Tema: Prejuicio
El pastel de Pedrito
Pedrito llegó corriendo a casa, con una gran sonrisa en
el rostro. Había guardado un pedazo de pastel para comer
después del colegio y sabía que estaría delicioso.
¡Pero, que tristeza! Cuando
abrió el horno, el pastel ya no estaba ahí. Ninguna
migaja, ni un plato para raspar. Entonces, Pedrito quiso
llorar, pero tuvo una idea.
- ¡Voy a llamar a papá! Él
va a ayudarme.
Encontró a su papá trabajando el jardín.
- ¡Papá! – gritó, pisando el pasto. ¡Mi pastel
desapareció y quien se lo comió fue Ana!
- ¡Oh, hijo! ¡cuánta rabia! Voy a conversar con tu
hermana, pero antes quiero saber si estás seguro.
- ¡No la vi, pero sé que fue ella! Ana siempre coge todo
lo que es mío. Si mi pastel desapareció, fue ella quien
se lo comió.
|
- Hijo mío, no debemos acusar sin saber. Imagina
la situación contraria. ¿Te gustaría que te
culparan antes de conversarlo?
Pedrito se quedó muy molesto. Quería
culpar a su hermana por su
pastel desaparecido.
Pero, en el fondo, sabía que estaba equivocado. |
- Vamos a la cocina, hijo. Creo que tu pastel solo está
guardado en el lugar equivocado.
En seguida los dos comenzaron a buscar el pastel por
todas partes. Miraron en el lavadero, dentro de los
cajones y hasta encima de la mesa. Pero
ni una señal del delicioso postre.
Hasta que, finalmente, ¡hallaron el pastel! ¡Estaba
encima de la refrigeradora! Guardado en un envase
cerrado, había quedado muy bien escondido.
- Listo, hijo mío, ahora ya puedes comer. La próxima vez
que algo desaparezca, procura no acusar. Acuérdate de
que Jesús nos enseñó que no debemos juzgar.
(Texto de Lívia Seneda, de Londrina-PR.)
Traducción:
Carmen
Morante
carmen.morante9512@gmail.com
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