En la búsqueda
de la autonomía,
el adolescente
va a cuestionar
los valores,
hábitos y
principalmente
las
prohibiciones de
la infancia.
Común en esa
fase que asuma
hábitos de los
adultos. Alcohol
y drogas surgen
como una de esas
opciones. Los
padres entonces
se preguntan: ¿él
va a volverse un
dependiente? No
es fácil
responder eso
porque la
oportunidad de
volverse un
dependiente
después de haber
experimentado
depende de
muchos factores:
genéticos (tener
dependiente en
la familia),
modelos
familiares (el
hecho de los
padres beber,
por ejemplo),
relaciones
familiares
tumultuosas,
temperamento del
joven (timidez,
por ejemplo).
¿Qué puede ser hecho para evitar que el joven que
experimentó alcohol o droga se vuelva un dependiente?
Primero: retardar al máximo esa experiencia inicial con
el alcohol o droga. Cuanto más pronto él experimente
mayor es la posibilidad que él se vuelva un dependiente.
Los padres deben dificultar al máximo esa experiencia
inicial. Cuanto más se facilita el consumo, obviamente,
más consumo se da. Si los padres se posicionan en
contra, es menor la oportunidad de tener un trastorno de
dependencia en la vida adulta. Segundo, y eso es lo más
importante, ayudar al adolescente a vivir sentimientos
positivos, para no precisar compensar sus flaquezas y
frustraciones en las drogas. Auxiliándolo a desenvolver
comportamientos adaptativos, donde encuentre formas
saludables de placer.
Desenvolvimiento de salud psíquica en un niño
Lo que yo voy a decir tal vez suene muy banal, mas,
después de años de estudio, lo que yo conseguí concluir
de mejor (y yo desistí de investigación científica
cuando percibí eso) es que el camino para la salud
psíquica es amor. Examinamos una muestra de 2.500 niños,
quedando con cada uno de ellos por más de 9 horas, y
verificamos que los principales factores que
desencadenaban síntomas psicóticos eran el bullying y la
violencia. Lo que hace que una persona que posea una
tendencia genética evolucione para el trastorno mental
es un ambiente interpersonal hostil: falta de soporte
para el niño, o aislamiento, el sentirse solo, sin tener
con quién contar.
Cuanto más seguro un adolescente se sienta, menos
agresivo él va a ser. Cuando examinamos la historia de
esos jóvenes cazadores en escuelas americanas, se nota
una cosa que es practicamente común a todos: ellos se
sentían hostilizados, excluidos y aislados.
Tengo certeza de que un mundo con más tolerancia y más
amor sería un mundo con menos violencia.
Cómo diferenciar un brote psicótico material de lo
espiritual
Yo no encuentro que sea necesario diferenciar. En
verdad, todos los que están viviendo percepciones falsas
de la realidad precisan de tratamiento
independientemente de la causa. Incluso porque casi toda
persona que está viviendo un trastorno mental está
conectada con entidades que, o fueron causantes de ese
desequilibrio, o que se unen al individuo por la ley
natural de las afinidades. No puedo decir, del punto de
vista espiritual, como funcionan los medicamentos, mas,
de alguma forma, ellos bloquean las posibilidades de
perturbación.
A los padres y la prescripción de medicamentos para los
niños
Me gustaría hablar en especial a los padres que sufren
por sus hijos, me gustaría de incentivarlos a manter la
esperanza y a continuar persistiendo. Pido que esos
padres venzan los preconceptos y no duden en buscar la
ayuda de un psiquiatra, porque la medicina está
mejorando mucho y los medicamentos y métodos de terapia
modernos pueden traer mucho alivio. Muchas personas aun
tienen preconcepto contra la figura del psiquiatra,
sobre todo para los niños. Mas los niños también sufren,
y mucho.
En algunos casos pueden ser necesarios medicamentos,
como antidepresivos, ansiolíticos y antipsicóticos.
Siendo necesario, esos medicamentos deben ser
intentados. La medicina avanza a pasos rápidos y cada
vez más disponemos de medicamentos con menos efectos
adversos y que no inducen a la dependencia. Los
medicamentos son recursos muy útiles en los momentos
emocionales de grandes oscuridades, cuando queda difícil
ver la luz o salir de un estado de angustia o
abatimiento más intenso.
En América del Norte fue constatado, claramente, un
exceso de prescripciones de psicofármacos para niños. En
Brasil, yo no veo eso, porque no es nuestra cultura
llevar a un niño al psiquiatra. Veo más niños
descuidados, precisando tomar el medicamento sin
hacerlo, que un niño medicado sin precisarlo. No sean
parciales, porque algunos niños precisen de ese socorro.
Recursos espíritas
Me gustaría, aun, de recordar el poder de la oración
como proceso de autocura o de intercesión por alguien.
Delante de las enfermedades mentales no debemos
dispensar el recurso de la oración y de los pases.
Trastorno opositor/ desafiador
El abordaje del adulto está en impedir logros
secundarios del niño con ese tipo de comportamiento. Es
el principal camino para el niño parar de hacer
oposición y desafio. Casi siempre no es un brote en que
el niño queda fuera de control; es un patrón de
comportamiento que se está sustentando, porque él tiene
ganancia, y esas ganancias son derivadas del hecho de
que a través del comportamiento opositor/desafiador
ellos controlan a las personas y el ambiente en su
entorno.
Adolescencia
Sería un contrasentido y una oposición a la naturaleza
querer impedir que un joven desenvuelva autonomía. Es
para eso que ellos vinieron al mundo: para volverse
adultos y colaborar con el mundo. Nosotros creemos que
ellos están aquí para transformar el mundo.
Tenemos que aprender una nueva forma de relacionamiento.
El instinto del cerebro infantil hace que los niños
tengan profunda atención para con las figuras de
autoridad (aquellas personas que son más imitadas y
atendidas). Felizmente este instinto desaparece. Porque
nosotros no queremos a un adulto que se someta
ciegamente a las determinaciones de una autoridad. Con
el final de la infancia, el individuo va a perder el
instinto de la obediencia ciega y el va a cuestionar.
Que bueno que va a cuestionar, porque un valor solo es
verdaderamente suyo si usted lo cuestionó. Es la fe
razonada. La evolución cultural se da por los
cuestionamientos. Mas es en los momentos del cuestionar
que se establecen los diálogos más difíciles.
¿Cómo un niño ve a sus padres? Como lo máximo en todo:
“mí padre es el hombre más fuerte del mundo”; “mí madre
es la mujer más bonita del mundo”. Él cree sinceramente
que sus padres son modelos de comportamiento para todo
el mundo. En la adolescencia el cerebro pierde ese
instinto y el adolescente se da cuenta de que sus padres
son personas como cualquier otra. Ellos no saben todo y
yerran también. En el fondo, hay una gran decepción, sin
que nadie sea responsable por eso. Ellos pensaban cosas
de los padres y descubrieron que no es así. Y van a
cuestionar muchas cosas de la familia: la religiosidad y
la moralidad. Preocúpese si su hijo no estuviera
cuestionando. Mas eso pasa y con el tiempo muchos van a
hacer lo mismo que sus padres.
Preocupación
Cuando la gente ve al jovem apartándose, la sensación es
desesperante. ¿Por qué? Porque la gente anticipan
tragedias cuando estamos delante de lo desconocido. Esa
es nuestra mente. Se trata de un mecanismo de defensa
adquirido muchos milenios atrás. Muchas veces la parte
importante en un diálogo es nuestra fantasía. En la
mayoría de las veces está todo bien.
Guarde sus fichas si fuera preciso indisponerse con su
hijo, para dar límite en aquello que es realmente serio.
Cosas menos importantes es una cuestión de acompañar.
Todo lo que su hijo no quiere es oír a usted decir que
está preocupado. Porque él también está inseguro,
perdido, mas precisa enfrentar la situación que se le
presenta. Su preocupación aumenta la inseguridad de él.
Él está intentando convencerse a sí mismo que está bajo
control.
Diálogos
El adolescente conoce cerca de 40 mil palabras, mas aun
no sabe conversar. Está comenzando a valerse del diálogo
reciproco para regularse, expresarse, obtener lo que
desea, realizar coaliciones, influenciar personas, que
son las funciones del diálogo. No podemos esperar que él
converse como un adulto. No espere madurez de la
conversación de él. Nosotros somos el adulto en la
conversación y tenemos que conversar como adulto que
somos.
Antes de conversar con él, prepárese: respire hondo,
piense bien lo que va a hablar y como va a hablar. Cuide
primero de sus sentimientos para después hablar con él.
Nuestros sentimientos se muestran, son evidentes, no es
posible disfrazarlos. Usted no va a tener una
conversación buena, si estuviera con sentimientos malos.
Converse cuando usted estuviera preparado para esa
conversación. Ponga de lado el orgullo: la conversación
no es sobre quien está más acertado. Ponga de lado la
aflicción: conversar no es el momento de quedar
sondeando todo lo malo que puede ocurrir. Luche con su
ansiedad antes de conversar. Si usted habla con rabia,
usted va a agredir. Si usted va para una conversación
sintiéndose culpable, usted va a intentar culpar al otro
para aliviarse.
Solo existe un buen diálogo si existe una conexión real.
Si yo estoy procurando conectarme con usted yo abro una
posibilidad de cambio a través de la palabra. Porque, si
yo estoy queriendo imponerme, no es diálogo. Si yo estoy
queriendo controlar, eso no es un diálogo. Si yo estoy
apenas queriendo hablar para aliviarme, eso tampoco no
es un diálogo. Un diálogo presupone dos vías. Al mismo
tiempo que yo emito, yo recibo. Yo paseo por el
pensamiento de él y me coloco en lo referente a él, para
ir con él y entenderlo.
Comience un diálogo conversando con usted mismo.
Entiéndase, consuélese, alivie las propias culpas, calme
las propias ansiedades y ahí cuando usted estuviera
bien, vaya y hable todo eso con el otro. Y en ese
momento íntimo de conversación con el otro, nosotros no
precisamos estar solos en esa conversación, porque
nosotros tenemos a través de la oración la posibilidad
de traer a Dios para nuestro diálogo.
Yo sugiero que antes de conversar con sus hijos haga una
oración sincera. Nosotros podemos conversar con Dios
antes de cualquier conversación con nuestro hijo y pedir
la sabiduría que nosotros no tenemos y el amor que
nosotros aun no somos capaces de entregar. Y nosotros
vamos para esa conversación con la certeza de que
nuestros hijos no son solo nuestros, mas también hijos
de Dios y ustedes no serán dos en esa conversación,
serán siempre tres.