Tema: Respeto
El Amarillo
Existen muchos colores en el mundo. Y todos son
especiales. Ellos ayudan a dejar las cosas más bonitas,
a diferenciarlas y a transmitir mensajes.
Todos los colores son importantes. Pero hubo un tiempo
en que el Amarillo no era muy bien visto por los otros
colores. Unos lo hallaban muy extravagante, y otros
pensaban que era feo.
Sin ningún respeto, los otros colores vivían diciendo:
“No quiero estar cerca del Amarillo. ¡No combina con mi
belleza!”
“¿A quién le gusta el Amarillo? Lo mejor que puede hacer
es mezclarse con el rojo para volverse naranja.”
“¿Te diste cuenta cómo el Amarillo deja las cosas feas?
No es de extrañar que no haya casi nada de ese color.”
“Vive queriendo llamar la atención. Siendo tan feo, ¡no
debería ser tan exhibicionista!”
Eran tantos los comentarios maliciosos que el Amarillo
poco a poco empezó creer que de verdad era inferior a
los demás colores. El
Amarillo se sentía rechazado y
despreciado por todos.
Un día, cansado de esa situación, decidió no trabajar
más. No quería aparecer más, ni dar color a nada más.
Cuando supieron que ya nada más sería amarillo, a los
otros colores no les importó. Incluso les pareció bueno.
Y así, las cosas que eran amarillas pasaron a tener otra
tonalidad. Y el mundo empezó a cambiar.
En poco tiempo, no se veían más canarios amarillos en
las ramas de los árboles.
Una gran variedad de lindas flores, como orquídeas,
dalias, crisantemos, tulipanes, rosas, margaritas,
girasoles y muchas otras perdieron su colorido y parte
de su belleza.
Algunos árboles, como las sibipirunas, los ipés y las
acacias, también sufrieron la pérdida de sus vistosas
flores amarillas.
La vista de los campos de trigo amarillentos, meciéndose
con el paso del viento, dejó mucha nostalgia.
Los pollitos y los patitos, que antes eran vistos a lo
lejos, pareciendo pompones esponjosos siguiendo a sus
madres, ya no eran amarillos.
La señal de alerta de los semáforos ya no llamaba más
tanta atención.
El oro, metal tan precioso que embellecía las joyas
preciosas, ya no relucía como antes.
Pero lo peor de todo es que el Sol, el astro rey que
ilumina y da vida a nuestro planeta, ya no era amarillo.
Los rayos del sol que invadían las ventanas no tenían
más el mismo color, ni el mismo brillo, y ya no traían
tanta calidez.
Eso cambió el paisaje de la Tierra. Todo pasó a volverse
más sombrío y triste, con menos variedad. Ningún otro
color lograba sustituir al Amarillo y colorear las cosas
exactamente como él lo hacía.
Las personas, los animales, las plantas y hasta los
otros colores comenzaron a darse cuenta de la belleza y
la importancia que el Amarillo tenía. Por todas partes,
comenzaron a hacer comentarios deseando que volviera.
Y fueron tantos los lamentos, tanta nostalgia y tantos
pedidos, que el Amarillo volvió.
Ese día, todos se alegraron con su presencia,
embelleciendo, dando brillo y destacando las cosas como
solo él sabía hacer.
Y fue así como los otros colores aprendieron que todos
los que fueron creados por Dios son únicos e
importantes. Cada uno tienen un papel que realizar en el
mundo.
Y, sabiendo eso, pasaron a respetarse y vivir en
armonía, felices para siempre.
Traducción:
Carmen
Morante
carmen.morante9512@gmail.com
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