Tema: Amistad
Dos caballos
En el camino a mi casa hay un pastizal. Dos
caballos viven ahí.
De lejos, parecen caballos como los demás caballos,
pero, cuando los miras bien, te das cuenta de que uno de
ellos es ciego. A pesar de todo, el dueño no se deshizo
de él y le consiguió un amigo – un caballo más joven.
Eso ya es de admirar.
Si te quedas observando, escucharás una campana.
Buscando de dónde viene el sonido, verás que hay una
pequeña campana en el pescuezo del caballo joven. Así,
el caballo ciego sabe dónde está su compañero y va hacia
él.
Ambos pasan los días comiendo y al final del día el
caballo ciego sigue a su compañero hasta el establo.
Y percibes que el caballo con la campana está siempre
observando si el otro lo acompaña y, a veces, se detiene
para que el otro pueda alcanzarlo. Y el caballo ciego se
guía por el sonido de la campana, seguro de que el otro
lo está llevando por el camino correcto.
Como el dueño de esos dos caballos, Dios no se deshace
de nosotros solo porque no somos perfectos, o porque
tenemos problemas o desafíos. Él cuida de nosotros y
hace que otras personas vengan a nuestro auxilio cuando
lo necesitamos. Algunas veces somos el caballo ciego
guiado por el sonido de la campana de aquellos que Dios
coloca en nuestras vidas. Otras veces, somos el caballo
que guía, ayudando a otros a encontrar su camino.
Y así son los buenos amigos.
No necesitas verlos, pero ellos están ahí.
Texto sacado del sitio web Pensamiento Espírita.
Traducción:
Carmen
Morante
carmen.morante9512@gmail.com
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Atividades
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