Tema: Gratitud a Dios
El agradecimiento
Julio entró a su casa con mucha hambre. Fue directo a la
cocina donde encontró un pastel sobre la mesa.
El niño comió el pastel y lo halló delicioso. Quedó tan
satisfecho que quiso agradecer.
- ¡Gracias, mamá! – dijo en voz alta para que su mamá
escuchara.
- ¿Por qué, hijo? – dijo la madre, entrando a la cocina.
- Por el pastel – respondió Julio. – Estaba delicioso y
mató mi hambre.
- ¡Ah! Se
lo compré al panadero. Fue él quien lo hizo, agradécelo
a él.
Julio, entonces, fue a la panadería y dijo:
- Muchas gracias, señor panadero. El pastel que hizo
estaba delicioso y mató mi hambre.
- Niño, no necesitas agradecérmelo. Hacer el pastel fue
fácil. Agradece al agricultor que plantó y recogió el
trigo.
Julio fue a ver al agricultor y dijo:
- Señor agricultor, hoy estaba con hambre y comí un
pastel que mi mamá había comprado. Se lo agradecí, pero
ella dijo que agradeciera al panadero que había hecho el
pastel. Pero él dijo que usted es quien merecía el
agradecimiento por haber cultivado el trigo. ¡Muchas
gracias!
- Mira niño, no me lo agradezcas – dijo el agricultor. –
Yo solo planté y coseché, pero quien hizo que el trigo
naciera fue el sol. ¡Agradécelo a él!
Julio miró al cielo, vio el sol radiante y agradeció al
sol por el delicioso pastel que mató su hambre. Pero el
sol tampoco aceptó los agradecimientos. Dijo que solo no
podría haber hecho nada. Y recomendó al niño que
agradeciera a la lluvia que despertó a las semillas de
trigo y después mojó las plantas hasta que los granos se
formaran.
El niño, entonces, buscó una nube muy cargada, que ya
comenzaba a derramar sus gotas, y agradeció por haber
regado el trigo, que el sol hizo nacer, que el
agricultor cultivó, que el panadero usó como harina para
hacer el pastel, que su mamá compró, que estaba
delicioso y mató su hambre.
La lluvia escuchó toda la historia. Sin embargo, así
como los otros, dijo:
- ¡No me lo agradezcas! Los granos de trigo que yo
desperté para que germinaran ya estaban listos. Yo no
habría hecho nada sin ellos. Dios es quien da vida a
todas las cosas, es la sabiduría y amor infinitos y
quien controla, con sus leyes, todo lo que sucede. Fue
la providencia divina la que permitió que tuvieras tu
hambre saciada por un delicioso pastel. Tu madre, el
panadero, el agricultor, el sol y yo apenas hicimos
pequeñas cosas, cumpliendo la voluntad de Dios y siendo
sus instrumentos. ¡Todo viene de Dios! ¡Agradécelo a Él!
Después de conversar con la lluvia, Julio volvió a casa.
Ya era el final del día. El niño fue a su cuarto y,
pensando en lo que había sucedido y en la explicación
que había recibido, solo cerró los ojos y dijo:
- ¡Gracias, Dios mío!
(Adaptación de un texto de autoría
desconocida.)
Traducción:
Carmen
Morante
carmen.morante9512@gmail.com
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