Desde el inicio de la civilización el ser humano observó
que todo en este mundo no es permanente, no es eterno,
tiene un fin: vegetales, seres vivos y todas las
construcciones humanas.
En su sabiduría mitológica los griegos crearon al dios Khronos (el
Tiempo), que todo devora, siendo popular y verdadero el
aforismo de que “nada resiste a la acción del Tiempo”.
Observaciones milenarias comprueban igualmente que
fenómenos geológicos — terremotos, maremotos, tsunamis,
volcanes, tornados, glaciación — promueven
transformaciones drásticas o extinción de regiones,
ahora aparecimiento, ahora desaparecimiento de lagos,
ríos, bosques, montañas, desiertos y hasta mares.
Con esas observaciones, consolidadas a través de los
siglos, el hombre imaginó — y místicos de todos los
tiempos vienen preconizando — que el planeta también un
día desaparecerá.
Cuando eso aconteciera, o acontecerá, entro para el rol
de la interpretación de profecías y amonestaciones
serias, más allá de previsiones oportunistas. La propia
Astronomía, con base en datos científicos, afirma que de
hecho, un día la Tierra va a morir...
Voy a enumerar algunas de esas profecías y previsiones,
naturalmente registrando apenas algunos datos:
Profecías
En el Antiguo Testamento hay varias profecías relatando
dificultades inmensas para la humanidad, de ahí
produciendo el temor milenario del fin del mundo.
He ahí algunas de esas profecías encontradas en los
Libros de los profetas abajo:
- Daniel (7 - 2 a 8, 17 a 27): Sueños con
animales gigantescos (leones con alas de águilas,
algunos con cuatro cabezas, otros con dientes de hierro
y con diez cuernos en la cabeza, pisoteando y devorando
toda la tierra).
- Ezequiel (1 - 5 al 13): Cielos se abren,
surgiendo criaturas, cada una con cuatro caras (hombre,
león, toro y águila) y cuatro alas, con manos de hombre
debajo de las alas; se asemejaban a seres vivos, con
aspecto de brasas ardientes, con apariencia de antorchas,
fuego vivo, yendo y viniendo como relámpagos; (5 - 5 y
12): En la Jerusalén rebelde, pestes y hambre
consumieron la tercera parte de los habitantes y otra
tercera parte caería a la espada;
- Zacarías (13 - 8 y 9): En toda la Tierra dos
partes serán segadas y expirarán. La tercera parte será
llevada por Jehová, invocándole el nombre “Jehová es mi
Dios” y Jehová les responderá: “Es mí pueblo”.
Apocalisís de Juan
En un trecho del Apocalipsis (18–7) Juan registra que
habrá “disminución de una tercera parte de todo lo que
había sobre la tierra: árboles, hierba verde, creación,
embarcaciones, ríos, fuentes y hombres”.
Consta en otra parte (8 -1 a 16) que los hombres sin el
sello de Dios en sus cabezas serán cruelmente
atormentados, deseando morir, sin conseguirlo.
En otro trecho (8–18) hay también un texto refiriéndose
a la extinción de otra tercera parte de los
reticentes...
Juan, el Desterrado de Patmos, siguiendo el
modelo hebraico de los profetas ve la nueva Jerusalén
(21–1): “Un nuevo Cielo y una nueva Tierra”,
significando la depuración de la atmósfera terrestre,
donde montañas y mares y todas las tierras cambian de
lugar; esa nueva Tierra (22-5), en la cual sólo
habitarán los “escogidos”, constituirá el “Reino
Espiritual”, que “no precisa ni del sol ni de la luna
para darle claridad, porque la gloria de Dios la ilumina
y el Cordero es su candela”. (subrayado mío)
Observación: Feliz esa humanidad, en que la claridad del
mundo en que viven los buenos es la luz que viene de su
alma. Con todo, como cristiano, tengo dificultad para
rescindir los porcentajes destruidores de los Profetas,
en cuanto al Apocalipsís (2/3, o 66,6%). ¿Cómo olvidar
el retorno del Buen Pastor, aquel mismo que, en el Nuevo
Testamento (Mateo, 18 - 12), dejaba 99 ovejas en
seguridad e iba a salvar a la única descarriada (1%),
asegurando que de todo el rebaño (100%) ninguna se perdería?...
Predicciones oportunistas
Místicos, religiosos, fanáticos, pseudosabios y
oportunistas siempre hicieron y hacen predicciones del
fin del mundo, algunos bajo influencia del Apocalipsís
de Juan o por cuenta propia. Del apocalipsís no se basan
por su mensaje, que es incluso atemorizador, suave de
delicadeza y bondad, pero, sí, sustentado en el modelo
(hebraico) seguido por Juan, de los Libros de los
profetas arriba citados.
Predican el fin del mundo con gran y atemorizado alarde.
No tienen ninguna base, pero se enarbolan como
“iluminados”, hasta marcando fecha para el acabar el
mundo. Infelizmente hay quien les de crédito...
Bisoñas e inócuas, tantas son tales predicciones, o
previsiones, que ni siquiera merecen ser citadas aquí,
menos aun detalladas.
Advertencias de Jesús
Anteriormente al Apocalipsís de Juan, narran los
Evangelistas Marcos (13:28-37), Lucas (21:29-36) y Mateo
(24:6-41), con referencia a un segundo advenimiento del
Cristo, que Jesús se refirió a las grandes tribulaciones
que antecederían a la “venida del Hijo del hombre”:
– persecuciones por causa de Él;
– epidemias y hambres;
– cosas espantosas – grandes señales en el cielo;
– terremotos en varios lugares;
– perplejidad y pavor por el bramido del mar y de las
olas;
– guerras y rumores de guerras;
– nación levantándose contra nación y reino contra
reino.
Advirtió Jesús: “Esto aun no es el fin, pues, después de
esas tribulaciones, el sol oscurecerá, la luna no más
dará su claridad, estrellas caerán del firmamento y los
poderes de los cielos serán agitados – sólo entonces –
será visto el Hijo del hombre, viniendo sobre las nubes,
con gran poder y gloria”.
OBSERVACIÓN: Allan Kardec, en La Génesis, cap. XVIII, nº
10, y en uma nota de pie de página, después de
esclarecer que fenómenos naturales, como lluvias de
meteoros, pueden parecer extraños, consigna la terrible
epidemia que de 1866 a 1868 dizminuyó la población de la
Isla Mauricio. La epidemia fue precedida por una lluvia
tan extraordinaria y tan abundante de estrellas
cayendo, en noviembre de 1866, que sus habitantes
quedaron aterrorizados. A partir de ese fenómeno, la
enfermedad hasta entonces de forma benigna se volvió un
flagelo devastador. “Sin duda hubo una señal en el
cielo, y tal vez en este sentido se pueda entender las
estrellas cayendo del cielo, de que habla el Evangelio,
como una de las señales de los tiempos”.
Interesante observar que tales advertencias de Jesús
antecedieron el Apocalipsís de Juan.
A seguir, el Cristo nos recomienda el “orad y vigilad”,
pues nadie sabe, ni en la Tierra ni los Ángeles del
Cielo, cual será ese día, siendo prudente que estemos
preparados para esa recepción. En ese día, “sus
Ángeles, con gran clamor (sonido rigido) de trompeta,
reunirán a los escogidos, de los cuatro vientos, de una
a otra extremidad de los cielos”; “entonces, dos estarán
en el campo, uno será tomado y dejado el otro: dos
estarán trabajando en un molino, una será tomada y
dejada la otra”.
OBSERVACIÓN: La estadística imbuida en esas palabras
expone que la mitad de la Humanidad habitará en esa
“Nueva Jerusalén” – morada de los justos de la Tierra
transformada en mundo de regeneración. En cuanto a la
otra mitad, según pronósticos del Espíritu San Luis (pregunta
nº 1.018 de “El Libro de los Espíritus”), tal vez sea
constituida de los espíritus empedernidos y reticentes:
déspotas, asesinos, ladrones, sensuales e hipócritas,
que habitarán mundos inferiores; sobre la imigración de
Espíritus endurecidos para mundos más atrasados consta
de “LA GÉNESIS”, de Allan Kardec, cap. XVII, nº 63 y
cap. XVIII, nº 27. (Eso hace casi siglo y medio...).
Ciencia
La Ciencia separa “el fin del mundo” en dos vertientes:
la primera sería el fin de la humanidad y la segunda, la
desintegración del planeta Tierra.
En ambas hipótesis sería incluso el fin del mundo. De
este mundo...
En el primer caso la vida puede eventualmente
desaparecer, en breve tiempo, sea por causa de guerra
nuclear mundial, calentamiento global (efecto
invernadero en grado fatal), u otra irresponsabilidad
humana grave, más allá de causa natural, por ejemplo:
colisión inevitable con algún asteroide de gran porte.
(Este artículo será concluido en la
próxima edición.)