Tema: Ejemplo
El ejemplo vale más
Taís estaba jugando en su cuarto cuando su hermanito
Pedro apareció en su puerta.
- Taís, ¿podrías darme un chocolate?
Taís sabía que todavía tenía un poco de chocolate en el
armario de la cocina, pero no quería compartirlo con su
hermano.
- No tengo más chocolate, Pedro. Ya se acabó todo –
mintió ella.
- Sí tienes chocolate – respondió él, molesto. – Yo vi
cuando mamá lo guardó.
Taís se quedó irritada con la insistencia del hermano, y
gritó:
- ¡Vete! ¡No tengo chocolate y, aun si lo tuviera, mamá
no te iba a dejar comer ahora y yo no voy a ayudarte!
Pedro salió gritando también, protestando por las
palabras de Taís, y fue a la cocina. Él mismo iría a
coger el dulce sin ayuda. Arrastró una silla, subió y
finalmente alcanzó lo que tanto deseaba. Contento, comió
todo lo que todavía quedaba del chocolate.
Después, salió satisfecho para jugar con sus juguetes en
la sala.
La mamá llegó poco después. No
había nadie en la cocina, pero encontró la silla
recostada en el armario, el papel de chocolate vacío y
muchas migajas en el piso. Fue
al encuentro de Pedrito y le preguntó:
- Hijo, ¿comiste más chocolate sin que mamá te dejara?
- No, mamá – mintió él.
La mamá ya se preparaba para tener una conversación con
Pedro, cuando el jardinero apareció en la puerta,
preocupado, diciendo:
- Doña Cristiana, fui a cambiar una piedra de lugar y
encontró un escorpión debajo de ella. Le
estoy avisando porque una picadura de este es muy
peligrosa.
- ¡Dios mío, qué peligro! Más aún por Pedrito, que
todavía es pequeño. Necesitamos cogerlo y entregarlo al
servicio de vigilancia de la prefectura. Ellos deben
saber dónde aparecen escorpiones para hacer el control
de los barrios.
Los dos salieron al jardín para ver el escorpión.
Pedrito también fue. Incluso atrás, un poco lejos, el
curioso niño quería saber lo que estaba pasando. Hasta
Taís, que logró escuchar la conversación, fue corriendo
para compartir la novedad.
Doña Cristiana tomó un frasco de vidrio y el jardinero,
con mucho cuidado y un pedazo
de pan, colocó al escorpión ahí dentro. El
frasco, entonces, fue bien cerrado con la tapa.
Después que el peligro pasó, Doña Cristiana, todavía
preocupada, llamó a los hijos y dijo:
- Miren bien a este animalito en el frasco. Si
ustedes encuentran uno igual a este aquí en el jardín o
incluso dentro de la casa, no se acerquen a él. Llamen a
mamá o a algún adulto inmediatamente, ¿está bien?
Y para tener la seguridad de que el hijo había
entendido, ella preguntó:
- Pedrito, entonces, ¿qué tienes que hacer si encuentras
un escorpión?
- Coger un palito y colocar el animalito dentro de un
frasco – respondió el niño.
- ¡No, no, querido! Presta atención, no debes intentar
cogerlo, ¿está bien? Debes llamar a mamá.
Taís, que estaba al lado de ellos y acompañaba la
conversación, se admiró con la respuesta de su hermano.
Se acordó que su mamá siempre le pedía que tuviera
cuidado con sus actitudes cerca de su hermano menor.
Ella hablaba sobre cuánto el ejemplo influye en las
personas, principalmente los niños.
Ahora ella se daba cuenta de que era verdad. Pedrito
había observado más las acciones del jardinero que las
palabras de su mamá.
Taís se quedó pensativa sobre ese suceso y pasó a dar
importancia al valor del ejemplo.
Después de ese día, cada vez que ella tenía ganas de
gritar, mentir, agredir o hacer cosas equivocadas,
pensaba si era eso lo que le gustaría que otras personas
hicieran también.
Taís había aprendido que el ejemplo vale más.
Traducción:
Carmen
Morante
carmen.morante9512@gmail.com
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