“El dolor es una advertencia necesaria, un estimulante a
la voluntad del hombre, pues nos obliga a concentrarnos
para reflexionar, y forzanos a domar las pasiones. El
dolor es el camino del perfeccionamiento. Físico o
moral, es un medio poderoso de desenvolvimiento y de
progreso. Es purificación suprema, es la escuela en que
se aprenden la paciencia, la resignación y todos los
deberes austeros. Es el horno donde se funde el egoísmo
en que se disuelve el orgullo.”
(In: “Después de la Muerte”, 2ª parte, 18ª Ed., cap. 13,
p. 140, FEB – RJ/RJ)
Confrontantes preguntas:
- Si animales, como los hombres, no tienen conciencia,
¿por qué sufren? ¿Castrar animales constituye
transgresión de alguna Ley Divina? ¿Es condenable
practicar la eutanasia en el animal sufriendo dolores,
teniendo mal sin cura?
Enumeraré aquí algunas enseñanzas de la Doctrina de los
Espíritus al respecto.
Sufrimiento (dolor) en las plantas y en los animales
En “La Génesis”, de Allan Kardec, cap. XVIII, n° 8,
encontramos que plantas y animales son
alcanzados por enfermedades.
Considerando que las plantas tienen sensibilidad,
nada objeta deducir que tal les causa sufrimiento. No
hay condiciones de afirmar que sienten dolor,
apenas que:
- un árbol cortado pierde savia y muere;
- ramas quemadas, se debilitan rapidamente; antes, a la
simple aproximación del fuego, se retraen;
- muchas son las plagas que atacan cultivos, más allá de
parasitos que les causan daños, resultando que se
marchitan y mueren.
En el caso de los animales, no hay la menor duda
que sufren dolor, tanto como el ser humano.
Mas ahí, no pocas personas, mayoría espíritas,
consideran:
— Si el hombre rescata débitos contraídos por acciones
equivocadas, apartadas de las Leyes Morales, ¿cómo
justificar que animales y plantas también sufran? ¿Qué
culpa les puede ser atribuida, si no tiene, como
nosotros, inteligencia, libre-albedrío y conciencia?
Realmente, he aquí un aparente contrasentido de la
Naturaleza...
Pero, en verdad, nada hay equivocado en eso.
Sufrimiento en el hombre
En cuanto a los hombres, no cabe duda de que la Justicia
Divina, para que cada ser subiendo los escalones del
progreso a través de responsabilidad y esfuerzo propios,
les proporciona el mecanismo de las reencarnaciones y
engendró el cuerpo físico susceptible a enfermedades y
dolor. Los posicionó inicialmente en mundos primitivos
y de ahí, siempre amparados, progresivamente los
transfirió para mundos convenientes con la evolución
individual que cada uno ya alcanzó.
Las enfermedades son propias del grado evolutivo de los
planetas atrasados, como la Tierra. Ayudan al hombre a
desenvolver la inteligencia, para desvelarlas, de lo que
hacen sublime prueba los bendecidos progresos de la
Medicina. Es que el dolor obra como poderosa alerta de
que algo no va bien, espiritual o físicamente.
Más allá de eso, la Ley de Causa y Efecto, limita el
equilibrio de la Justicia, haciendo retornar al origen,
el bien o el mal. En el caso del mal — dolor,
sufrimientos, dolencias —, aun por la Bondad Suprema de
Dios, el deudor, sabiendo por qué sufre, sin rebeldía y
con resignación puede resarcir su débito a través de
acciones de auxilio al prójimo. En ese caso, incluso
visitado por sufrimientos, estos ya no le pesan tanto,
he que la Esperanza y la Fe en la Justicia del Padre son
poderosos bálsamos, más allá de potentes energéticos
para suplantar dificuldades.
— Muy bien: ¿Y el dolor en los animales?
No teniendo inteligencia, libre-albedrío o conciencia,
sus acciones, necesariamente instintivas, apenas buscan
la sobrevivencia. ¿Y siendo así, cómo imputarles culpa
y el respectivo rescate?
Partiendo de la premisa de que Dios es la Perfección
Suprema y el Amor Absoluto, en ninguna hipótesis se
podrá exponer la menor posibilidad de que eso consista
en injusticia o equivoco de la Naturaleza. Otro tiene
que ser el enfoque.
Aquí, entra en escena la condición esclarecedora del
Espiritismo.
Me voy a demorar un poco más en las reflexiones sobre el
dolor, en los seres vivos:
a. En
“La Génesis”, cap. III, Allan Kardec discurre con gran
profundidad sobre el bien y el mal,
analizando detalladamente instinto e inteligencia y,
particularmente, la “destrucción de los seres vivos
unos por los otros”. En el ítem 21,
esclarece que “la verdadera vida, tanto del animal como
del hombre, no está en el envoltorio corporal, del mismo
modo que no está en el vestuario. Está en el principio
inteligente que preexiste y sobrevive al cuerpo”. (Subrayado
mío).
Aquí, ya hay contenido suficiente para reflexionar que
daños físicos que destruyan la materia, esto es, de los
cuales resulten la muerte, no destruyen el espíritu
(naturalmente, revestido del periespíritu, que los
animales también los tienen, aunque de materia más
rudimentaria que la humana).
Prosigue Kardec, ahora en el ítem 24: “en los
seres inferiores de la creación, en aquellos a quien aun
falta el sentido moral, en los cuales la inteligencia
aun no sustituyó el instinto, la lucha es por la
satisfacción de la imperiosa necesidad — la alimentación;
luchan únicamente para vivir; es en esos primeros
periodos que el alma se elabora y ensaya para la vida”.
b. El Espíritu Emmanuel esclarece, en un texto
psicografiado y mencionado de la Revista El
REFORMADOR, Junio, 1987 – FEB, de forma a no dejar
cualquier duda, que el dolor representa aprendizaje,
constante de la trilla evolutiva de cada ser vivo, rumbo
a la evolución; esa información es textual, cristalina y
no deja margen a derivaciones filosóficas. He la:
“Nadie sufre, de un modo o de otro, tan solamente para
rescatar el precio de alguna cosa. Se sufre, también,
atrayendo los recursos preciosos para obtenerlo. Así es
que el animal atraviesa largas eras de prueba a fin de
domesticarse, tanto como el hombre atraviesa otras
tantas largas eras para instruirse. Espíritu alguno
obtiene elevación o cultura por osmosis, mas sí a través
de trabajo paciente e intransferible. El animal igualmente
para alcanzar la aureola de la razón debe conocer
benefactora y largas reglas de experiencias que
terminarán por integrarlo en la posesión definitiva del
raciocinio. Dolor físico en el animal es pasaporte
para más amplios recursos en los dominios de la
evolución”. (Subrayé)
Así, incluso que para muchos sea penoso aceptar,
prudente será reflexionar mucho sobre el tema y sobre y
cuanto aun el hombre ignora las cosas de Dios — Padre
que jamás abandona a cualquiera de Sus hijos. Con esa
certeza, queda apartada, de pronto, que la crueldad que
victima animales sea indiferente a la Vida y al Amor de
Dios, presente en el infinitamente perfecto Plano de la
Creación.
c. Juvanir Borges de Souza (1916-2010), añorado
ex-presidente de la Federación Espírita Brasileña, en
“Tiempo de Renovación”, cap. 20, pág. 164, Ed. FEB,
1989, concluye: “para bien comprender el papel del
dolor será necesario situarlo como el gran educador de
los seres vivos, con funciones diferentes en el vegetal,
en el animal y en el hombre, mas siempre como
impulsador del proceso evolutivo, una de las alavanzas
del progreso del principio espiritual”. (Subrayé)
Delante de las afirmaciones de arriba, reflexiono:
- animales sufren para que registren en su memoria
espiritual, eterna, que el dolor duele, es malo; así,
al evolucionar, alcanzando la inteligencia, ya traeran
en él bagaje cognitivo, que el dolor debe ser evitado -
la propia, por autopreservación y la del próximo, esta,
consubstanciada por Jesús, cuando aconsejó que no
hiciésemos a otro aquello mesmo que no deseamos para
nosotros mismos;
- nada impide de considerar que el dolor, en los
animales, completado el aprendizaje, no más se repetirá,
siendo muy probable que al desencarnar, sea en qué
condiciones sean, el sufrimiento es interrumpido en el
acto de la desencarnación y bajo patrocinio caritativo
de los Misioneros del Amor Eterno;
- además, imagino que sea necesario más de una
experiencia dolorosa, para fijación del aprendizaje;
como existen millares de especies y millones de moradas
en el Universo, hay gran probabilidad que los animales
recorran muchos de esos mundos, en cuerpos adecuados,
acumulando experiencias;
- como la restauración periespiritual es una realidad
del Plano Mayor, nada me impide también de imaginar que
los periespíritus de los animales, si son damnificados,
allá serán recompuestos por Genecistas Siderales, los
mismos que promueven las modificaciones tendientes a la
escala evolutiva de la especie (ved el cap. “La Gran
Transición“, en la obra A Camino de la Luz, del
Espíritu Emmanuel, psicografia de Francisco Cândido
Xavier, 13ª Ed., 1985, FEB, RJ/RJ);
- si los animales fueran "anestesiados" por Espíritus
Protectores, en la hora del abatimiento, para evitar el
dolor, allí no ocurriría fijación del aprendizaje
evolutivo; con todo, nada me objeta razonar que en
muchos, muchos casos incluso, eso ocurra, no obstante en
otras circunstancias; por ejemplo: cuando la crueldad
humana esté presente, infrigiendo sufrimiento a animales
cuyo programa reencarnatorio no lo prevía;
- a los Espíritus que aman a los animales, a ellos
probablemente es delegada la función de orientar a las
especies animales cuando es en el plano espiritual, y de
protegerlos, cuando en el material; en este, lo hacen
con abnegación y amor, creando "habitats" y manteniendo
los ecosistemas; asistiendolos en los momentos difíciles
por los cuales pasan; considero, por ejemplo, que
cuando un predador de gran potencial ofensivo (recuerdo
que fueron los Promotores de la Vida que así lo
equiparan bajo delegación Divina...) ataca una indefensa
presa (también de organismo engendrado por los
Guardianes de la Vida Eterna), Dios está presente en uno
y en otro animal; por la Ley del Progreso, ciertamente,
en el avanzar del tiempo, los papeles tal vez sean
invertidos y después tan marcantes experiencias
vivenciales en el plano físico, ambos ya tendrán tales
recuerdos bien fijados en su memoria espiritual (por
automatismo biológico-espiritual); a seguir, cuando
alcanzaran la razón/inteligencia, solo cometieron
violencia por auto decisión, a bordo del libre-albedrío;
y, a partir del libre-albedrío, la evolución pasa a ser
limitada por la Ley de Causa y Efecto - Acción y
Reacción.
d. Por oportuno voy a citar algunos trechos de las
siempre esclarecedoras instrucciones de Allan Kardec,
años después de su desencarnación, clareando el asunto,
a través de mensajes contenido en “El Diario de los
Invisibles”, psicografiado por Zilda Gama (p. 73 a 75 de
la 1ª Ed., 1927, Editora El Pensamiento):
(...) “Bien sabéis que el dolor, físico y moral, es
la lejía que blanquea el alma salpicada del ser
consciente y responsable por sus actos; es el alumbrado
que la inunda de luz, volviéndola eternamente radiante.
(...) Si solo el hombre fuese susceptible al dolor y a
las enfermedades y los irracionales tuviesen los
organismos inmunes al sufrimiento, insensibles como el
acero, se rompería el hilo que los vincula por la
materia, que es semejante en todos los animales.
(...) Los animales, sean los de constitución semejante a
la del hombre, sean los de organismos imperfectos, no
padecen, como los racionales, únicamente para progresar
espiritualmente, pues son inconscientes e irresponsables,
mas Dios, que todo prevé, no los hizo insensibles a la
propia defensa y conservación, como medio de ser
domesticados, volviéndolos útiles a las colectividades.
Un caballo que fuese indiferente al dolor sería capaz de
precipitarse, con el jinete, al primer abismo que se le
depararse, intentando librarse de la silla y de la carga
inoportuna que le traba los movimientos, privándolo de
vivir a saltos por la inmensidad de los prados o a la
sombra de los bosques. ¿Por qué retroceden, temerosos,
ante la amenaza de una piedra o de una púa, un perro o
un toro enfurecido? Con recelo del sufrimiento que
tendrían si fuesen por ellos alcanzados.
(...) Los irracionales necesitan del dolor, para que
puedan, en estado de libertad, defender la propia vida,
temer a los malos tratos, sufrir los impulsos feroces,
procurar reposo y alimento, volverse menos peligroso al
hombre, mantener el instinto de conservación, que no
tendrían, si sus cuerpos fuesen desprovistos de
sensibilidad. El hombre progresa más por los
padecimientos morales que por los físicos; en los
irracionales predominan estos sobre aquellos.
(...) El dolor es útil a los animales para que los
débiles y pequeños se defiendan de los fuertes y crueles,
procurando escondrijos inaccesibles a sus adversarios en
las cavernas o en los más altos follajes”.
Entiendo que, por paradoja que parezca, el dolor, en
análisis de entendimiento y respeto a las Leyes Divinas,
en verdad es amigo, ya que para el hombre obra como
alerta inexorable de que hay algo personal a ser
reformado; y para los animales, como indudable
aprendizaje...
Castración de animales
— En cuanto a la castración de animales, no puedo
aconsejar, ni sí, ni no. Hay varios componentes en esa
cuestión, tanto de orden moral como material. La
decisión tiene que ser individual, de cada dueño de
animal.
Lo que
informo y afirmo, tan solamente
como opinión, es que
— entre la
alternativa cruel del abandono,
o la
castración,
considero útil esa providencia
(castración),
mil veces
preferible
que dejar las
multiplicadas crías
venir
al mundo y después
abandonarlas,
o lo
que es peor,
sacrificarlas.
No obstante, encuentro
expresivo respaldo en la
respuesta
en “El Libro
de
los
Espíritus”, pregunta 693,
con trechos
que reproduzco:
Q.693 – ¿Son contrarias a la ley de la Naturaleza las
leyes y las costumbres humanas que tienen por fin o por
efecto crear obstáculos a la reproducción?
R: Tudo lo que obstaculiza la Naturaleza en su marcha es
contraria a la ley general.
b) –
Entre tanto hay especies de seres vivos, animales y
plantas, cuya reproducción indefinida sería nociva a
otras especies y de las cuales el propio hombre acabaría
por ser vítima. ¿Practica el acto reprensible,
impidiendo esa reproducción?
R: Dios concedió al hombre, sobre todos los seres vivos,
un poder del que él debe usar, sin abusar. Puede, pues,
regular la reproducción, de acuerdo con sus necesidades.
Eutanasia-animal
(El Espiritismo
consigna con claridad
solar que la
eutanasia
(en humanos) es práctica
contraria a
las Leyes
Divinas, registrando “el valor
del último
pensamiento”
de un moribundo
en estado
desesperado, cuando
podrá él
despertar para el entendimiento
espiritual y ese
minuto “ahorrará muchas
lágrimas en el futuro”. En
cuanto
a los animales,
no trata específicamente
del tema
“eutanasia”).
En 1995
fue realizado
en São
Paulo un encuentro
internacional para debatir
malos-tratos
contra animales
de compañía —
básicamente, perros y gatos.
Temas centrales:
control de
la
reproducción (por
esterilización o
castración),
bienestar
de
los
animales y educación...
de sus dueños.
Actividad
a ser mundialmente revisar
es la
forma como los
países sacrifican animales
abandonados en las calles:
envenenamiento,
electrocución o
descompresión en cámaras
de vacio.
Todos esos
métodos provocan sufrimientos en el animal,
por cerca de uno
a tres
minutos, antes de morir.
Si
el holocausto
fuera inevitable,
que sea por anestésicos que provocan
la
muerte
indolora,
tal como ocurre
en Londres, donde los
animales
que son sacrificados
reciben inyecciones y mueren en menos
de un segundo,
sin sufrimiento.
No me atrevo a aconsejar la eutanasia de cualquier
animal.
El tema es ardiente y puede suscitar mucha controversia,
pues el amor del dueño por un animal está entre las más
bellas páginas de la existencia terrena. Por eso tal
decisión tendrá obligatoriamente que obedecer a los
impulsos del corazón. ¡Extremamente aconsejable en esos
momentos ser consultado a un médico veterinario... y la
conciencia!
De mi parte reflexiono que, exclusivamente en los casos
de animales en estado terminal, casi siempre padeciendo
dolores atroces, si fueran sacrificados para cesación de
ese sufrimiento, quien los ama eso decidió por amor.
En esos pungentes casos, la intención del dueño de optar
por la eutanasia tiene base, pues, en el amor. ¡Y para
Dios, la intención es todo!
Jesús, el Buen Pastor, nos bendiga, a todos.