Tema: Fe
Vamos con fe
Rodrigo vivía en una hacienda junto a sus padres,
quienes eran empleados ahí.
Una vez, cuando un potrillo se enfermó, llamaron al
veterinario y él lo examinó con atención y le recetó
medicinas. En pocos días, el animal estaba curado,
volvió a comer y jugar en el pasto.
Rodrigo, a quien le agradaba mucho ese potrillo y había
acompañado todo el caso de cerca, se quedó muy
impresionado con el conocimiento del veterinario y con
su capacidad de aliviar y curar a los animales.
Cada vez que el veterinario volvía a la hacienda,
Rodrigo corría para acompañarlo y ver lo que hacía. Con
el paso del tiempo, él ya había memorizado el nombre de
un montón de enfermedades y medicinas.
Cuanto más aprendía, más se entusiasmaba con la
profesión y estaba seguro de que eso era lo que él
quería ser cuando creciera.
Algunos años pasaron y Rodrigo se volvió adolescente y
sucedió un cambio. Él dejó de hablar de que quería ser
veterinario. Cuando salía el tema, él cambiaba la
conversación.
Su madre, dándose cuenta de que algo no iba bien,
preguntó a Rodrigo por qué estaba actuando así.
- Ah, mamá, todavía me gustaría ser veterinario, pero es
que creo que es muy difícil que eso pase. ¡Hay que
estudiar mucho! Hay que estudiar en una facultad.
Tendría que vivir lejos. ¡No tenemos dinero para eso!
- ¡Hijo, claro que es difícil! Pero no es imposible. Si
eso es lo que deseas, tienes que esforzarse y tener fe.
- ¿Qué es tener fe? – quiso saber Rodrigo.
- La fe es el sentimiento que tenemos cuando conocemos
el poder y el amor de Dios y confiamos en él – respondió
la mamá.
Y, continuando, explicó:
“Cuando despierto en la mañana, agradezco el descanso
que tuve y el gran día que tendré. Yo confío que Dios
hará lo mejor por mí ese día. Empiezo temprano mis
tareas de la casa, hago la comida y todo lo que es mi
parte. Y sé que Dios está haciendo Su parte, para que yo
tenga una vida feliz y fructífera. Esa
es mi fe.
Vamos afuera, quiero mostrarte algo.
Mira allá a tu papá trabajando, plantando las semillas
para la próxima cosecha. En su mano, son apenas unas
bolitas. Pero él conoce su potencial. Por eso pone las
semillas en la tierra; las fertiliza, las cuida, observa
si brotan, si están creciendo bien… Pero él confía
también en Dios. La lluvia, el sol, las condiciones de
la cosecha, el precio de la venta no son cosas que él
puede predecir. Aun así, tu papá tiene que hacer lo
mejor que puede, confiado en que Dios está también
haciendo lo mejor. Eso
es un acto de fe.
Todavía eres muy joven para rendirte ante tu sueño,
hijo. Todo puede pasar en tu vida. No sabemos qué
programó Dios para ti, pero sabemos que será lo mejor.
Debes tener fe en Dios y fe en ti mismo también. Si
quieres mucho ser veterinario,
eso te dará fuerzas para vencer las dificultades. ¡Haz
tu parte, hijo! ¡Vamos con fe!”
Rodrigo comprendió lo que su mamá le enseñó. Recobró la
confianza de que sería posible realizar su sueño y se
volvió un gran alumno en el colegio. Continuó
interesándose en ayudar en los tratamientos de la
hacienda. Todo el mundo sabía que Rodrigo estudiaba y
trabajaba bastante para llegar a ser veterinario.
Lo que ellos no veían es que él oraba también. Siempre
agradecía a Dios por todo lo que le sucedía y pedía a
Dios que guiara su vida para que sucediera lo mejor para
él. Cuando algo no salía bien, Rodrigo se quedaba
enojado, pero entendía que era algún aprendizaje que la
vida le ofrecía también.
La vida continuó y muchas cosas pasaron por ella. Mucho
estudio, muchas pruebas, alegrías, frustraciones. Muchas
oraciones y también muchas personas que ayudaron a
Rodrigo, inclusive el dueño de la hacienda, que lo
conocía desde pequeño. Rodrigo siempre se acordaba de
las palabras de su madre: “¡Vamos con fe!”.
El día de la graduación de Rodrigo en la facultad de
medicina veterinaria fue uno de los más felices de su
vida.
Rodrigo se volvió un gran veterinario, que trató y curó
muchos animales. Y, además de eso, se convirtió también
en un hombre de mucha fe.
Traducción:
Carmen
Morante
carmen.morante9512@gmail.com
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