Un tema que viene siendo motivo de intensos estudios en
el movimiento espírita dice respecto a la existencia o
no de animales en el mundo espiritual.
Uno de los principales focos de ese debate está centrado
en la pregunta 600 de “El Libro de los Espíritus”. De
hecho, muchos compañeros que defienden que no existen
animales en el mundo espiritual respaldan ese
posicionamiento a través de la cita de esa pregunta.
Veamos:
600. Sobreviviendo al cuerpo en que habitó, ¿el alma del
animal queda en un estado errante semejante al que se
encuentra el hombre después de la muerte?
R. Queda en una especie de erraticidad, ya que no está
más unida al cuerpo, pero no es un Espíritu errante.
El Espíritu errante es un ser que piensa y obra por su
libre voluntad; el de los animales no tiene la misma
facultad. Es la conciencia de sí mismo que constituye el
principal atributo del Espíritu. Después de la muerte,
el Espíritu del animal es clasificado por los Espíritus
que se encargan de esa tarea y utilizado casi
inmediatamente; no dispone de tiempo para relacionarse
con otras criaturas”.
La “Falange del Espíritu de Verdad” acentúa, luego en el
inicio de la respuesta, de manera muy clara y objetiva,
que el alma del animal “queda en una especie de
erraticidad, ya que no está más unida al cuerpo...”.
Por tanto, el alma del animal (a pesar de que algunos
compañeros preferirán la expresión “el principio
inteligente de los animales”, es interesante notar que
el propio Codificador utiliza la expresión “el alma del
animal” en la elaboración de la pregunta 600 y, por eso,
la empleamos en este artículo) se encuentra en la
erraticidad, o sea, las almas de los animales permanecen
en el mundo espiritual.
Consecuentemente, continuando la respuesta a la pregunta
600, los Espíritus de la Falange del Espíritu de Verdad,
los cuales ya habían dejado claro que existen animales
en el mundo espiritual, prefieren no caracterizar las
almas de los animales presentes en la erraticidad con la
expresión “Espíritu errante”. Eso aparentemente nada
tiene que ver con la idea de, supuestamente, no existir
animales en el mundo espiritual. Probablemente, eso fue
causado por el hecho de la respectiva Falange, en “El
Libro de los Espíritos”, haber discutido una serie de
preguntas asociadas a los Espíritus errantes
exclusivamente como Espíritus en condición hominal, o
sea, Espíritus que ya alcanzaron la condición evolutiva
mínima de seres humanos. En ese contexto, si taxasen las
almas de los animales como “Espíritus errantes”, el
texto de “El Libro de los Espíritus” perdería coherencia
interna, pues algunas características evolutivas
solamente alcanzadas en la condición hominal no son
observadas, obviamente, en el comportamiento de los
animales. Eso queda explícito en la respuesta a la
pregunta 600, una vez que los Espíritos llegaron a
definir “Espíritu errante” a fin de que quedase bien
comprensible el motivo de ellos no caracterizar a las
almas de los animales con esa expresión.
Veamos:
“... El Espíritu errante es un ser que piensa y obra por
su libre voluntad; el de los animales no tienen la misma
facultad. Es la conciencia de sí mismo que constituye el
principal atributo del Espírito...”.
Los Espíritus están explicando, por tanto, que “el
Espíritu errante es un ser que piensa y obra por su
libre voluntad...” y, solamente por eso, no irían a
caracterizar las almas de los animales presentes en el
mundo espiritual como “Espíritus errantes”. Realmente,
el nível de libertad intelectual y amplitud de
iniciativas es bien menor en los animales en comparación
con los seres humanos.
Muchos rechazan la idea de que existen animales en el
mundo espiritual, justificando ese posicionamiento por
el hecho de que las almas de los animales no podrían ser
consideradas como “Espíritus errantes”, olvidando la
contundencia del inicio de la respuesta.
A seguir, el texto presenta un comentario bien
interesante:
“Después de la muerte, el Espíritu del animal es
clasificado por los Espíritus que se encargan de esa
tarea y utilizado casi inmediatamente...”.
Más allá de dejar evidente que hay Espíritus con tareas
específicas asociadas al cuidado y encaminamiento de los
animales, la Falange del Espíritu de Verdad acentúa que
el Espíritu del animal es “utilizado casi
inmediatamente”. Ser “utilizado casi inmediatamente” no
quiere decir necesariamente ser “reencarnado casi
inmediatamente”. Además, los Espíritus tienen el cuidado
de afirmar “casi inmediatamente” y no sólo
“inmediatamente”, denotando que sí, hay animales en el
mundo espiritual, pero que ellos son conducidos a un
tipo de tratamiento específico, probablemente bien
diferenciado en relación al que frecuentemente ocurre
con los Espíritus humanos.
Además, sería el caso de preguntarse cuánto tiempo
correspondería a ese “casi inmediatamente”, tratándose
de desencarnación, adaptación al mundo espiritual y
reencarnación. Sin un mayor detalle, o sea, sin una
escala mínima de tiempo, queda muy difícil afirmar,
basándose única y exclusivamente en la pregunta 600 de
“El Libro de los Espíritus”. De cualquier manera, la
expresión “casi inmediatamente” (y no apenas
“inmediatamente”) refuerza que, sí, existen animales en
el mundo espiritual.
¿Podríamos suponer que el intervalo entre
reencarnaciones de los animales sería, de media, menor
que el de los humanos? Tal vez, a pesar de la Falange
del Espíritu de Verdad afirmar que los Espíritus de
animales son “utilizados casi inmediatamente” y no
“reencarnados casi inmediatamente”.
Ese supuesto menor periodo entre encarnaciones sería
reforzado por la última y más enigmática frase de la
respectiva respuesta:
“... no dispone de tiempo para relacionarse con otras
criaturas.”
Siendo así, excepto en casos de cambio de especies
animales, en que se haría necesario una mayor
preparación periespiritual, las reencarnaciones de almas
de animales en la misma especie tienden a requerir un
tiempo menor de erraticidad (lo que no quiere decir, de
modo alguno, que no existan animales en el mundo
espiritual), tal como ocurre con los Espíritus humanos
más primitivos, los cuales requieren menos tiempo,
programación y preparación en la erraticidad de lo que
los Espíritus humanos más evolucionados. Veamos lo que
André Luiz nos explica en el Anuario Espírita de 1964
(republicado en los Anuarios Espíritas de 1992 y 2009):
“25. ¿Todas las reencarnaciones, incluso las de los
individuos vinculados a condiciones inferiores, son
objeto de un planeamiento detallado, por parte de los
administradores espirituais?
R. Hay renacimientos casi automáticos, principalmente si
la criatura aun permanece fronteriza a la animalidad,
entendiéndose que cuanto más importante el encargo del
Espíritu a corporificarse, junto a la Humanidad, más
dilatado y complejo el planeamiento de la
reencarnación”.
¿Al utilizarse el término “criaturas” (trecho final de
la respuesta a la pregunta 600 de “El Libro de los
Espíritus”), los Espíritus quieren referirse a todas las
entidades espirituales, incluyendo las humanas o
solamente a criaturas de nível espiritual semejante al
de ellos, esto es, otras almas animales? Sería algún
tipo de alteración de habitat en que las
relaciones ecológicas, tales como el depredador, no
ocurrirían? ¿O el intervalo de tiempo de erraticidad
sería tan pequeño al punto de no ser posible una vida de
relación?
Ese callejón sin salida no parece ser pasible de
resolución, basándose exclusivamente en la pregunta 600
de “El Libro de los Espíritus”.
De cualquier manera, algunas reflexiones al respecto de
esas preguntas pueden ser elaboradas.
¿El gigantesco grupo de especies que son considerados
animales no necesitaría ser subdividido para un estudio
más amplio? ¿Los vertebrados no estarían en situación de
evolución anímica bien diferenciada en relación a
invertebrados? ¿Los mamiferos, por lo menos en parte, no
presentarían características más avanzadas de evolución
espiritual en comparación con otros grupos de animales?
El propio Allan Kardec, en un comentario yustapuesto a
la pregunta 601 de “El Libro de los Espíritus”, deja
claro que él estaba atento a esas diferenciaciones entre
las especies:
“... Tomemos a nuestros más inteligentes animales, el
perro, el elefante, el caballo e imaginémolos dotados de
una conformación apropriada a trabajos manuales. ¿Qué no
harían bajo la dirección del hombre?”
Y, por fin, sería el caso de cuestionarnos: ¿todas las
multivariadas e incontables especies animales quedarían
en el mundo espiritual o incluso a intervalo de tiempo?
¿Lo que vale para un cachorro valdría para una hormiga?
¿La situación en la erraticidad de un chimpanzé o de un
gorila (biologicamente bien próximos al hombre) sería la
misma de una pulga o de una garrapata?
En suma podemos notar que los Espíritus estaban apenas
comenzando un debate sobre un tema altamente complejo.
Como Allan Kardec no insistió mucho en la evaluación de
las condiciones de los animales en la erraticidad
(probablemente, por no ser interesante una
profundalización en ese área en aquel momento histórico
de esfuerzo inicial del lanzamiento de las bases del
Espiritismo), no sería posible concluir sobre tan
intrincada cuestión. Aun más si esa conclusión fuera
para afirmar, de forma simplista, que “no existen
animales en el mundo espiritual”, como algunos aseveran,
lo que dentro de la propia literalidad del texto no
parece una conclusión razonable.
En ese contexto, sería apropiado recordar las preguntas
85 y 86 de “El Libro de los Espíritus”. Veamos:
85. ¿Cuál de los dos, el mundo espiritual o el mundo
corporal, es el principal en el orden de las cosas?
R. El mundo espiritual, que preexiste y sobrevive a
todo.
86. ¿El mundo corporal podría dejar de existir, o nunca
haber existido, sin que eso alterase la esencia del
mundo espiritual?
R. Sí; ellos son independientes y, no obstante, la
correlación entre ambos es incesante, porque reaccionan
incesantemente uno sobre el otro.
Queda evidente, con base en las cuestiones 85 y 86 de
“El Libro de los Espíritus”, que admitir que no existen
animales en el mundo espiritual sería algo altamente
inusitado, una vez que el mundo espiritual es el mundo
principal, en comparación con el mundo corporal.
(Este artículo será concluido en la
próxima semana.)