Es común en nuestro país oír las expresiones espírita
kardecista, kardecismo y kardecista como sinónimos de
Espiritismo y espírita, o referencia al centro espírita
como mesa blanca, centro espírita kardecista, para
designar la institución donde se estudia y práctica la
doctrina espírita.
¿Esas expresiones están correctas o equivocadas? Al
final, ¿la doctrina fue elaborada por los espíritus o
por Allan Kardec?
Para que las dudas sean esclarecidas, vamos a pasar la
palabra al propio codificador de la doctrina, como
Kardec es conocido.
Informaciones de El
Libro de los Espíritus
Iniciamos por la obra básica de la doctrina, lanzada el
18 de abril de 1857 y firmada por Kardec: El Libro de
los Espíritus. En su primera página, también
conocida como página de forma o frontispício, leemos: “El
Libro de los Espíritus, conteniendo los principios de la
Doctrina Espírita sobre la inmortalidad del alma, la
naturaleza de los Espíritus y sus relaciones con los
hombres, las leyes morales, la vida futura y el porvenir
de la humanidad (según la enseñanza de los Espíritus
superiores, a través de diversos médiuns, recibidos
y ordenados por Allan Kardec).” (negrita y cursiva
nuestra).
Como vemos, Kardec afirma que la obra contiene los
principios que componen la Doctrina Espírita según la
enseñanza de los Espíritus superiores, y que él es
apenas el coordinador de esas enseñanzas. De ahí haber
decidido el nombre de la obra como siendo El Libro de
los Espíritus, dejando bien claro que son los
verdaderos autores de la misma.
Continuando nuestro estudio, veamos ahora el ítem 1 de
la introducción, donde encontramos la siguiente
explicación: “Para las cosas nuevas necesitamos de
palabras nuevas, pues así lo exige la claridad de
lenguaje, para evitar la confusión inherente a los
múltiples sentidos de los propios vocablos. Las palabras
espiritual, espiritualista, espiritualismo tienen una
significación bien definido; darles otro, para
aplicarlas a la Doctrina de los Espíritus, sería
multiplicar las causas ya tan numerosas de anfibiología.”
(negrita nuestra).
Evitando utilizar palabras ya conocidas y consagradas en
su significado, así no provocando confusión, doble
sentido, Kardec acuñó otras (Espiritismo y espírita)
para aplicar a la Doctrina de los Espíritus. Percibimos
que él no se refirió aquí ni al Espiritismo, ni a la
Doctrina Espírita, y sí a la Doctrina de los Espíritus,
designando taxativamente que la doctrina provenía de las
enseñanzas de los espíritus, las almas humanas
desencarnadas.
Prosiguiendo, encontramos una explicación más en la
introducción, ahora en el ítem 17: “La verdadera
Doctrina Espírita está en la enseñanza dada por los
Espíritus, y los conocimientos que esa
enseñanza encierra son muy serios para ser adquiridos
por otro modo que no por un estudio profundo y
continuado, hecho en el silencio y en el recogimiento.
Incluso porque sólo en estas condiciones puede ser
observado un número infinito de hechos y sus aspectos,
que escapan al observador superficial y que permiten
formarse una opinión.” (negrita y cursiva nuestra).
Una vez más Kardec enfatiza que la doctrina existe
gracias a las enseñanzas dadas por los Espíritus, y que
esas enseñanzas son profundas y deben ser estudiadas con
atención, sea de forma individual, sea de forma
colectiva, en los grupos de estudio propiciados, por
ejemplo, por los Centros Espíritas. Solamente es posible
conocer el Espiritismo a través del estudio, a comenzar
y siempre por las obras de la llamada Codificación
Espírita, o sea, las obras firmadas por Allan Kardec. En
este punto debemos esclarecer que las obras son firmadas
por él, pues la legislación humana no reconoce la
existencia de los Espíritus, así, se considera que toda
obra mediúmnica, en el caso recebida por diversos
médiuns, es de propiedad del médium o de su organizador.
En el entendimiento espírita el médium, por no ser el
verdadero autor, debe donar los derechos autoriales del
libro para organizaciones benéficas.
Aun en El Libro de los Espíritus, ahora en su
Conclusión, ítem 6, encontramos lo siguiente hablado de
Kardec: “El Espiritismo no es obra de un hombre.
Nadie se puede decir su autor porque él es tan antiguo
como la Creación; se encuentra por todas partes, en
todas las religiones.” (negrita y cursiva nuestra).
Está bien claro que el Espiritismo no es doctrina
formulada por una persona, por un encarnado, ni incluso
por un Espíritu, o sea, que él no fue creado por Allan
Kardec, pues si así fuese el Codificador lo habría
dicho, habría asumido esa autoría, lo que no hizo. Decir
que él usó de falsa modestia es cometer una afirmación
que deshonra el carácter del profesor Denizard Rivail
(Allan Kardec), que era conocido por su buen sentido y
por su honestidad, teniendo limpia reputación junto a la
sociedad francesa.
Informaciones de la Revista Espírita
En un discurso pronunciado a los espíritas de las
ciudades de Bruselas y Antuérpia, ambas en Bélgica,
publicado en la edición de Noviembre de 1864 bajo el
título El Espiritismo es Una Ciencia Positiva, afirma
categóricamente: “Tal es, en resumen, señores, el
punto de vista bajo el cual se debe encarar el
Espiritismo. En esta circunstancia, ¿cual fue mí
papel? Ni el de inventor, ni el de creador. Vi, observé,
estudié los hechos con cuidado y perseverancia; los
coordiné y les deduje las consecuencias: he ahí toda la
parte que me cabe. Aquello que hice, otro podría
haber hecho en mi lugar. En todo esto fui simple
instrumento de los puntos de vista de la Providencia, y
doy gracias a Dios y a los Espíritus buenos por haberse
dignado servirse de mí. Es una tarea que acepté con
alegría, y de la cual me esforcé por volverme digno,
pidiendo a Dios me diese las fuerzas necesarias para
realizarla según su santa voluntad. No obstante, la
tarea es pesada, más pesada de lo que puedan imaginarla;
y si tiene para mí algún mérito, es que tengo la
conciencia de no haber retrocedido delante de ningún
obstáculo y ningún sacrificio. Será la obra de mi vida
hasta mi último día, porque, en la presencia de un
objetivo tan importante, todos los intereses materiales
y personales se apagan como puntos delante del
infinito.” (negrita nuestra).
El maestro lionés informa que él no es el creador,
fundador o idealista del Espiritismo. Él observó los
hechos, estudió los fenómenos, coordinó las enseñanzas
dadas por los Espíritus, dedujo sus consecuencias y
publicó las obras. He ahí todo. Es, por tanto, un
equivoco decir que Allan Kardec es el fundador o creador
del Espiritismo. Y él aun afirma que otra persona podría
haber hecho el trabajo en su lugar, una inequivoca
demostración de humildad.
Prosiguiendo, encontramos en la edición del mes de
Septiembre de 1867, en el texto Carácter de la
Revelación Espírita: “La primera revelación tuvo su
personificación en Moisés, la segunda en Cristo, la
tercera no la tiene individuo alguno. Las dos primeras
fueron individuales, la tercera colectiva; ahí está un
carácter esencial de gran importancia. Ella es
colectiva en el sentido de no ser hecha o dada como
privilegio a persona alguna; nadie, por consecuencia,
puede nombrarse como su profeta exclusivo; fue
esparcida simultáneamente, por sobre la Tierra, a
millones de personas, de todas las edades y condiciones,
desde la más baja hasta la más alta de la escala (…).”
(negrita nuestra).
Y para que no hubiese ninguna duda de ser el Espiritismo
una obra colectiva de los Espíritus, publicó la
siguiente nota: “Nuestro papel personal, en el
gran movimiento de ideas que se prepara por el
Espiritismo y que comienza a operarse, es el de un
observador atento, que estudia los hechos para
descubrirle la causa y sacarle las consecuencias. Confrontamos
todos los que nos han sido posible reunir, comparamos y
comentamos las instrucciones dadas por los Espíritus en
todos los puntos del globo y después coordinamos
metódicamente el conjunto; en suma, estudiamos y dimos
al público el fruto de nuestras indagaciones, sin
atribuirnos a nuestros trabajos valor mayor del que el
de una obra filosófica deducida de la observação y de la
experiencia, sin nunca considerarnos jefe de la
Doctrina, ni procuramos imponer nuestras ideas a quien
quiera que sea. Las publicamos, usamos de un derecho
común y aquellos que las aceptaron lo hicieron
libremente. Si esas ideas hallan numerosas simpatías, es
porque tuvieron la ventaja de corresponder a las
aspiraciones de gran número de criaturas, pero de eso no
conozco vanidad alguna, dado que su origen no nos
pertenece. Nuestro mayor mérito es la perseverancia y la
dedicación a la causa que abrazamos. En todo eso,
hicimos lo que otro cualquiera podría haber hecho como
nosotros, razón por la cual nunca tuvimos la pretensión
de juzgarnos profeta o mesías, ni, aun menos, de
presentarnos como tal. Sin tener ninguna de las
cualidades exteriores de la mediumnidad efectiva, no
contestamos ser asistido por los Espíritus en nuestros
trabajos, pues tenemos pruebas muy evidentes para dudar
de eso, lo que, sin duda, debemos a nuestra buena
voluntad, lo que es dado a cada uno merecer. Más allá de
las ideas que reconocemos que nos son sugeridas, es
notable que los asuntos de estudio y de observación, en
una palabra, todo cuanto puede ser útil a la realización
de la obra, siempre nos llega a propósito – en otros
tiempos dirían: como por encanto – de suerte que los
materiales y los documentos del trabajo jamás nos
faltan. Si tuviesemos que tratar de un asunto, estamos
ciertos de que, sin pedirlo, los elementos necesarios a
su elaboración nos son ofrecidos, y esto por medios muy
naturales, pero que, sin duda, son provocados por
nuestros colaboradores invisibles, como tantas cosas que
el mundo atribuye al acaso.” (negritas nuestras).
Palabras claras, elucidativas. Kardec no aceptaba ni
incluso ser llamado jefe del Espiritismo, pues reconocía
tener apenas el mérito de la perseverancia en la obra de
ordenar, estudiar y esclarecer las enseñanzas de los
Espíritus. Y aun afirma categóricamente no ser poseedor
de mediumnidad ostensiva, por eso trabajando con
diversos médiuns, de todas las partes, reconociendo
apenas que recibía a través de las intuiciones el amparo
de los buenos Espíritus.
Conclusión
Lo que existe es el Espiritismo o Doctrina Espírita, o
Doctrina de los Espíritus. El kardecismo, que significa
doctrina de Kardec, no existe, por tanto no existen los
kardecistas, y sí los espíritas o espiritistas.
El Espiritismo es doctrina filosófica de bases
científicas y consecuencias morales, surgida de las
enseñanzas de los Espíritus superiores, cabiendo a Allan
Kardec el papel de ordenador de esas enseñanzas, estudio
de sus consecuencias y publicación de los mismos. Eso no
disminuye la importancia del Codificador, ni le quita el
mérito del trabajo realizado, sino establece la verdad:
el Espiritismo es la doctrina de los Espíritus.
Es equivocada la
referencia a espiritismo kardecista, pues solamente
existe un Espiritismo, aquel que fue traído al mundo con
la publicación de El
Libro de los Espíritus.
Compete a los espíritas el estudio y la divulgación del
Espiritismo, evitando utilizar palabras y referencias
que nada tienen que ver con la doctrina, evitando así
confusiones innecesarias y que solamente sirven para
perpetuar equivocos, como si existiese más de una
Doctrina Espírita, cuando, en verdad, tenemos sólo y tan
solamente el Espiritismo.
Marcus De Mario es educador, escritor,
conferenciante, siendo coordinador del Grupo Espírita
Siembra de Luz en la ciudad de Rio de Janeiro. Es
creador y director del Ibem Educa. Está al frente del
canal Orientación Espírita, a través de YouTube.