Desencarnados
que se
manifestan en el
ambiente
genuinamente
espírita,
valiendose de
aspectos de
“negros-viejos”,
“indios”,
“mestizos indios”
, “cuervos” y
“del mismo
género” ,
contaminados de
artificios
extraños,
comunicando
oralmente como
trabados del
verbo y de la
voz, a veces
hasta cojeando,
inflingiendo
trayectos
excentricos y
desbordadas
lecciones de
moral, vía
desconjuntadas
características
físicas que
poseían “en
otras vidas”,
seguramente son
manifiestos de
entidades en la
camaredía de
espacios no
acordados con
sus naturezas
atávicas y
patrones de
creencias.
Sobre eso, Allan Kardec aclara en las obras
fundamentales, sobre todo, en El Libro de los
Médiums, que el Espíritu que conserva algunas
características fisiopsicológicas de la vida material y
actúa cual si fuese un “Guía” entre los encarnados, en
verdad se trata de un “espírito simplón”.
Y no adelanta enfurecerse los defensores de tales “entidades
ingenuas”, forzando analogías con
las características de un espiritu de la competencia de
Joanna de Ângelis que se presenta como ex-monja, o
Emmanuel, que se presenta como un ex-sacerdote.
Espíritus “bastante adelantados”
Los “espíritus demasiadamente simples” necesitan
ser esclarecidos sobre lo innecesario de manifestarse de
aquella manera con atavismos inocuos. Dicen
los defensores
de tales “entidades ingenuas” que tales “entidades”
forman “órdenes de trabajo”. Que existen en el “más
allá” directores de “orden de trabajo” cuyos componentes
que componen esa “orden de trabajo” se presentan como
“negro-viejo”, “mestizos indios”, “indios”, “cuervos”.
¿Será que hay “orden de trabajo” también para los
“jóvenes amarillos” , “rojas viejas”, “esquimales”,
“pigmeos”?
Tales expertos, empapados de emblemáticas concepciones,
garantizan que entre los tales
“espíritus
simplones”
hay espíritus de varios níveles evolutivos que se
presentan con características de “abuelo fulano”, “padre
sultano”, “madre beltrana” etc. etc. etc. Al final hay
espíritus “bastante” evolucionados, que vivieron como
esclavos, cumpliendo una tarea de conducir a su prójimo
a la “espiritualización” y que tuvieron otras
existencias en los más diversos papeles y lugares.
¿Será que tales espíritus “bastante adelantados” tampoco
no vivieron otras existencias como “indios
esclavizados”, “hindúes yugulados”, “pigmeos cautivos”,
“esquimales” etc.? Ahora, ¿por qué solo los
negros-viejos pueden ser “guías” y consejeros de los
otros?
Los “mentores (as) saturados de atavismos
La cosa es tan grave que conocemos dirigentes de centros
“espíritas”, aquí en la capital de Brasil, que eligen
como “mentores (as)” a los espíritus saturados de
atavismos psicológicos del tipo “padre fulano”, “abuela
sultana”, “abuelo beltrano” y correlativos.
Hay en el Nordeste brasileño una “federativa” espírita
(¡¿espírita?!...) que tradicionalmente evoca (eso
mismo, EVOCA!) a una entidad indígena para
“inspirar” a los conductores de las reuniones públicas.
Dicen en la tal federación “espírita” que tal indio se
habría vuelto “ángel” después de un fantasmagórico
“encuentro” con “Jesús”.
Sabemos que en el más-allá el espíritu no tiene raza,
por tanto no es amarillo, ni rojo, ni negro, ni blanco,
no obstante pueda presentar en su periespíritu
distinciones de alguna casta, edad, si aun así se
siente, debido a su limitación moral e intelectual o si
así le apeteciera. Como sucedió en una de las reuniones
realizadas en la Sociedad Parisiense de Estudios
Espíritas, en que Allan Kardec dialogó con un Espíritu
de un “viejiño” (Padre César), de otro modo exclusivo
episodio del género referido en toda la Codificación.
¿Será que hay alguna coherencia en un “abuelo”, una
“abuela”, un(a) viejo(a) viejo(a) ser mentor espiritual
de una institución cuyo estatuto normalice la rigurosa
observancia de los postulados contenidos en las obras
básicas? Obviamente no, sobre todo si tales entidades
evidenciaran insuficiente cultura, poca evolución
espiritual, lenguaje primario, argumentos místicos y
tontos, raciocínios lentos y exigir ser llamados
“abuelo”, “abuela”, “negra o negro-viejo”.
Las comunicaciones de tales entidades habidas como
“mentores espirituales” de una institución espírita
resultan de la autosugestión mediúmnica, del inaceptable
animismo, de las trampas psicológicas y de las
obstinadas mistificaciones. No son pocos los obsesores
que fingen ser tales entidades e imitan lenguaje de
entes de “candoblés” con el objetivo de engañar y
mantener bajo hipnosis a los espíritas inhábiles.
Acogimiento fraterno de espíritus simplones en evolución
En las sesiones mediúmnicas que administro hace más de
40 años, si ocasionalmente ocurre manifestación de tales
espíritus (“padres”, “abuelas”, “abuelos”, “negras o
negros-viejos”, mestizos indios y análogos), si son
acogidos por el director espiritual de la sesión, tales
espíritus serán orientados adecuadamente. No habrá
intolerancia o preconcepto contra ellos. Mas
analizaremos atentamente su naturaleza y el contenido de
sus comunicaciones, como hacemos con espíritus de
cualquier procedencia que se manifieste en el grupo.
En verdad, tales espíritus, para comunicarse en el
grupo mediúmnico , no tienen necesidades y no precisan
de invitación para el uso de lenguaje bizarro,
incomprensible para los médiums y los participantes de
la reunión. Si tales entidades se presentan con
atavismos de la encarnación como ex-esclavos, “viejos o
jóvenes”, indios etc., buscamos orientarlos bajo la luz
del Espiritismo, a fin de que se liberen de esos rancios
atávicos.
Así, buscamos esclarecerlos en cuanto a su real
naturaleza de espíritus en evolución. Por eso, durante
la adoctrinación nos esforzamo para recordarles que ya
reencarnaron diversas veces en diferentes condiciones y,
por tanto, tienen patrimonio espiritual más amplio, por
tanto no necesitan permanecer como pájaros presos en una
jaula, alimentando un patrón mental de ingenuos seres
esposados al pasado.
Hay los que usan sutiles subterfugios, diciendo que se
presentan así porque tal o cual encarnación les fue muy
grata por haberles permitido adquirir “virtudes”,
especialmente la “humildad” y de ahí su deseo en
ejemplificar. Es evidente que ese argumento es capcioso,
pues quien conquistó la virtud de la humildad no nutre
ninguna necesidad de exhibir o adoptar modos de falsas
modestias.
Algunas personas suponen que negros-viejos, indios y
mestizos indios y semejantes sean como empleados
domésticos para atenderles los pedidos caprichosos.
Otras creen que tales espíritus tengan poderes
misteriosos, capaces de resolver de modo fetichero los
problemas de los consultantes. Parecen también juzgarlos
sobornables, ya que aceptarían obrar a cambio de algun
“pago” o “compensación”.
Cuando no hubiera más estímulos para esas exhibiciones
atávicas en las institucines espíritas, tales espíritus
dejarán de presentarse como “padre”, “madre”, “rojos”,
“negros”, “amarillos”, “viejitos”, “niñitos”, “salvajes”
etc. etc. etc. y pasarán a comunicarse en su modo propio
y natural de ser.
Debemos comportarnos conforme a los códigos morales del
Espiritismo
Muchos entienden que los “abuelos”, “abuelas”, “indios
mestizoss” y “negros-viejos” y “entidades orientales”
son más enérgicos y fuertes. Creen que las protecciones
que los Espíritus comunes no obtienen tales feticheros
consiguen. ¡Nada es más burlesco!
No estamos afirmando aquí que el Espiritismo sea una
doctrina mejor que las otras. Sin embargo, si abrazamos
los principios espíritas como regla de conducta, debemos
comportarnos conforme recomienda el Espiritismo. ¡Todavía,
si aun tenemos carencia de las entidades (“fuertes”)
repletas de atavismos, busquemos sus espacios de acción
(un candonblé por ejemplo) y seamos felices! Incluso
porque nadie tiene la obligación de ser espírita y ni
siquiera demorarse en los grupos kardecistas. Lo que no
podemos es mezclar las cosas. Cada uno en su espacio en
plena libertad de elección.