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El Buen Samaritano y el Buen Bahiano: un
análisis sociopsicológico |
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Son muchos los pasajes de los evangelios y otros libros
religiosos que constituyen desafios a las diferentes
disciplinas científicas contemporáneas. Por eso podemos
llamarlas como emblemáticas. Nuestro interés específico
recae sobre pasajes que podrían/deberían ser analizados
también por las disciplinas sociopsicológicas, como la
antropología, la sociología, la historia y la psicología.
Estos pasajes están contextualizados en algunas
prácticas (comportamientos) culturales que, teóricamente,
superan las fronteras geográficas y temporales en las
cuales ellas se situan. Tendríamos varias prácticas
culturales a analizar, tales como la imposición de las
manos para la cura, relaciones comerciales, organización
familiar, códigos de leyes, religión, estado, educación
etc., etc.
En este estudio seleccionamos, conforme el título, un
pasaje bastante conocido, que ha sido considerado
principalmente en la perspectiva religiosa. Se trata de
una breve narración que envuelve cuatro personajes, con
tres de ellos vividos posible dilema: seguir adelante o
interrumpir el camino y prestar ayuda. Considerando que
los comportamientos de los personajes se repiten con
otros actores, independientes del lugar y de la época,
sin embargo, según demandas situaciones semejantes,
añadimos un segundo episodio, temporalmente muy
posterior al primero.
Apelando para la licencia literaria, parece aceptable
suponer tales relatos (situaciones, enredos, actores y
comportamientos) como narrativas. La primera narrativa
es ampliamente conocida como la Parábola del Buen
Samaritano. La segunda, probablemente conocida
apenas por los protagonistas, será aquí referida por El
Buen Bahiano. Esas narrativas fueron escogidas para
un análisis psicosocial por exhibir, de manera
inequívoca, las mismas clases de habilidades sociales,
altamente requeridas en las vivencias de situaciones de
ayuda.
La primera narrativa, atribuida a Jesús, es registrada
en Lucas, Cap. XV, Vers. 25 a 37. Aparentemente, esa
narrativa tuvo como motivación principal esclarecer a
uno de los oyentes, doctor de la ley, que preguntó a
Jesús: “¿Quién es mi prójimo”? Entre tanto, como en
otros encuentros con los discípulos y con una amplia
variedad de oyentes, Jesús, como notable educador,
cuestionaba comportamientos habituales, proponiendo
nuevos modelos de acciones, aunque este término no
hiciese parte de la cultura de la época. Sigue la
primera narrativa, la Parábola del Buen Samaritano.
Un hombre que descendía de Jerusalén para Jericó cayó en
las manos de salteadores que lo despojaron de sus
haberes, lo cubrieron de heridas y lo dejaron en pésimas
condiciones... Ocurrió que un sacerdote que pasaba por
el lugar avistó al hombre herido y se desvió para el
otro lado del camino... También un levita que seguía por
el mismo camino, viendo al herido, siguió en su viaje
sin deterse. Poco después, un samaritano, en el mismo
lugar, viendo al hombre herido, quedó tocado de
compasión y se acercó para ayudarlo, realizando las
primeras curas. Enseguida colocó al herido en uno de sus
caballos y se dirigió a una posada en las proximidades.
Pagó el hospedaje, haciendo recomendaciones y,
comprometiéndose también a saldar cualquier otra
dispensa, en cuanto volviera.
La segunda narrativa, El buen Bahiano, fue registrada in
memoriam por dos de los protagonistas y es
presentada en la secuencia.
Un matrimonio seguía por automóvil por la BR-101,
Salvador (BA), con destino a João Pessoa (PB). Aun en el
Estado da Bahia, en las inmediaciones de Feira de
Santana, una piedra, derivada de la fricción de un
camión en el asfalto, se chocó con el cristal del auto
rompiéndolo. Después de una breve parada en el arcen,
verificaron que excepto por el parabrisa nada más
ocurrió, el matrimonio se decidió por entrar en la
ciudad para reparar el problema. Entre tanto, luego
percibieron que el comercio estaba cerrando debido a la
feria local. Vieron que algunos transeuntes jocosamente
hacían señales de negativo, sin embargo, un joven con
cerca de 35 años, emparejó su auto al del matrimonio,
instruyéndolo a seguirlo. Después de un breve recorrido,
paran en una pequeña casa y el bahiano interrumpió el
descanso de un amigo para que este, propietario de una
tiendecita, hiciese la reparación. Durante el trabajo,
el bahiano elogió la ayuda del amigo y calmó al
matrimonio diciendo que podrían seguir viaje, cumpliendo
sus compromisos. Terminada lo reparación, el clima era
de cordialidad en las despedidas.[
Análisis social psicológico
Muchos siglos separan las dos narrativas. Todavía ellas
contienen varios aspectos situacionales en común: viaje,
accidentes, observadores, providencias generosas y
encaminamientos adecuados para las dificultades. En la
primera narrativa, cinco personajes componen los
acontecimientos: la víctima y los salteadores, sobre los
cuales poco se sabe, un sacerdote y un levita que
observaron al herido, pero nada hicieron, y el
samaritano. Se esperaría que el sacerdote y el levita,
considerando el grupo social a que pertencían, hiciesen
alguna cosa en relación al herido. Entre tanto apenas
cambiaron el lado que recorrían en el camino,
evidenciando que no querían ningún compromiso con la
situación. Tales comportamientos, que pueden ser
nombrados como esquivo y fuga, son comunes, y la mayoría
de nosotros utiliza de esas estrategias. En situaciones
que requieren intervenciones-de ayuda-participante, como
los de las narrativas, aquellos que se disponen a obrar
precisan de algunas habilidades sociales, especialmente
requeridas para ese encajamiento. En esos casos, tres
son esenciales: el autocontrol, la empatía y la decisión.
Solamente podemos saber si aprendemos y disponemos de
esas habilidades por medio de la práctica y de la
auto-observación.
Algunos de los términos que designan esas habilidades
son del conocimiento de buena parte de los lectores. Los
significados de algunos términos también, por ejemplo,
autocontrol y decisión referidos en expresiones típicas
de nuestra cultura, como: “perdí el control”, “fulana,
fue muy decisiva”, indican nociones conceptuales,
todavía, no suficientes para una observación apurada de
los comportamientos. El ejercicio de observar y analizar
comportamientos de personajes de narrativas puede ser
una alternativa interesante de aprendizaje.
1. La habilidad de autocontrol. Se trata de una
habilidad fundamental en las relaciones interpersonales.
Popularmente pensamos del autocontrol como pasividad o,
como dicen algunos, “no responder, hacer nada”. Se trata
de un engaño, pues no es posible, en cualquier situación
interpersonal, dejar de comportarse. El autocontrol
significa substituir comportamientos con alta
probabilidad de producir reacciones aversivas del
interlocutor, por otras, con probables reacciones
neutras o aceptables. El estudio del autocontrol es
antiguo en la Psicología, habiendo sido impulsionado por
el famoso experimento del “marshmallow” (Michel, 1958).
En el referido estudio, niños fueron colocados delante
de una mesa con varios de los codiciados dulces, sin
embargo, fueron instruídos que, caso no los cogiesen,
recibirían una parte mayor poco después. Algunos niños
consiguieron controlarse, habiendo relatado lo que
hicieron, por ejemplo, mirar para otros objetos
(neutros) del ambiente, canturrear, saltar con las
manos, caminar en el ambiente distanciándose del objeto
deseado, recordar actividades de que participaron etc.
etc. Los niños que no tocaron lo dulces pasaron por un
acompañamiento hasta casi la edad adulta y se mostraron
bien-exitosos en sus relaciones sociales. Por tanto, el
autocontrol se define por la sustitución de
comportamientos que pueden generar consecuencias
negativas, por otras más aceptables.
2. La empatía es también una habilidad de importancia
fundamental, teniendo fuerte base hereditaria, sin
embargo pudiendo ser aprendida y perfeccionada por la
educación. Ella es definida (Del Prette & Del Prette,
2017) como la capacidad de sentir y comprender lo que el
otro siente o piensa y de comunicar esa comprensión y
sentimiento. Muy interesante es que esa habilidad,
diferente de las demás, forma parte del repertorio de
varias especies, como delfines, gorilas, chimpancés,
perros, gatos..., habiendo relatos de episodios de
empatía que superaban los grupos de la misma especie. La
empatía, se puede argumentar, compone el punto esencial
de las principales habilidades sociales cristianas que,
en el repertorio de los Espíritus notables por la
dedicación al prójimo, absorben la base de las acciones
sacrificadas. Interesante es esclarecer que esa clase de
habilidad social no ocurre apenas en situación de ayuda,
sino también en situaciones de regocijo, o sea, de
confraternización por la superación de una dolencia,
adquisición de un empleo, ingreso en una universidad
etc. En el libro “Nuestro Hogar” de André Luiz (2001),
se observan varios relatos en esa perspectiva.
3. La afirmación fue, inicialmente, estudiada por Wolpe
(1957). Se trata de una habilidad que se opone, de un
lado, a la agresividad y, de otro, la pasividad. En
otras palabras, personas con esa habilidad defienden sus
derechos y también los de otros. Como correlativo
clínico, Wolpe describió que individuos resueltos se
presentan con menos ansiedad cuando comparados con los
agresivos o pasivos. La resolución, o más precisamente
las habilidades sociales resolutivas, fueron definidas
(Del Prette & Del Prette, 2005, p. 175) como
comportamientos sociales de enfrentamiento en
situaciones que envuelven riesgo de reacciones
indeseables por parte del interlocutor.
En ambas narrativas, las acciones del samaritano y del
bahiano podrían provocar algunos riesgos, de ahí la
importancia del autocontrol: observar la situación,
deducir acontecimientos, evaluar víctimas y entonces
participar activamente en la solución del problema. Se
puede deducir que los dos protagonistas presentaron
habilidades de autocontrol. En el caso del bahiano, el
test de pedir que el matrimonio lo acompañasen puede
haber sido crucial para él elaborar su plan de ayuda. Ya
el samaritano, al encaminar al herido para la posada,
aseguró el éxito de su providencia. Ambos fueron
bastante empáticos, haciendo lecturas correctas de la
situación y ciertamente consiguieron colocarse en el
lugar de los que necesitaban: “¿y si eso hubiese
ocurrido conmigo”?
Finalmente hay un aspecto que debe ser mencionado. El
samaritano, en la época de la narrativa, era un pueblo
despreciado por los demás judíos. Los propios discípulos
de Jesus extrañaron, viéndolo cierta vez conversar con
una samaritana. No se debía entablar conversaciones “con
esa gente”. Coincidentemente, cerca de 20 siglos después,
también el nordestino en general, y en especial el
bahiano, fueron víctimas de preconceptos por parte de
otros brasileños, principalmente los del sudeste y del
sur del país. El buen Bahiano, como el Buen Samaritano
rompen las prácticas preconceptuales y dejan una lección
y ejemplo a ser seguido: Preconcepto o concepto previo
puede ser naturalizado y con eso justificado por varias
generaciones, resultando un gran e irreparable perjuicio.
P.S.: El autor agradece a Zilda A. P. Del
Prettr por la lectura previa de este manuscrito.
Referências
Del Prette, A. & Del Prette, Z. A. P. (2005). Psicología
de las relaciones interpersonales y habilidades
sociales: Vivencia para el trabajo em grupo. Petrópolis:
Voces.
Luiz, A. (2001). Nosso Lar (Psicografia de
Francisco Cândico Xavier). FEB.y
Mischel, W. (1958). Preference for
delayed reinforcement: An experimental study of a
cultural observation. The Journal of Abnormal and
Social Psychology, 56, 57-61
Wolpe, J. (1958). Treinamento
Assertivo. São Paulo: Brasiliense.
Almir Del Prette, graduado en Psicología por la
Fundación Educacional de Bauru, maestro en Psicología
por la Pontifícia Universidad Católica de Campinas y
doctor en Psicología (Psicología Experimental) por la
Universidad de São Paulo, es Profesor Titular
(voluntário) vinculado al programa de Pós-Graduación en
Educación Especial y en Psicología de la Universidad
Federal de São Carlos (SP).
Traducción:
Isabel Porras
isabelporras1@gmail.com
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