Tema: Ley de Destrucción
El desorden de Sheriff
Luan le gustaba mucho su perro Sheriff, que era
inteligente y lleno de energía. Pasaban mucho tiempo
jugando juntos en el patio de la casa. Luan lanzaba
lejos la pelotita y Sheriff corría a buscarla.
Sheriff era muy apegado a Luan y lo echaba de menos
cuando el niño no estaba en casa.
Una vez, un domingo, los padres de Luan le avisaron que
irían a almorzar a casa de su tía Irene y pasarían la
tarde allá con la familia.
Luan se puso contento, pues le gustaba mucho encontrarse
con sus primos y tía Irene hacía almuerzos deliciosos.
Pero pronto el niño se acordó de Sheriff, que no le
gustaba quedarse solo y solía ponerse triste y aullar
mucho cuando eso pasaba.
Pero no podían llevar a Sheriff con ellos, pues era un
perro grande. Y tía Irene tenía miedo a los perros.
Entones, Luan pensó en dejarlo dentro de la casa mientas
estuvieran fuera. Así, se quedaría quietecito, sin
incomodar a los vecinos, y feliz por poder entrar en la
casa, cosa que nunca podía hacer.
A la mamá de Luan no le gustó la idea.
- ¡Déjalo, mamá! ¡Pobre Sheriff! ¿Qué te cuesta dejarlo
dentro solo hoy? – insistió
Luan.
La mamá acabó aceptando. A la hora de salir, Luan colocó
el tapete de Sheriff en la sala. Dejó al lado sus
vasijas de comida y agua y llamó al perro para que pase
adentro. Sheriff vino feliz, moviendo la cola. Luan lo
hizo echarse sobre el tapete, acarició su cabeza y dijo:
- Pórtate bien, ¿de acuerdo?
La familia trancó la puerta y se fue a su paseo.
Cuando volvieron al final de la tarde, Luan abrió la
puerta corriendo para encontrarse con Sheriff. Pero se
detuvo de repente, sin saber qué decir.
La casa estaba toda sucia. Las vasijas de agua y comida,
desparramadas. Las dos macetas de la sala, tumbados. Las
plantas, destruidas. La tierra de las macetas esparcidas
por la sala. Había huellas de patas por toda la casa y
pipí en la cortina.
Luan apenas pudo entrar a la casa sin pisar la suciedad.
Su mamá, cuando vio aquello, se puso furiosa y corrió
detrás de Sheriff, que corrió hacia el patio.
El papá de Luan era más práctico. Apenas vio el
desorden, dijo:
- ¡Bueno! Ahora aprendimos que no es una opción dejar a
Sheriff solo aquí dentro. Y no sirve quejarse tampoco.
Vamos a limpiar y rápido. Es lo que se necesita hacer
para poder descansar y comenzar bien la semana mañana. ¡Vamos
rápido!
La familia, entonces, se puso a trabajar. Recogieron la
tierra, llevaron la cortina a lavar, limpiaron el piso y
llevaron las cosas de Sheriff afuera.
Después de un tiempo, todo estuvo resuelto.
Al día siguiente, la mamá de Luan lo llamó.
- Hijo, ayúdame aquí. Vamos a replantar las macetas.
¡Mira qué lindos brotes! Nuestra
vecina tiene plantas muy bonitas que siempre admiré. Como
vamos a necesitar plantar otras, me acordé de pedirle
algunos brotes.
Hacía tiempo ya que la cortina de la sala necesitaba ser
lavada. Ahora que estaba cubierta de pipí no podía
posponerse más. Después
lavarla, quedó muy bonita, limpiecita y olorosa.
Al piso le pasaron un producto de limpieza para ayudar a
completar la limpieza y no dejar ninguna marca del día
anterior.
Cuando el papá de Luan llegó a casa, al final de la
tarde, abrió la puerta y sintió que el ambiente estaba
agradable. El aroma delicioso de la limpieza, las
plantas bonitas embelleciendo la sala y el piso
impecable.
- ¡Increíble! ¡Qué casa tan limpia y bonita!
La mamá, después, para completar la renovación del
ambiente, compró cojines y una alfombra mullida que
combinaba con la decoración.
El fin de semana siguiente, la casa estaba mucho más
acogedora que antes.
El papá de Luan dijo jugando:
- Si hubiera sabido que la casa quedaría así, ¡habría
dejado a Sheriff adentro antes!
Todos rieron, pero íntimamente registraron un
aprendizaje: nadie busca a propósito algo que parece
malo. Pero, cuando la situación sucede, las cosas pueden
quedar hasta mejor que antes, si actuamos con actitudes
positivas.
Traducción:
Carmen
Morante
carmen.morante9512@gmail.com
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