Tema: Respeto a los animales
Un animal no es un juguete
Joaquín estaba volviendo a casa, pues había ido a jugar
a casa de su amigo. Cuando Joaquín dio vuelta a la
esquina, vio a algunos niños corriendo y dando
risotadas. Continuó andando y fue acercándose al pequeño
grupo. Comprendió, entonces, el motivo de su diversión.
Ellos estaban riéndose de un gato, que tenía la cola
atada a un hilo con un pedazo de metal amarrado. Cuando
andaba, el metal raspaba el piso, hacía ruido y el gato
se asustaba y salía corriendo. Cuanto más corría, más
ruido iba detrás de él, y el gato se asustaba y corría
aún más.
El pobre gatito solo se detenía cuando estaba muy
cansado, pero tan pronto como se movía todo volvía a
comenzar.
Los niños, sin piedad, solo veían diversión en eso y
corrían atrás del animalito:
- ¡Qué gato tan tonto! – decía uno de ellos, riendo. -
¿No se da cuenta de que solo debe quedarse quieto?
Joaquín se quedó indignado cuando vio eso.
Él era un niño tímido y tuvo vergüenza de enfrentar a
los otros niños, aún más cuando ellos estaban en grupo y
Joaquín solo. Pero incluso así no se contuvo. Alguien
necesitaba ayudar al gato. Entonces,
con valentía, dijo:
- ¡Detengan eso! ¿No están viendo que el gato está
asustado y necesita ayuda?
- ¿Qué tienes que ver con esto? ¿Acaso el gato es tuyo?
– preguntó uno de los niños.
- Lo que tengo que ver con esto es que sé que esto no se
hace. Nadie
tiene el derecho de divertirse con el sufrimiento de los
demás. Los animales también sienten dolor y miedo.
- No lo estamos lastimando. Solo nos divertimos con la
situación – dijo el niño.
- El animal no es un juguete. Deberían buscar otro modo
de divertirse. No están lastimándolo, pero él esta
asustado y cansado. Si no van a ayudar, ¡por lo mejor
déjenlo en paz de una vez!
Los niños se callaron. En el fondo, sabían que Joaquín
tenía razón. Nuestra conciencia sabe lo que es correcto
y lo que está mal, incluso cuando insistimos hacer lo
que no deberíamos.
Los niños se fueron. Solo uno se quedó. Era Felipe, que
se arrepintió después de escuchar las palabras de
Joaquín y quiso ayudar.
Los dos niños tardaron mucho para lograr ayudar al
gatito. Necesitaban dejar que se quedara solo, para que
se calmara y descansara. Después, se acercaron
calmadamente y fueron llamando al gatito. Hasta que el
animalito confió en ellos y los niños pudieron
desenrollar el hilo que estaba enroscado en su cola.
Cuando lo consiguieron, los dos niños celebraron,
felices. Incluso acabaron volviéndose amigos después de
eso.
Joaquín llevó al gato a su casa. Le dio comida y agua.
Le complació, le dio cariño, hizo todo lo que pudo para
que se sintiera bien.
Al día siguiente, Joaquín y su papá llevaron al gatito a
un centro de acogida de animales. Más tarde el gatito
fue adoptado por una familia con dos niñas que querían
mucho tener un nuevo amigo como él.
El gatito fue muy bien tratado, respetado y amado de ahí
en adelante, como todos los animales merecen. Después de
todo, ellos fueron creados por Dios, así como nosotros y
son nuestros compañeros aquí en el planeta Tierra.
Traducción:
Carmen
Morante
carmen.morante9512@gmail.com
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Atividades
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