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Constitución
de la vida
sin
intercambio
sexual |
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Hace algún tiempo, fue divulgado, por la prensa
nacional, que dos niñas fueron generadas a través de
inseminación artificial realizada en los EUA y gestadas
en dos vientres de alquiler. Vieron la luz en San Diego,
en California, donde el proceso es permitido y fue
solicitado por un matrimonio de homosexuales masculinos
de nacionalidad brasileña, siendo que cada uno hizo la
respectiva donación de esperma, posibilitando que cada
bebé tuviese su padre
biológico distinto. Las madres no fueron identificadas,
tanto las que donaron los óvulos, como las que parieron.
Fue fertilizado una decena de embriones, en total,
siendo que la mitad de ellos por los espermatozoides de
cada hombre. Las madres donadoras ofrecieron diez
óvulos.
Para las dos madres de alquiler fueron destinados un
embrión para cada una. Por tanto, fue realizada,
primeramente, la fertilización in vitro, que
consiste en la fecundación del óvulo por el
espermatozoide en un ambiente controlado, fuera del
cuerpo de la mujer. Después el embrión es introducido en
el útero para que la gestación pueda tener su curso
completo.
En relación a la Doctrina Espírita, ¿cómo explicarnos lo
ocurrido? Estamos delante de diez embriones congelados,
debiendo resaltar que nada es regido por el acaso. La
vida refleja, en su complejidad y belleza, la presencia
de una “Inteligencia Superior”. De forma alguna la
existencia puede ser atribuida a la nada, creada la vida
física, sin intención previa, así como afirmó el Cristo:
“No cae una hoja en la tierra, sin el consentimiento del
Padre” y “hasta los cabellos de vuestra cabeza están
todos contados”. Por tanto, hay un campo directriz de
todo el exuberante proceso, exactamente el agente
espiritual, responsable por el nacimiento vivo de un
bebé, majestusa arquitectura humana constituida de más
de cien trillones de células, resultantes de apenas una
célula, denominada huevo o zigoto, y formando mecanismos
y órganos.
Entonces, es imperioso, antes de cualquier análisis
doctrinario más profundo, que quede bien claro que la
fecundación in vitro y el desenvolvimiento del
ser, en el crisol materno, tiene una connotación causal,
no casual, lo que clarea más la explicación del
Espiritismo.
La codificación, realizada por el magnánimo Kardec,
enseña que, en el sumergir en la arena física, hay tres
procesos buscando el crecimiento espiritual del ser: la
prueba, la expiación y la misión. La primera acción
revela un desafio muy intenso, correspondiendo a
pruebas, oportunidades de adquisición de experiencias,
aprendizajes, una actividad que permite que las
potencialidades del individuo puedan emerger, como
igualmente probar, en la dimensión de la carne, que ya
adquirió algún beneficio espiritual.
Ya la expiación tiene relación con infracciones, engaños
o equívocos cometidos en el pasado, en vivencias
distintas, tanto experimentadas, en la existencia
actual, como la gran mayoría en anteriores
encarnaciones. Cualquier actitud mala, infringiendo las
leyes soberanas de Dios que están insertas en la propia
conciencia, genera desequilibrio, exigiendo reparación
del pasado contaminado de equívocos y desencuentros, en
próxima vivencia encarnatoria. Entonces, siendo
victorioso delante de la expiación, el espíritu vuelve a
la verdadera patria, en el vehículo de la inmortalidad,
no más como verdugo, mas como víctima, no siendo más
asediado y enredado por el remordimiento anterior que
parecia no tener fin.
La misión corresponde al amor en acción, una situación
de extremo amparo a favor de un individuo o a un
determinado grupo ligado al reencarnante que asumió la
incumbencia de realizar determinada tarea o promover su
efectividad. Por tanto, en el caso en sí, observamos
muchos individuos envueltos, desde los seres que vuelven
a los parajes físicos, como los revestidos de los mantos
paternos, así como las mujeres que donaron sus óvulos y
las que posibilitaron, a partir de la fecundación in
vitro, el desenvolvimiento de las personas, en el
escenario bendecido uterino, desde la organización
embrionaria hasta la fase del nacimiento.
Por consiguiente, respetando el libre-albedrío de todos
los comprometidos, así como la ley de causa y efecto,
buscando el equilibrio espiritual que ciertamente deriva
a partir de esas experimentaciones en la arena física,
podemos deslumbrar la posibilidad de la prueba, la
expiación y la misión pudieron estar presentes, contando
con la colaboración prestada por los constructores
espirituales.
En la literatura científica, por ejemplo, hay el relato
de un embrión que quedó congelado por 27 años y se
desarrolló sin problemas, naciendo una niña de nombre
Molly, en octubre de 2020. Es detentora del record,
superando a un embrión congelado por 24 años, que
resultó en el surgimiento de otra niña, recibiendo el
nombre de Emma. Muchas instituciones almacenan embriones
congelados que pacientes de fertilización in vitro decidieron
no usar y optaron por donar.
En cuanto a los embriones formados, surge una cuestión:
¿Hay la presencia de espíritus ligados a la estructura
física inicial?
Es importante hacer el análisis del asunto, procurándose
instruir en las valiosas informaciones ofrecidas por la
Doctrina Espírita. En El Libro de los Espíritus,
hay la comunicación de que “la unión comienza en la
concepción, mas solo es completa por ocasión del
nacimiento”, ya que el espíritu se une, desde el
instante de la concepción, por un lazo fluidico, que
cada vez más se va apretando hasta el instante en que el
niño ve la luz (Q. 344).
La codificación kardecista esclarece que, en la
concepción, el espíritu no está aun encarnado, solo
apenas unido por lazos aun frágiles. Por tanto, en el
embrión congelado, habiendo la presencia del ser
extrafísico unido a él, “su estado es casi idéntico al
de un Espíritu encarnado durante el sueño”, lo que puede
facilitarle sobremanera un largo tiempo de espera para
recibir la bondadosa acogida uterina (Q. 351). El niño,
en ese instante, puede ser obtenido, con la parcial
libertad proporcionada por la proyección de la
conciencia o desdoblamiento espiritual. Luego, durante
el intervalo entre la concepción y el nacimiento, el
espíritu no queda inconsciente o inerte. Puede
dislocarse para lejos del embrión congelado, así como
hace el encarnado durante el sueño. Siendo la fase
embrionaria congelada más próxima del momento de la
concepción que del nacimiento, la perturbación tiende a
ser menor, pudiendo el espíritu gozar de más libertad en
cuanto al uso de sus facultades.
¿Por qué el ente extrafísico necesita de esa
experiencia, hasta incluso aguardar decenas de años,
para que sea llevado al crisol materno? Ciertamente, las
leyes divinas, siendo justas y sabias, permiten que el
espíritu reciba la debida oportunidad de la aprobación
espiritual, con mucha posibilidad, a través de una
expiación, aunque no pudiendo despreciar también el
hecho de la prueba o de la misión, auxiliando a sus
entes queridos imposibilitados de la inseminación
natural.
Ejemplificando la expiación, infelices verdugos,
intensamente comprometidos, pasando por experiencias
terribles, en la dimensión espiritual densa, acogidos
por los “samaritanos del más allá”, pueden recibir la
oportunidad de recogerse en un abrigo seguro, ligados a
la masa somática inicial, exactamente en la fase
embrionaria, en pleno proceso de congelamiento.
Igualmente, los profesionales de salud, artífices, en
pasadas vivencias, del horripilante aborto, que ya
pasaron por la debida reencarnación expiatoria, piden la
gracia de la reparación, contribuyendo con la ciencia,
sirviéndose, entonces, de voluntarios a favor de la
vida, hermanados en la organización embrionaria,
aguardando la oportunidad de su implantación y
desenvolvimiento en el nacimiento uterino. Ciertamente
fueron seres que, en diversas encarnaciones, utilizaron
sus vivencias contra la vida y, ahora, están
sacrificándose, en beneficio de ella.
Muchos embriones congelados no vienen, otros son
eliminados en abortos espontáneos. La mayoría de las
clínicas brasileñas especializadas en Fertilización In
Vitro (FIV) trabaja con índices de fracaso que varían
entre 45 a 60% por intento. Sabemos por el estudio
doctrinario que puede haber la posibilidad de no haber
en ellos la presencia espiritual, conforme afianza la
codificación kardecista: “Algunos hay, efectivamente, a
cuyos cuerpos nunca ningún Espíritu estuvo destinado.
Nada tenía que efectuarse para ellos” (Q. 136 a de
“OLE”). Desenvolviéndose sin orientación, como una
edificación hecha sin una planta de construcción y ven
la luz muertos y desfigurados Son natimuertos. En
verdad, no hay unión periespiritual.
La entidad espiritual André Luiz, médico en su última
encarnación, en la obra Evolución en dos mundos,
nos trae valioso subsidio en el sentido do entendimiento
del tema, respondiendo a la siguiente pregunta: “¿Cómo
comprender los casos de gestación frustrada cuando no
hay espíritu reencarnante para arquitectar las formas
del feto?”
La respuesta, importante para el entendimiento
espiritual del asunto: “En todos los casos en que hay
formación fetal, sin que haya la presencia de entidad
reencarnante, el fenómeno obedece a los moldes mentales
maternos. De entre los hechos de esa especie hay, por
ejemplo, aquellos en los cuales la mujer, en prueba de
reajuste del centro genésico, nutre habitualmente el
vivo deseo de ser madre, impregnando las células
reproductivas con elevado porcentaje de atracción
magnética”.
Con todo, en relación a los embriones congelados,
ciertamente hay la enseñanza de ser formulada la
siguiente pregunta: - ¿Y los seres constituídos en
laboratorio, sin la presencia inicial de sus madres? La
respuesta, lista y categórica, viene a seguir: - Los
científicos, envueltos con dedicación en la
investigación, con seguridad están vibrando
provechosamente y pueden contribuir en la formación
moduladora inicial embrionaria. Al mismo tiempo, el
óvulo y el espermatozoide, igualmente, actúan, pues
creemos ser los gametas dotados de energía.
Otra cuestión surge: ¿Para ser producido un ser humano,
hay necesidad de la presencia del espíritu? Respondemos
con una negación. Con todo, para alguien nacer con vida,
tiene que estar presente el ser extrafísico, porque un
organismo sin alma no tendrá condiciones de
sobrevivencia, teniendo apenas un organismo físico, sin
posibilidad de vivir y, aun por encima, revelando graves
y fatales malformaciones (“simple masa de carne sin
inteligencia, todo lo que quisieras, excepto un hombre”)
(Q. 136 b de “OLE”).
Por tanto, la Doctrina Espírita relata que un cuerpo
recién-nato, sin alma, no viene (natimuerto). Eso ya nos
proporcionó la elaboración de algunas tesis, presentadas
en algunos Congresos Espíritas, en Brasil y en Portugal,
y publicadas en libros de nuestra autoría y en algunos
periódicos brasileños y del exterior, inclusive en la
“Revista Espírita”, en Francia (“Revue Spirite”, nº 36,
3º trimestre de 1998), creada por Allan Kardec y
relanzada por el Consejo Espírita Internacional (CEI).
¿Más allá del campo vibratorio proporcionado por quien
lo ampara en el crisol uterino, como explicar el
completo desenvolvimiento embrionario-fetal, sin la
presencia del campo modelador espiritual? La
estructuración somática ocurre, a través del metabolismo
inducido por el cambio iónico denominado como “bomba de
sodio-potasio”, desenvolviendo una diferencia de
potencial eléctrico, contribuyendo para el
funcionamiento de la célula y, por consiguiente, del
cuerpo en su totalidad. Esa energía generada está bien
de acuerdo con la tesis del principio vital, descrita
genialmente por Kardec, en el siglo XIX, en La
Génesis, cap. X, nº 19, diciendo que ese principio
sería una especie particular de electricidad animal,
totalmente de acuerdo con el pensamiento científico
actual.
Como es importante la enseñanza espírita en consonancia
con la ciencia.
La bendita reencarnación, en cualquier circunstancia, es
el vehículo de la depuración de la aflicción y del
sufrimiento, acarreando la victoria del ser sobre sí
mismo.
No tenemos duda de que "Dios es amor" (1-Juan 4:8).
Americo Domingos Nunes Filho es médico y actual
presidente de la Asociación Médico-Espírita del Estado
de Rio de Janeiro (AME-Rio)
Traducción:
Isabel Porras
isabelporras1@gmail.com
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