Tema: Amistad
Los amigos
Henrique estaba nervioso. Era su primer día de clases en
su nuevo colegio. Su familia se había mudado hacía poco
tiempo a la ciudad de Campo Azul y él comenzaría clases
en mitad del semestre. Al niño le preocupaba si lograría
seguir el ritmo de los otros alumnos.
Al comienzo de la clase la profesora presentó a Henrique
al grupo y pidió que todos abrieran el cuadernillo para
continuar estudiando lo que había sido enseñado en la
clase anterior.
Henrique trató de leer el cuadernillo para entender la
materia, que todavía no había aprendido.
Después, la profesora entregó una lista de ejercicios
que los alumnos debían hacer y entregarle al final de la
clase.
Henrique se sintió perdido. No sabía resolver los
ejercicios propuestos. Levantó la mano para pedir ayuda
a la profesora, pero ella estaba ocupada con otros
alumnos. Henrique bajó la mano con un suspiro, pero
pronto sintió que alguien le daba un codazo y le decía:
- ¡Oye, Henrique! ¡Soy José! ¿Necesitas ayuda para hacer
los ejercicios?
Henrique era tímido y estaba un poco avergonzado, pero
con el gesto amigable del colega sintió más confianza y
pidió:
- Creo que sí. No entendí qué hay que hacer. ¿Me
puedes ayudar?
José le explicó con buena voluntad lo que debían hacer.
Henrique entendió y quedó feliz por poder terminar la
actividad antes que la campana del recreo sonara. Los
alumnos salieron del aula y José llamó a Henrique para
jugar. Los dos niños se divirtieron, conversaron y
pasearon juntos.
José le mostró a Henrique todo el colegio y las mejores
cosas que tenía, como la cancha y el parquecito.
Antes de que el recreo terminara, José compartió su
refrigerio con Henrique, que no había traído nada, ya
que en su antiguo colegio el refrigerio era ofrecido a
los alumnos. Cuando las clases terminaron, Henrique
cogió sus cosas y fue hacia el portón del colegio, donde
su mamá ya lo esperaba. Le dio un abrazo y muy feliz le
contó cómo había sigo su primer día y cómo José había
sido amable con él.
Después de una semana, Henrique ya estaba más ambientado
en el colegio. Sus compañeros conversaban poco con él,
pero el niño estaba feliz por su amistad con José. Al
final de la clase, la profesora pidió la atención de
todos los alumnos y avisó:
- ¡No se olviden de que mañana es el Día del Juguete!
Cada uno puede traer su juguete favorito para mostrarlo
al grupo y jugar juntos en el recreo.
Henrique quedó muy animado con esa novedad. Entonces
pensó en el juguete que iría a traer.
Al día siguiente, Henrique llegó al colegio llevando su
equipo de walkie talkies. “Voy a preguntarle a
José si quiere jugar a los espías conmigo”, pensó.
Pero, tan pronto como los otros niños vieron el juguete
que Henrique había traído, comenzaron a llamarlo para
jugar.
- ¡Oye, Henrique! Ven a jugar conmigo, te presto mi
juguete y tú me prestas el tuyo.
- Henrique, ¿puedo jugar contigo? Nunca vi un walkie
talkie antes. ¿Puedo cogerlo?
- Wow, Henrique, tu juguete es tan genial. ¡Yo quiero
ser el primero en jugar contigo!
Henrique se sintió incómodo, pues había planeado jugar
con José. “Cuando llegue al colegio, José fue el único
que quiso ser mi amigo”, pensó. “Solo porque mi juguete
es genial, ahora todos quieren jugar conmigo.”
Henrique fue caminando y vio a José, que estaba sentado
solo en una de las bancas del patio.
- Es que ahora voy a jugar con José, pero después puedo
prestárselos – dijo Henrique a los otros niños, yendo al
encuentro del amigo.
José adoró jugar con los walkie talkies. Los dos
niños se divirtieron bastante, escondiéndose por el
colegio y comunicándose por las radios, imaginando que
eran policías en búsqueda de pistas.
Además, José se puso contento también al ver que
Henrique había preferido jugar con él en vez de jugar
con los compañeros más populares de la clase.
- ¡Gracias por haber escogido jugar conmigo, Henrique!
Yo vi que todo el mundo quería jugar también y solo
había dos radios.
- ¡Imagina! – dijo Henrique colocando la mano en el
hombro de José. – ¡Claro que iba a jugar contigo! ¡Es
porque tú eres mi amigo!
Henrique era un niño tímido y callado, pero no era bobo.
Él sabía valorar la verdadera amistad y sabía también
que no es en los momentos en que estamos arriba, sino en
los momentos en que estamos más frágiles, que conocemos
mejor los corazones de las personas.
La amistad de Henrique y José estaba basada en
afinidades y no en intereses y por eso siempre fue
motivo de felicidad para los dos.
Traducción:
Carmen
Morante
carmen.morante9512@gmail.com
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