Espiritismo para
los niños

por Marcela Prada

 

Tema: Gratitud a Dios


El agradecimiento


Julio entró a su casa con mucha hambre. Fue directo a la cocina donde encontró un pastel sobre la mesa.

El niño comió el pastel y lo halló delicioso. Quedó tan satisfecho que quiso agradecer.

- ¡Gracias, mamá! – dijo en voz alta para que su mamá escuchara.

- ¿Por qué, hijo? – dijo la madre, entrando a la cocina.

- Por el pastel – respondió Julio. – Estaba delicioso y mató mi hambre.

- ¡Ah! Se lo compré al panadero. Fue él quien lo hizo, agradécelo a él.

Julio, entonces, fue a la panadería y dijo:

- Muchas gracias, señor panadero. El pastel que hizo estaba delicioso y mató mi hambre.

- Niño, no necesitas agradecérmelo. Hacer el pastel fue fácil. Agradece al agricultor que plantó y recogió el trigo.

Julio fue a ver al agricultor y dijo:

- Señor agricultor, hoy estaba con hambre y comí un pastel que mi mamá había comprado. Se lo agradecí, pero ella dijo que agradeciera al panadero que había hecho el pastel. Pero él dijo que usted es quien merecía el agradecimiento por haber cultivado el trigo. ¡Muchas gracias!

- Mira niño, no me lo agradezcas – dijo el agricultor. – Yo solo planté y coseché, pero quien hizo que el trigo naciera fue el sol. ¡Agradécelo a él!

Julio miró al cielo, vio el sol radiante y agradeció al sol por el delicioso pastel que mató su hambre. Pero el sol tampoco aceptó los agradecimientos. Dijo que solo no podría haber hecho nada. Y recomendó al niño que agradeciera a la lluvia que despertó a las semillas de trigo y después mojó las plantas hasta que los granos se formaran.

El niño, entonces, buscó una nube muy cargada, que ya comenzaba a derramar sus gotas, y agradeció por haber regado el trigo, que el sol hizo nacer, que el agricultor cultivó, que el panadero usó como harina para hacer el pastel, que su mamá compró, que estaba delicioso y mató su hambre.

La lluvia escuchó toda la historia. Sin embargo, así como los otros, dijo:

- ¡No me lo agradezcas! Los granos de trigo que yo desperté para que germinaran ya estaban listos. Yo no habría hecho nada sin ellos. Dios es quien da vida a todas las cosas, es la sabiduría y amor infinitos y quien controla, con sus leyes, todo lo que sucede. Fue la providencia divina la que permitió que tuvieras tu hambre saciada por un delicioso pastel. Tu madre, el panadero, el agricultor, el sol y yo apenas hicimos pequeñas cosas, cumpliendo la voluntad de Dios y siendo sus instrumentos. ¡Todo viene de Dios! ¡Agradécelo a Él!

Después de conversar con la lluvia, Julio volvió a casa. Ya era el final del día. El niño fue a su cuarto y, pensando en lo que había sucedido y en la explicación que había recibido, solo cerró los ojos y dijo:

- ¡Gracias, Dios mío!


(Adaptación de un texto de autoría desconocida.)

 

Traducción:
Carmen Morante
carmen.morante9512@gmail.com


 


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