Espiritismo para
los niños

por Marcela Prada

 

Tema: Respeto


Las conejitas que no sabían respetar


Érase una vez un conejo que se llamaba Serapio. Él vivía en lo más alto de una montaña con sus nietas Serafina y Séfora.

Serapio era un buen conejo y muy respetuoso con todos los animales de la montaña y por eso todos lo apreciaban mucho. Pero sus nietas eran diferentes: no sabían lo que era el respeto a los demás. Serapio siempre pedía disculpas por lo que ellas hacían. Cada vez que ellas salían a pasear, Serafina se burlaba: “Mira, qué fea es esa oveja y mira la nariz del toro, qué extraño”. “Sí, mira qué feos que son”, respondía Séfora delante de otros animalitos. Y así iban caminando y burlándose de los demás, todos los días.

Un día, el abuelo, cansado del mal comportamiento de sus nietas (que por más que les enseñaba, ellas no se corregían), pensó en algo para que entiendan y les dijo: “Vamos a jugar un juego donde cada una de ustedes tendrá un cuaderno”. En el cuaderno debían escribir la palabra “disculpa” todas las veces que le faltaran el respeto a alguien. Ganaría quien escribiera menos esa palabra.

“Está bien, abuelo, vamos a jugar”, respondieron al mismo tiempo. Cuando Séfora le faltaba el respeto a alguien, Serafina le hacía recordar el juego y ella tenía que escribir en su cuaderno la palabra “disculpa” (porque así Séfora tendría más palabras y perdería el juego). De la misma forma Séfora le hacía recordar a Serafina cuando ella le faltaba el respeto a alguien. Los días pasaban y, ya cansadas de escribir, las dos comenzaron a conversar: “No sería mejor que no faltáramos el respeto a los demás, así no tendríamos que escribir tantas disculpas”.

Llegó el momento en que Serapio tuvo que felicitarlas porque ya no tenía quejas de los vecinos. Entonces, les pidió a las conejitas que borraran poco a poco todo lo que habían escrito hasta que sus cuadernos quedaran como antes. Las conejitas se pusieron muy tristes porque veían que era imposible que las hojas del cuaderno quedaran como antes. Entonces le contaron eso a su abuelo y él les dijo: “Del mismo modo queda el corazón de una persona cuando les faltamos el respeto. Queda marcado, y, por más que pidamos disculpas, las marcas no desaparecen por completo. Por eso, es bueno que se acuerden de que debemos respeto a los demás, así como nos gustaría que nos respetaran a nosotros”.


(Fuente: sitio web br.guiainfantil.com)
 

Traducción:
Carmen Morante
carmen.morante9512@gmail.com


 


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