Tema: Bondad, arrepentimiento
El jeque, el caballo y la caridad
Existió, hace mucho tiempo, un jeque llamado Samir, que
poseía el más famoso caballo de su región, que cierto
árabe de otra tribu, llamado Daher, codiciaba mucho.
Daher ofreció, en intercambio por el bello caballo,
todos sus camellos; sin embargo, Samir no aceptó la
propuesta.
Un día, el árabe Daher, disfrazándose, se cubrió el
rostro de cenizas y se vistió de harapos y se colocó al
borde del camino por donde iba a pasar el jeque montado
en su magnífico animal.
Al ver que Samir se acercaba, imploró Daher, con voz
disfrazada, triste y desalentada:
- ¡Ayude a este infeliz peregrino! ¡Hace
tres días que estoy enfermo y sin fuerzas para salir de
aquí, en busca de alimento! ¡Ayúdeme, generoso jeque, y
Dios que está en los cielos lo beneficiará por su
limosna!
Samir se ofreció bondadosamente a llevarlo en el lomo de
su caballo. El envidioso, sin embargo, así dijo:
- ¡No puedo levantarme, señor! ¡Ya no tengo fuerzas!
Conmovido ante tan deplorable miseria, Samir descendió
del caballo y, con gran dificultad, colocó al falso
mendigo en la silla de montar de su animal.
Tan pronto se vio sobre el caballo, el impostor lo
espoleó y se alejó, diciendo:
- ¡Soy Daher! ¡Tengo ahora este caballo en mi poder!
¡Voy a llevarlo a mi tienda, te guste o no!
Samir, entonces, le pidió que se detuviera por un
momento, pues quería solicitarle solo un favor.
El ladrón, seguro de que no podría ser perseguido ni
atrapado, se detuvo para escuchar lo que el otro tenía
que decir.
- Usted se ha apoderado de mi caballo y deseo que le
sirva bien. Sin embargo, le pido que no le diga a nadie
la forma poco digna en que lo obtuvo.
- ¿Y por qué no? – dijo Daher.
- La razón es simple - explicó el jeque. - Puede suceder
que otro hombre, encontrándose enfermo de verdad, un día
se vea obligado a pedir ayuda y el viajero llegue a
desconfiar del desafortunado y le niegue asistencia y
limosna. Entonces será usted la causa de que muchos se
abstengan de practicar la caridad por temor a una
traición.
Tocado en el corazón, Daher se avergonzó al escuchar
esas palabras e, inspirado por el arrepentimiento,
descendió del caballo y lo devolvió a su legítimo dueño.
Samir, que era un hombre bondadoso y sabio, lo invitó a
ir a su tienda, donde lo hospedó por varios días y de lo
ocurrido nació una amistad que duró por toda la vida.
(Cuento extraído del libro “Leyendas del
Cielo y de la Tierra”, de Malba Tahan.)
Traducción:
Carmen
Morante
carmen.morante9512@gmail.com
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