Especial

por Paulo da Silva Neto Sobrinho

Espiritus Superiores y libre-albedrío

“El libre-albedrío se desenvuelve a medida que el Espíritu adquire la conciencia de sí mismo.” (LE, q. 122)


¿Será que los Espíritus Superiores siempre respetan nuestro libre-albedrío? Esta pregunta merece una reflexión profunda por todos nosotros, adeptos del Espiritismo, que deberá ser iniciada con un estudio sobre lo que realmente significa el libre-albedrío.

La definición de libre-albedrío, conforme el Diccionario Houaiss, es: “posibilidad de decidir, escoger en función de la propia voluntad, exento de cualquier condicionamiento, motivo o causa determinante”.

Los Espíritus Superiores afirmaron a Allan Kardec que solamente en una condición el hombre goza de libertad absoluta es “En la de un eremita en el desierto, pues desde que haya dos hombres juntos hay derechos reciprocos que les cumple respetar, por tanto, ninguno de ellos tienen más libertad absoluta”. (1) Eso aunque dice respecto a la libertad, de forma bien evidente, también sirve para la pregunta del libre-albedrío, con la cual está bien íntimamente relacionado.

Con el tiempo, percibimos que, para algunas personas, los Espíritus Superiores respetan “todas” nuestras decisiones, en razón del postulado de que “El Espíritu goza siempre de su libre-albedrío”. (2) Además, es una afirmación de Kardec y no de ellos.

En El Libro de los Espíritus, los Espíritus superiores dijeron a Kardec que “El libre-albedrío se desenvuelve a medida que el Espíritu adquire la conciencia de sí mismo.” (3) (negrita nuestra) Lo que nos hace cuestionar si nosotros, realmente, ya tenemos plena conciencia de nosotros mismos.

Y del propio Kardec, que no difiere de lo aquí dicho, en La Génesis, tenemos: “[…] los Espíritus protectores dejan entregados a sí mismos a sus protegidos, a medida que estos se vuelven aptos a guiarse por la propia inteligencia.” (4) (negrita nuestra) Entonces, tendríamos que nuestro libre-albedrío va volviéndose cada vez más abarcador, en la medida de nuestra evolución.

En El Problema del Ser, del Destino y del Dolor, Léon Denis, aborda la pregunta del libre-albedrío en el cap. XXII, del cual transcribimos el siguiente trecho: “El Espíritu solo está verdaderamente preparado para la libertad en el día en que las leyes universales, que le son externas, se vuelvan internas y conscientes por el hecho de su evolución. […]” (5)

Entendemos, que, delante de varias explicaciones que vimos solamente los Espíritus puros poseen libre-albedrío pleno.

¿Será que conseguiremos realizar una acción que perjudique a alguien, si ese alguien, en su programación reencarnatoria, no tenga que pasar por aquello que le queremos hacer? Entendemos que no, y, por tanto, en ese caso nuestro libre-albedrío sufriría algún obstáculo para que tal muerte no se realizase. Entendemos que es justamente eso es que encontramos en esas dos preguntas de El Libro de los Espíritus:

528. En caso de una persona mal-intencionada disparara sobre otra un proyectil que apenas le pase cerca sin alcanzar, ¿podrá haber sucedido que un Espíritu bondadoso haya desviado el proyectil?

“Si el individuo víctima no tiene que perecer de ese modo, el Espíritu bondadoso le inspirará la idea de desviarse, o entonces podrá ofuscar al que empuña el arma, de suerte ha hacerlo apuntar mal, por cuanto, una vez disparada el arma, el proyectil sigue la línea que tiene que recorrer.”

529 a) – ¿Pueden los Espíritus que dirigen los acontecimientos terrenos tener obstaculizada su acción por Espíritus que quieran lo contrario?

Lo que Dios quiera se ejecuta. Si hubiera demora en la ejecución, o le surjan obstáculos, es porque él así lo quiso.” (6) (negrita nuestra)

Por otro lado, en catastrofes naturales o incluso las provocadas por el propio hombre, varias personas, por ocurrencias banales (probablemente acción de los Espíritus), son retiradas o impedidas de ir a la escena del evento.

En la revista electrónica digital El Consolador nº 122, se publicó el artículo “El acaso no existe; la vida es causal, no casual”, de autoría de Angélica Reis, destacamos el siguiente trecho:

Kardec hace, en la Revista Espírita de 1866, pp. 167 a 171, interesantes observaciones a propósito de un intento de asesinato de que fue víctima el czar Alejandro de Rusia. En el momento del atentado, un joven campesino llamado Joseph Kommissaroff intervino, evitando que el crimen fuese consumado.

He lo que Kardec escribió sobre el asunto:

1) Muchos atribuyeron al acaso el surgimiento del joven campesino en la escena del crimen. El acaso, sin embargo, no existe. Como la hora del czar no había llegado, el joven fue escogido para impedir la realización del crimen, pues las cosas que parecen efecto del acaso estaban combinadas para llevar al resultado esperado.

2) Los hombres son los instrumentos inconscientes de los desígnios de la Providencia y es por ellos que ella los realiza, sin haber necesidad de recurrir para tanto a prodigios.

3) Si el joven Kommissaroff hubiese resistido al impulso recebido de los Espíritus, estos se valdrían de otros medios para frustrar el crimen y preservar la vida del czar.

4) Una mosca podría picar la mano del asesino y desviarla de su objetivo; una corriente fluidica dirigida sobre sus ojos podría ofuscarlo y así por delante. Mas, si hubiese sonado la hora fatal para el emperador ruso, nada podría preservarlo.

Llevado el caso a una sesión espírita realizada en la casa de una familia rusa residente en París, el Espíritu de Moki, por medio del Sr. Desliens, explicó que incluso en la existencia del más ínfimo de los seres nada es dejado al acaso. Los principales acontecimientos de su vida son determinados por su prueba; los detalles, influenciados por su libre-albedrío. Mas el conjunto de la situación fue previsto y combinado anticipadamente por él y por aquellos que Dios predispuso a su guarda. (7)

Queda bien claro que el libre-albedrío del individuo que pretendía matar al czar Alejandro de Rusia fue impedido; por acción de los Espíritus, él no pudo realizar lo que había planeado.

En El Libro de los Espíritus, los Espíritus dijeron al Codificador: “Dios […] puede imponer determinada existencia a un Espíritucuando este, por su inferioridad o mala voluntad, no se muestra apto a compreender lo que le sería más útil, […].” (8) y “[…] cuando aun el Espíritu no está apto a proceder a una elección con conocimiento de causa. Por expiación, puede el Espíritu ser forzado a unirse al cuerpo de determinado niño […].” (9) (subrayado nuestro)

Ahora, si todos estamos subordinados a la voluntad de Dios, de eso resulta que  nuestra sumisión a lo que Él desea es incontestable; por tanto, es más un punto del cual concluimos que nuestro libre-albedrío no puede ser pleno.

Oportuno, traemos las consideraciones de Léon Denis, una vez que, en Después de la Muerte, él también refiere la pregunta de la voluntad de Dios, mencionada como plan divino:

La libertad del ser se ejerce, por tanto, dentro de un círculo limitado: de un lado, por las exigencias de la ley natural, […] En caso alguno el ejercicio de la libertad humana puede obstar a la ejecución de los planes divinos; de lo contrario el orden de las cosas sería a cada instante perturbado. (10) (negrita nuestra)

La presión también puede ocurrir en relación a los Espíritus malos que, a veces, son presionados por los Espíritus superiores a manifestarse en reuniones mediúmnicas, conforme se comprueba en estos dos trechos de la Revista Espírita 1859 y Revista Espírita 1864, respectivamente:

[…] Sabed que esos Espíritus no vienen a nuestro llamado sino como obligados y forzados, y que, en general, encuentran tan poco de su medio entre nosotros, que siempre tienen prisa para irse. […]. (11) (negrita nuestra)

[…] Solamente ciertos culpables ven con repugnancia, y, en ese caso, ellos no son allí obligados por el evocador, mas por Espíritus superiores, teniendo en cuenta su adelantamiento. […]. (12) (negrita nuestra)

En Nuestro Hogar, por la psicografia de Chico Xavier, la madre de André Luiz le dijo: “[…] Relativamente a la libertad ilimitada, el alma puede invocar ese derecho solamente cuando comprenda el deber y lo practique. […].” (13)

En En el Mundo Mayor, encontramos dos situaciones en las cuales juzgamos no ser respetado el libre-albedrío de los envueltos.

La primera, en el capítulo 13, “Psicosis afectiva”, trata del caso de Antonina que, por desilusión amorosa, decide dar término a su vida. Solo no lo consigue gracias a la intervención del asistente Calderaro que, en la noche en que ella pretendía suicidarse, la sometió a un pase magnético, llevándola a una hipnosis profunda, lo que hizo que su alma se emanciparse; y, en ese momento, fueron llevados a su encuentro dos Espíritus – el de su madre y el de un amigo de largas eras –, que la aconsejaron a desistir de la idea. Después al despertar, ya más dispuesta y con otro ánimo, ella no pensaba más en el asunto, resolviendo cargar su cruz.

La segunda, en el capítulo 14, “Medida salvadora”, el envuelto fue Antídio, en que Calderaro le impuso, como medida drástica, una enfermedad por la cual quedaría preso al lecho por algunos meses, para evitar que él fuese a parar a un hospicio, dado que el alcoholismo de que era víctima lo hacía “delirar” al  liberarse un poco del cuerpo y, con eso, tener contacto con algunas entidades que lo atormentaban y lo utilizaban como un “cáliz vivo”. Esa acción de Calderaro fue movida en atención a las intercesiones de la esposa y de los dos hijos de Antídio.

Creemos que en ambos casos el libre-albedrío de los envueltos fue torcido por bien de ellos mismos, juzgamos que, con más fuerte razón, eso ocurrirá todas las veces en que estuviera en juego el interés colectivo.

En la obra Entre los Dos Mundos, dictada por el Espíritu Manoel Philomeno de Miranda, vía psicografia de Divaldo Pereira Franco), tenemos más un ejemplo. Para no permitir que el médico envenenase a su esposa, la providencia tomada por los espíritus fue la de, por acción magnética, provocar un ataque cerebral (AVC) en él. Claro queda que hubo, sí, intervención en el libre-albedrío.

Veamos el siguiente trecho del desarrollo de la conversación entre Miranda y  sus instructores:

– ¿Dentro de ese raciocinio, pueden los Benefactores espirituales conduzir a los pacientes rebeldes a una desencarnación anticipada?

– ¡Sin duda alguna! No son pocas las existencias humanas, que, para ser impedidas las secuencias de disparates, tienen su curso interrumpido, así, beneficiando a esos Espíritus rebeldes, obstinados e insanos. Lo mismo ocurre en relación a algunos misioneros del Bien, que impulsados por las realizaciones ejecutadas, se desvían un poco del ministerio, pasando a dirigir el trabajo para los impositivos dominantes de la Tierra. […]. (negrita nuestra)

Interesante es que siempre tengamos ese pensamiento, o sea, de que los Espíritus podrían, caso necesario, anticipar la partida para el plano espiritual de un encarnado que, cada vez más, estaba comprometiéndose delante de la justicia divina. Esa explicación resuelve la cuestión, dándonos cuenta de que es posible, sí, que eso ocurra, mas siempre tiene por objetivo la evolución espiritual del protagonista.

En la pregunta 459 de EL Libro de los Espíritus, Kardec indaga a los Espíritus Superiores: “¿Influyen los Espíritus en nuestros pensamientos y en nuestros actos?”. Obtuvo como respuesta: “Mucho más de lo que imagináis. Influyen a tal punto, que, de ordinario, son ellos los que os dirigen.” (14) Si, como aquí es colocado, “de ordinario los Espíritus nos dirigen”, entonces no es impropio concluir que realmente no somos tan libres como suponemos ser; muchas de nuestras acciones son reflejos de sus interferencias en nuestros pensamientos y, por consiguiente, nuestras vidas.

En El Libro de los Espíritus, es afirmado que los Espíritus Influyen en nuestros pensamientos y en nuestros actos mucho más de lo que imaginamos: “Influyen a tal punto, que, de ordinario, son ellos lo que os dirigen.” (15) Entonces no es impropio concluir que realmente no somos tan libres como suponemos ser; muchas de nuestras acciones son reflejos de sus interferencias en nuestros pensamientos y, por consiguiente, nuestras vidas.

De El Livro de los Médiums, cap. XXI, “Influencia del medio”, destacamos el siguiente trecho del ítem 231:

2. ¿Los Espíritus superiores no pueden vencer la mala voluntad del Espíritu encarnado que les sirve de interprete y de los que lo cercan?

– Sí, cuando lo juzgan útil, y según la intención de la persona que los consulta. Ya lo dijimos: los Espíritus más elevados pueden a veces comunicarse, para una ayuda especial, a pesar de la imperfección del médium y del medio, mas, entonces, estos le permanecen completamente ajenos. (16) (negrita nuestra)

A lo que nos parece, s.m.j., eso viene justamente a corroborar lo que pensamos o sea, que un Espíritu superior vence la mala voluntad del médium, cuando juzga útil su manifestación.

Por tanto, nuestro libre-albedrío es bien relativo y se reporta apenas a algunas conquistas provenientes de nuestra experiencia como Espíritus eternos. Libre-albedrío pleno solamente los Espíritus puros lo tienen, por ya poseer conocimiento moral e intelectual para decidir lo que es mejor para ellos y también para los que les siguen las pisadas, una vez que en esa condición son los fieles ejecutores del cumplimiento de la voluntad de Dios.

 

Referências bibliográficas:

DENIS, L. Depois da Morte. Rio de Janeiro: FEB, 1987.

DENIS, L. O Problema do Ser, do Destino e da Dor. Rio de Janeiro: FEB, 1989.

FRANCO, D. P. Entre os dois mundos. Salvador: LEAL, 2005.

KARDEC, A. A Gênese. Rio de Janeiro: FEB, 2007e.

KARDEC, A. O Livro dos Espíritos. Rio de Janeiro: FEB, 2007.

KARDEC, A. O Livro dos Médiuns. São Paulo: Lake, 2006.

KARDEC, A. Revista Espírita 1859. Araras, SP: IDE, 1993.

KARDEC, A. Revista Espírita 1864, Araras, SP: Ide, 1993.

REIS, A. O acaso não existe; a vida é casual, não casual. Londrina, PR: O Consolador, 30 de agosto de 2009, disponível em: clique aqui para acessar

XAVIER, F. C. No Mundo Maior. Rio de Janeiro: FEB, 1984.

XAVIER, F. C. Nosso Lar. Rio de Janeiro: FEB, 1995.

 


[1]       KARDEC, O Livro dos Espíritos, questão 826, p. 430.

[2]       KARDEC, O Livro dos Espíritos, comentário à questão 399, p. 247

[3]       KARDEC, O Livro dos Espíritos, questão 122, p. 117.

[4]       KARDEC, A Gênese, p. 92.

[5]       DENIS, O Problema do Ser, do Destino e da Dor, p. 347.

[6]       KARDEC, O Livro dos Espíritos, p. 303-304.

[7]       REIS, O acaso não existe; a vida é casual, não casual, disponível em: clique aqui para acessar

[8]       KARDEC, O Livro dos Espíritos, p. 198, q. q. 262a.

[9]       KARDEC, O Livro dos Espíritos, p. 223, q. 337.

[10]     DENIS, Depois da Morte, p. 244.

[11]     KARDEC, Revista Espírita 1859, p. 179.

[12]     KARDEC, Revista Espírita 1864, p. 387.

[13]     XAVIER, Nosso Lar, p. 256.

[14]     KARDEC, O Livro dos Espíritos, p. 277.

[15]     KARDEC, O Livro dos Espíritos, p. 277.

[16]     KARDEC, O Livro dos Médiuns. p. 207.

 

Traducción:
Isabel Porras
isabelporras1@gmail.com

 
 

     
     

O Consolador
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