Tema: Buena convivencia
La reunión de las
herramientas
Cierto día, las herramientas de una carpintería se
reunieron y comenzaron a quejarse unas de las otras. Decían
al martillo:
- Eres muy ruidoso; te la pasas dando golpes que hasta
asustan a los demás.
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El martillo habló:
- ¿Por qué se quejan de mí? El tornillo es mucho
peor que yo. Solo se la pasa enroscando, dando
vueltas y más vueltas. ¡Hasta
nos mareas!
El tornillo
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aprovechó para decir: |
- ¡Por lo menos no soy como la lija, que es áspera y
raspa todo lo que toca!
La lija, siendo mencionada, entró también en la
conversación y, sintiendo que el clima era de
acusaciones y quejas, aprovechó también para hablar:
- Mi queja es contra el metro. Se la pasa midiendo todo
según su medida, es decir que él es el que sabe de las
cosas. ¡No
me agrada!
En ese momento, entró el carpintero y la reunión fue
interrumpida.
El carpintero venía con su hijo y comenzó a mostrarle
las herramientas:
- Hijo, este es el martillo. Es muy útil y fuerte. Este
es un tornillo, que es usado para unir muy firmemente
las tablas. También tenemos el metro, que hace medidas
precisas. Lo necesito para que los cortes de la madera
queden del tamaño correcto para que encajen unas con
otras. Esta es la lija, que deja el material limpio,
liso y bonito.
El carpintero también le mostró la llave de tuercas, la
sierra y otras herramientas. Le explicó que todas eran
diferentes e importantes. Cada una era utilizada para
tareas específicas.
Para terminar la demostración, el papá también le mostró
a su hijo algunos muebles bonitos y resistentes que él
había hecho con ayuda de las herramientas.
Escuchando las explicaciones del carpintero las
herramientas se quedaron pensativas. Cada una tenía sus
defectos, pero también tenían muy buenas cualidades.
Cuando el carpintero y su hijo salieron, las
herramientas volvieron a conversar, pero esta vez la
conversación fue diferente.
Ellas dejaron de quejarse unas de las otras. Y se
alegraron comentando sobre los muebles que habían hecho
y hasta se elogiaron unas a otras.
Ellas se dieron cuenta de que los muebles que surgían
del resultado de su trabajo solo eran construidos porque
el carpintero valoraba más las cualidades que los
defectos de cada una.
La práctica del servicio diario no cambió en la
carpintería, pero una cosa importante cambió: las
herramientas pasaron a ver sus cualidades más que sus
defectos y pasaron a convivir en paz y armonía.
(Adaptación de texto de autoría del Padre
Antônio Queiroz.)
Traducción:
Carmen
Morante
carmen.morante9512@gmail.com
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