Con el título de arriba, encontramos un excelente libro
de autoría de Alírio Cerqueira Filho, en el cual hay un
análisis de otro clásico de la literatura espírita
titulado “Memorias de un Suicida”, narrativa del
espíritu Camilo Castelo Branco y psicografiado por
Yvonne A. Pereira.
Camilo Castelo Branco, literato portugués, al ser
acometido por una ceguera irreversible, se suicida y
pasa largo tiempo, hasta que se agote su fluido vital,
en el valle de los suicidas. Posteriormente, en
condiciones ya de espíritu socorrido, obtiene permiso de
la Espiritualidad Mayor para, por medio de los
mecanismos de la mediumnidad, contar sobre el intenso
sufrimiento que lo acompañó después del acto insano.
Luego al inicio de la obra primeramente mencionada,
vamos a encontrar datos aterrizadores, ofrecidos por la
Organización Mundial de la Salud, sobre la cantidad de
suicidios que ocurren en el mundo, como también los
motivos y las consecuencias funestas que de ellos
derivan.
A título de esclarecimiento, para que tengamos una
exacta noción de la gravedad de la situación, dice esa
organización que en el año 2000 um millón de personas
cometió suicidio; que el suicidio es responsable por
casi la mitad de todas las muertes violentas en el
mundo; a cada 30 segundos una persona lo practica; es la
tercera causa de muerte entre 15 y 35 años, está entre
las 10 causas de muerte más frecuentes en todas las
edades; en la mayoría de los países de Europa, el número
anual de suicidios supera el de víctimas de accidentes
de tráfico y aun, de entre otras que dejaremos de
nombrar, las estimaciones realizadas indican que en 2021
las víctimas podrían ascender a 1,5 millones de personas
por año. ¿Estremecedor, no?
Importante acentuar que sobre esa estimación Kardec, en
un artículo publicado en la Revista Espírita de 1866,
afirmó que los suicidios se multiplicarían en proporción
nunca vista, hasta entre niños. El asunto fue aireado
dentro de un análisis hecho a ese periodo de transición
que ya estamos enfrentando en nuestro orbe, cuando, más
allá de variadas catástrofes, afectando la geografía del
planeta, cambios sustanciales en el campo de las ideas
ocurrirían.
De entre las variadas causas que llevan al suicidio,
podríamos mencionar los brotes psicóticos,
esquizofrenias, depresión, dolencias incurables como
algunos tipos de cáncer, Sida y dolencias degenerativas,
tedio delante de una concepción materialista de la vida,
personas que se matan para unirse a alguien querido ya
desencarnado, de entre otras.
Cualquiera que sea la causa, lo importante es
reflexionar que el suicidio es un vano intento de buscar
la morte, porque la muerte no existe. Su práctica no va
a matar la vida en sí misma, va a destruir apenas el
cuerpo material y el cuerpo espiritual, que nosotros
espíritas llamamos cuerpo periespiritual, juntamente con
el alma inmortal, permanecerán vivos en la otra
dimensión.
Todos nosotros somos seres trinitarios, seres formados
de cuerpo, periespíritu y alma. El alma es la Esencia
Divina, el Ser pensante, que está envuelto por el
periespíritu que es semimaterial, materia en estado
quintaesenciado y el cuerpo físico. Uniendo el alma al
periespíritu existen lazos energéticos y, uniendo el
periespíritu al cuerpo, existen otros lazos energéticos.
Para que el asunto quede bien comprendido, importante
traemos algunas preguntas hechas por Kardec a los
Espíritus Superiores con las respectivas respuestas y
algunos comentarios, sobre las consecuencias del
suicidio.
Veamos:
Pregunta 957 de El Libro de los Espíritus: -
“¿Cuáles son en general, con relación al estado del
Espíritu, las consecuencias del suicidio? Muy diversas
son las consecuencias del suicidio. No hay penas
determinadas y, en todos los casos, corresponden siempre
a las causas que lo produjeron. Hay, sin embargo, una
consecuencia la que el suicida no puede escapar: es el
desencanto. Mas la suerte no es la misma para todos;
depende de las circunstancias. Algunos expian la falta
inmediatamente, otros en nueva existencia, que será peor
de lo que aquella cuyos curso interrumpió.”
Podemos deducir por esas palabras que cada caso es un
caso. Existen siempre en las cuestiones del suicidio las
llamadas atenuantes y agravantes en relación al acto. Y
Kardec comenta: “La observación muestra, de hecho, que
los efectos del suicidio no son idénticos. Algunos hay,
no obstante, comunes a todos los casos de muerte
violenta y que son la consecuencia de la interrupción
brusca de la vida. Hay, primero, la persistencia más
prolongada y tenaz del lazo que une el Espíritu al
cuerpo, por estar casi siempre ese lazo en la plenitud
de su fuerza cuando es roto, al paso que, en el caso de
muerte natural, él se debilita gradualmente y muchas
veces se deshace antes que la vida se haya extinguido
completamente.”
Y él continua: “Las consecuencias de este estado de
cosas son el prolongamiento de la perturbación
espiritual, más allá de la ilusión que, durante un
periodo más o menos largo, hace al Espíritu creer que
aun está entre los vivos.”
Kardec complementa sus comentarios diciendo: “La
Religión, la moral y todas las filosofías condenan el
suicidio como algo contrario a la ley de la Naturaleza.
Todos nos dicen, en principio, que nadie tiene el
derecho de abreviar voluntariamente la vida. ¿Mas por
qué no se tiene ese derecho? ¿Por qué no se es libre
para dar fin a los propios sufrimientos? Al Espiritismo
estaba reservado demostrar, por medio del ejemplo de
aquellos que sucumbieron, que el suicidio no es apenas
una falta por infringir una ley moral – consideración de
poco para algunos individuos -, mas también un acto
estúpido, pues nada se gana con el – muy por el
contrario. No es la teoría que nos enseña eso, mas los
propios hechos que el Espiritismo pone delante de
nuestros ojos.”
Para aquellos que acostumbran a desdeñar de las
revelaciones traídas por la Doctrina de los Espíritus,
pasamos algunas informaciones de respetables
científicos, como por ejemplo, el doctor Ian Currie,
sociólogo canadiense que, en su libro “You cannot die”
o, en traducción literal, “Tú no puedes morir”, dice que
pocas personas saben que la muerte, el adversario más
antiguo, misterioso e inevitable del hombre, viene
siendo sistemáticamente estudiada durante los últimos
cien años por científicos que la investigaron en varias
áreas. Menos aun son los que tienen conocimiento de que
el resultado de ese esfuerzo es un gran número de
descubrimientos fascinantes que llegaron a cuatro
conclusiones: los seres humanos sobreviven a la muerte
física; ellos continuan existiendo después de la muerte
en diferentes níveles de consciencia y creatividad, en
una esfera que normalmente los seres encarnados no
consiguen percibir; dejan periódicamente esas esferas
para asumir un nuevo cuerpo y que las reencarnaciones
sucesivas no ocurren por acaso, mas obedecen a una
fascinante ley causal.
Como no hay espacio para detallar los trabajos
realizados por otros estudiosos sobre la existencia y
continuación de la vida, apunto aquí algunos nombres que
podrán ser investigados para la lectura, que solo
confirmam todo lo que la Doctrina Espírita nos ha
revelado.
Son ellos, sin agotar el rol: Dr. Larry Dossey (EUA);
Dr. Raymond A. Moody Jr. (EUA); Dr. Kenneth Ring (EUA);
Brian Weiss (EUA); Dr. Ian Stevenson (médico psiquiatra
Universidad de Virginia – EUA); Dr. Roger Woolger
(Inglaterra); Patrick Drouout (Francia); Hans Tem Dan
(Holanda); Edith Fiore (EUA), de entre otros.
Finalizando, la búsqueda por el conocimiento es la llave
para liberarnos de la ignorancia.
Investigamos, despojados de preconceptos, de dónde
vinimos y para dónde iremos, es punto esencial para que
nos mejoremos cada día.
La vida no se acaba nunca. Cambiamos de plano.
Nuestro espíritu es inmortal, por tanto buscar la muerte
como medida para librarnos de nuestros problemas apenas
retardará nuestra marcha, recordando que somos nosotros,
siempre nosotros, los artífices de nuestro destino.