Espiritismo para
los niños

por Marcela Prada

 

Tema: Amistad


Los amigos


Henrique estaba nervioso. Era su primer día de clases en su nuevo colegio. Su familia se había mudado hacía poco tiempo a la ciudad de Campo Azul y él comenzaría clases en mitad del semestre. Al niño le preocupaba si lograría seguir el ritmo de los otros alumnos.

Al comienzo de la clase la profesora presentó a Henrique al grupo y pidió que todos abrieran el cuadernillo para continuar estudiando lo que había sido enseñado en la clase anterior.

Henrique trató de leer el cuadernillo para entender la materia, que todavía no había aprendido.

Después, la profesora entregó una lista de ejercicios que los alumnos debían hacer y entregarle al final de la clase.

Henrique se sintió perdido. No sabía resolver los ejercicios propuestos. Levantó la mano para pedir ayuda a la profesora, pero ella estaba ocupada con otros alumnos. Henrique bajó la mano con un suspiro, pero pronto sintió que alguien le daba un codazo y le decía:

- ¡Oye, Henrique! ¡Soy José! ¿Necesitas ayuda para hacer los ejercicios?

Henrique era tímido y estaba un poco avergonzado, pero con el gesto amigable del colega sintió más confianza y pidió:

- Creo que sí. No entendí qué hay que hacer. ¿Me puedes ayudar?

José le explicó con buena voluntad lo que debían hacer. Henrique entendió y quedó feliz por poder terminar la actividad antes que la campana del recreo sonara. Los alumnos salieron del aula y José llamó a Henrique para jugar. Los dos niños se divirtieron, conversaron y pasearon juntos.

José le mostró a Henrique todo el colegio y las mejores cosas que tenía, como la cancha y el parquecito.

Antes de que el recreo terminara, José compartió su refrigerio con Henrique, que no había traído nada, ya que en su antiguo colegio el refrigerio era ofrecido a los alumnos. Cuando las clases terminaron, Henrique cogió sus cosas y fue hacia el portón del colegio, donde su mamá ya lo esperaba. Le dio un abrazo y muy feliz le contó cómo había sigo su primer día y cómo José había sido amable con él.

Después de una semana, Henrique ya estaba más ambientado en el colegio. Sus compañeros conversaban poco con él, pero el niño estaba feliz por su amistad con José. Al final de la clase, la profesora pidió la atención de todos los alumnos y avisó:

- ¡No se olviden de que mañana es el Día del Juguete! Cada uno puede traer su juguete favorito para mostrarlo al grupo y jugar juntos en el recreo.

Henrique quedó muy animado con esa novedad. Entonces pensó en el juguete que iría a traer.

Al día siguiente, Henrique llegó al colegio llevando su equipo de walkie talkies. “Voy a preguntarle a José si quiere jugar a los espías conmigo”, pensó.

Pero, tan pronto como los otros niños vieron el juguete que Henrique había traído, comenzaron a llamarlo para jugar.

- ¡Oye, Henrique! Ven a jugar conmigo, te presto mi juguete y tú me prestas el tuyo.

- Henrique, ¿puedo jugar contigo? Nunca vi un walkie talkie antes. ¿Puedo cogerlo?

- Wow, Henrique, tu juguete es tan genial. ¡Yo quiero ser el primero en jugar contigo!

Henrique se sintió incómodo, pues había planeado jugar con José. “Cuando llegue al colegio, José fue el único que quiso ser mi amigo”, pensó. “Solo porque mi juguete es genial, ahora todos quieren jugar conmigo.”

Henrique fue caminando y vio a José, que estaba sentado solo en una de las bancas del patio.

- Es que ahora voy a jugar con José, pero después puedo prestárselos – dijo Henrique a los otros niños, yendo al encuentro del amigo.

José adoró jugar con los walkie talkies. Los dos niños se divirtieron bastante, escondiéndose por el colegio y comunicándose por las radios, imaginando que eran policías en búsqueda de pistas.

Además, José se puso contento también al ver que Henrique había preferido jugar con él en vez de jugar con los compañeros más populares de la clase.

- ¡Gracias por haber escogido jugar conmigo, Henrique! Yo vi que todo el mundo quería jugar también y solo había dos radios.

- ¡Imagina! – dijo Henrique colocando la mano en el hombro de José. – ¡Claro que iba a jugar contigo! ¡Es porque tú eres mi amigo!

Henrique era un niño tímido y callado, pero no era bobo. Él sabía valorar la verdadera amistad y sabía también que no es en los momentos en que estamos arriba, sino en los momentos en que estamos más frágiles, que conocemos mejor los corazones de las personas.

La amistad de Henrique y José estaba basada en afinidades y no en intereses y por eso siempre fue motivo de felicidad para los dos.


 

Traducción:
Carmen Morante
carmen.morante9512@gmail.com


 


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