¡Perdonar setenta veces siete veces – hasta que la
ofensa no nos moleste!
Malba Tahan narra1 – con rara belleza – el
encuentro de un mercader con un viejo árabe que le
llamó la atención: hablaba agitado,
gesticulando, sin cesar. Y exclamaba: “– ¡Oh
Musulmanes! ¡Yo ya fui poderoso!
¡Yo ya tuve el Destino en
esta mano!”
Sintió irresistible atracción por él, le ganó la
confianza y buscó oírlo.
El pobre viejo le
afirmó que los
caravaneros lo tomaban por loco.
Y no creían en él. Y le contó su historia:
“Según enseña el Corán – el libro de Allah – la vida de
todos nosotros está escrita – ¡Maktub! – Cada hombre
tiene allá su página con
todo lo bueno o de malo que le va a ocurrir.
Todos los
hechos que ocurren
en la Tierra, desde el
caer de una hoja seca hasta la muerte de un califa,
están fatalmente escritos en
el Libro del Destino.”
Y continuo:
“Salvé de las manos de un impiadoso jefe viejo
fetichero.
Agradecido, me dio un talismán rarísimo con una piedra negra,
en forma de corazón, encontrada en la tumba de un santo musulmán.
Esa piedra maravillosa permitía la entrada en
la famosa Gruta de
la Fatalidad, donde se
encuentra el libro del Destino.”
Después de viajar años, llegó a la gruta encantada.
“Un genio bondadoso, de sentinela en la puerta, me dejó
entrar.
Me avisó que permaneciera en la gruta por pocos minutos.
Cambiaría la página de mi vida y haría de mí un hombre
rico y feliz.
Podría con la pena que traía:
- Será hombre feliz, estimado por todos. Tendrá mucha
salud y mucho dinero.
¡Me acordé, sin embargo, de dos de mis enemigos: podría
hacer gran mal a todos ellos!
Movido por sentimientos de odio y venganza, abrí la
página de Ali Bem-Homed, el mercader.
Lei lo que le sucedería y añadí abajo, sin dudar, en un
ímpetu de rencor:
- Morirá pobre, sufriendo enormes tormentos.
En la página del jeque El Abari:
– Perderá todos los haberes. ¡Quedará ciego y morirá de
hambre y sed en el desierto!
¡Así, sin piedad, iba hiriendo a todos sus desafectos!”
El mercader, ansioso, le indaga:
– ¿Y en tu vida?
¿Qué hiciste, oh caravanero, en la página que el Destino dedicó
a tu propia existencia?
“– Ah, mi amigo,
nada hice en mí favor. Preocupado en hacer el mal a
los otros, me olvidé de hacer el bien a mí mismo.
Sembré largamente el
infortunio y el dolor. ¡No cogí, con todo, la menor
parcela de felicidad!
Cuando me acordé de mí, cuando pensé en volver feliz mi vida,
terminó mi tiempo.
Sin que esperase, me surgió al frente un genio feroz. Me
agarró fuertemente y, después me arrancó de las manos el
talismán, me echó fuera de la gruta.
Cai entre las piedras y, con la violencia del choque,
perdí el sentido.
Al recuperar la razón, me
encontré herido y hambriento, lejos de la gruta,
en un oásis del
desierto de Omán.
¡Sin el talismán precioso,
nunca más pude descubrir el camino de la gruta encantada!
¡Perdí, así, la única oportunidad que tuve de ser rico,
estimado y feliz!”
[Nota: La Doctrina Espírita no tiene ese concepto
de la fatalidad.]
-.-
El paso por la Tierra es temporal, tal como el tiempo
del viejo árabe, en la gruta de la fatalidad.
Para nuestro real provecho la práctica del bien debe ser
constante, eliminando del corazón todo sentimiento
contrario al amor. Pequeñas acciones generosas nos
beneficiarán ahora y en el futuro. Al final, la vida se
compone de sucesiones de instantes. Todos ellos son
importantes.
Enseñanzas de Jesús:
“Si contra vosotros
pecó vuestro herrmano, id y hacedle sentir la falta en
particular, a solas con él; si os atendiera, tendréis
ganado a vuestro hermano.
Le dice Pedro: `Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi
hermano cuando hubiera pecado contra mí? ¿Hasta setenta
veces?
Le respondió Jesús: ‘No os digo que perdonéis
hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete
veces.” Mt,
18-15, 21 e 22.
Perdonar ilimitadamente:
Oración Dominical: “Perdona,
Padre, nuestras deudas, así como perdonamos a nuestros
deudores.” Mt-6, 9:12
Pedimos perdón pleno, pero negamos perdón por cosas
insignificantes. En las oraciones hay compromisos, no
cumplidos en la práctica. Y lo que vale es la práctica.
No bastan palabras.
No reaccionar a las acciones malas de los otros, sino
obrar generosamente, sin envolvernos en el
desequilibrio de quien nos agrede.
La respuesta a Pedro es lección para todos nosotros y es
permanente.
Un día, no necesitaremos perdonar, porque aprenderemos a
no ofendernos.
Perdonar no con desprecio, con aire de superioridad.
Ver al agresor como enfermo,
necesitado de ayuda, de compasión. Con esa postura el
sentimiento que era de intolerancia, de odio, se
convertirá en compasión, si aplicamos la lección
recomendada por Jesús.
Importa ver a los demás, en el nível de
evolución en que estén. Obrando así conquistaremos paz
constante, coraje, alegría interior,
fe, energía para amar y servir:
– Sin quejas;
– Sin censuras;
– Sin devolver pedradas.
¡Utilizar nuestras energías de forma positiva, para el
bien, incluso que el
otro sea ingrato; y, aparentemente, no merezca nuestro
perdón! ¡Él es el mayor necesitado!
No es fácil, pero no hay otro camino para evolucionar.
El Evangelio según el Espiritismo prescribe:
“Perdonarás, pero ilimitadamente; perdonarás cada ofensa
tantas veces cuantas ella te fueran hecha; enseñarás a
tus hermanos ese olvido de sí mismo, que vuelve a una
criatura invulnerable al ataque, a los malos
procedimientos y a las injurias; serás blando y humilde de
corazón, sin medir tu
mansedumbre. (...)
Perdonad, usad de indulgencia, sed caritativos,
generosos, pródigos hasta
de vuestro amor.
(...)
(...) perdonad, que el
señor os perdonará. (...)
(...) Feliz, pues, de aquel que puede todas las noches
adormecer, diciendo: nada tengo contra mi prójimo.” –
ESE - X, 14.
“Ay de aquel que dice:
‘Nunca perdonaré’,
pues pronuncia su propia condenación. (...) Hay el
perdón de los labios y el perdón del corazón.” –
ESE, X, 15
De los labios:
- Alegrarse con el mal que viene al adversario;
- Perdonar, pero no reconciliarse, si hubiera
oportunidad;
- No querer volverlo a ver.
“¿Será ese el perdón, según el Evangelio?”
Verdadero:
- “Es aquel que lanza un velo sobre el pasado.”
- Perdón con olvido de la ofensa, de acuerdo con la ley
de amor.
El Evangelio nos indaga: ¿y si fuímos nosotros que
comenzamos todo?
¿O que hicimos el mal crecer, con nuestras reacciones
agresivas?
“El verdadero perdón se reconoce mucho más por los actos
que por las palabras.” ESSE, X, 15.
“El Libro de los Espíritus” (2):
“Jesús también dice: Amad hasta incluso a vuestros
enemigos.
Ahora, ¿el amor a
los enemigos no será contrario a nuestras tendencias
naturales y la enemistad no procederá de la falta de
simpatía entre los
Espíritus?
“Sin duda no se puede tener por los enemigos un amor tierno
y apasionado. No fue eso que Jesús
quiso decir. Amar a los
enemigos es perdonarles y retribuirles el mal con
el bien. Así procediendo, nos volveremos superiores a
ellos, al paso que, por la venganza, nos ponemos debajo
de ellos.” (Q. 887)
No se engaña a Dios. Él sabe lo que nos va
en el alma, en el
corazón, en el pensamiento.
Beneficio del perdón:
“Cuando nos gustamos a nosotros mismos, no permitimos
que los otros controlen nuestras emociones. El perdón es
camino para eso.” Wayne
W. Dyer
“Usted puede dar y recibir perdón. Puede liberarse de
vicios, apegos y rabias – esto es, de cualquier bagaje
que usted no desee conducir para un lugar donde todo es
luz.” (3)
“Perdonar es cesar de tener rabia, de nutrir
resentimientos.
Es también donación: al perdonar, donamos entendimiento,
paciencia, comprensión y el amor que purifica.
El perdón es para quien da, no para quien recibe.
Quien perdona saca de sí, de su corazón y de su alma,
cualquier sentimiento negativo que envuelva odio,
amargura o deseo de venganza.
Quien perdona, se perdona a sí mismo.” Octávio
Caúmo Serrano
En todo el Universo de los sentimientos nos aproximan:
el Amor o el odio. El primero, trae libertad y paz; el
segundo, dolores seculares.
¡De eso tuvimos numerosas pruebas, en reuniones
mediúmnicas, por más de treinta años!
Bellos ejemplos de perdón pleno:
– Jesús, en la hora extrema: “Padre,
perdónales, porque no saben lo que hacen.” Lc, 23:34
– “Gracias a Dios, no me acuerdo de haber replicado la
menor ofensa que sufrí, ciertamente buscando, todas
ellas, mi aprendizaje. Y no me acuerdo de que haya,
conscientemente, ofendido a quien quiera que fuese.”
Chico Xavier
En la película ‘Un Rincón de Esperanza’ hay un diálogo de
dos actrices, delante de los verdugos:
“– ¡¿Usted no os odia?! ¿Por qué não?
– Intente, pero no consigo odiar a
las personas. Cuanto peor se comportan, más siento pena de
ellas.”
El verdadero amor se une a la compasión.
Tenemos que aprender a
amar así, pero obrando como el viejo caravanero: hacemos
mal uso de
nuestro tiempo en la Tierra, siendo que podemos, en todos los instantes,
reescribir nuestro destino, con la práctica constante
del bien.
Perdonar setenta veces siete veces – ¡hasta que las
ofensas no nos molesten! (Subrayado
nuestros.)
Referências:
1 – TAHAN, Malba. Contos e Lendas Orientais:
“O Livro do Destino e
o Rancor”, (Júlio
César de Melo e Sousa) Malba Tahan - Ref., jul/91, p.
198.
2 – KARDEC, Allan. O Livro dos
Espíritos. Trad. Evandro Noleto Bezerra. 2. ed.
1.impr. Rio de Janeiro: FEB, 2011, q. 887, p. 533.
3 – RITCHIE, George G. e Elisabeth
Sherrill. Voltar do Amanhã. Trad.
Gilberto Campista Guarino. Rio de Janeiro: Nórdica,
1980, p.114.