de la lectura, hijo – llama la mamá.
Como de costumbre, Bento reclama antes de apoyar la
cabeza en el regazo de la madre para iniciar la lectura.
En silencio, la mamá acaricia el espeso cabello del
hijo, mientras escucha la narración.
- ¿Por qué necesito leer, mamá? ¡Sabes que no me gusta!
- Hijo, nadie en el mundo puede hacer solamente lo que
le gusta. Debemos hacer lo que es útil y necesario para
nosotros. Con la lectura aumentas tu vocabulario,
adquieres más conocimientos, aprendes a escribir mejor y
encima puedes divertirte y viajar por el mundo a través
de la lectura.
- ¡Pero es aburrido hacer lo que no nos gusta! – se
queja Bento.
- Al principio puede ser un poco molesto. El secreto es
pensar en el lado positivo de las cosas. Hay algunas
tareas del hogar que no me gusta hacer, pero pienso en
ti, en papá, en cuánto los quiero a ustedes dos y todo
se vuelve más fácil. A tu padre, por ejemplo, no le
gusta jugar a las cartas, pero como tus tías lo adoran,
juega para darles esa alegría.
La mamá continuó:
- ¿Te acuerdas de ese día, hijo, cuando la profesora
pidió frases para poner en el mural de la escuela? Tú
estabas leyendo “El Principito” y llevaste la frase “Lo
esencial es invisible a los ojos”. ¡Qué bella
contribución pudiste dar! ¡Y qué felicidad sentiste! De
eso estoy hablando, hijo, de prepararse para la vida,
ampliar tus horizontes con actividades variadas. A veces
nos cuesta algún sacrificio o esfuerzo. Eso pasa, pero
el conocimiento adquirido queda para siempre, e incluso
puede ayudar a otras personas.
El niño escuchaba atentamente.
- De aquí a algunos años, Bento, comprenderás todo lo
que te estoy diciendo y estarás feliz por haber dejado
el malhumor de lado y sumergido tu corazón en la
lectura. Todas las tareas que tu papá y yo te damos son
para tu bien: aprendes a ser una persona de bien y a
conocer los verdaderos valores para tener una vida
mejor.
Bento no dice nada, y la mamá concluye.
- No necesitas responder hijo, solo piensa en todo lo
que escuchaste.
Bento continuó la lectura y la mamá se dio cuenta de
que, de alguna manera, sus palabras habían tocado el
corazón de su hijo. Ella estaba segura de que estaba
sembrando amor, y que el tiempo se encargaría de
florecer.
(Texto de Lúcia Noll)
Traducción:
Carmen
Morante
carmen.morante9512@gmail.com
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