Tema: Respeto, Educación
Tangu, el Oso
En un bosque muy verde y florido, vivía un oso gordito y
bonito, de pelaje marrón, llamado Tangu.
El osito era muy bonito, pero de nada le valía su
belleza. ¿Y
por qué? Porque era maleducado.
Ni sus amigos ni sus familiares querían su compañía.
Un día, al pasar por el club de ping-pong, Tangu supo
que habría una competencia. Entusiasmado,
pues era su juego favorito, se interesó, deseando participar
en el campeonato. ¡Preparó su uniforme y participó en
los entrenamientos con mucha emoción! Sin embargo, las
quejas contra el osito llegaron muy pronto.
Cuando llegaba al club, le decía al portero, el señor
Tigre:
— ¡Ábrame!
El portero, muy incómodo, abría la puerta y Tangu ni se
lo agradecía. Comenzaba a entrenar sin saludar a nadie.
Al final del juego, tiraba la pelotita lejos, haciendo
que el siguiente jugador corriera a buscarla.
Si perdía una partida, salía enfadado, empujando a
todos, quejándose del árbitro. Fueron tantas quejas que
hasta el señor León, director del club, se dio cuenta de
las malas actitudes de Tangu.
- ¡No tiene educación, señor director!
- ¡No puede participar en la competencia!
- Es grosero, no es un buen compañero. Empuja
a todos. Es maleducado.
Preocupado, el señor León mandó llamar a Tangu. Ansioso,
el osito fue corriendo para saber qué quería el
director:
- ¿Qué quiere de mí?
- Tangu, no puedo permitir que continues entre los
jugadores. Te pido que te retires del club.
Muy nervioso, casi llorando, el osito preguntó:
- ¿Por qué, director? ¡Soy un buen jugador y estoy
seguro de que voy a ganar la competencia!
- Yo sé que juegas bien, pero no podemos tener jugadores
que no respetan a sus
compañeros. Que
son maleducados.
- Pero, director, ¿qué fue lo que hice?
- A ti te parece que no hiciste nada, pero te faltan
buenos modales. Pedir permiso para entrar, no empujar,
saber agradecer. Esto
es muy importante en nuestra vida. Tenemos que
acostumbrarnos a respetar a las personas. Así
nos volvemos amables.
Tangu se puso rojo de vergüenza y habló, muy torpemente:
-Si yo cambiara, ¿podría quedarme entre los jugadores?
El señor León pensó un poco y respondió:
- Bien, dejaré que te quedes una semana más. Si hubiera
una transformación en tus modales, en tu forma de tratar
a tus compañeros, podrás competir.
Tangu se fue de allí y volvió a su casa, pensativo. No
podía perder el campeonato de ping-pong. ¡Necesitaba
cambiar, y pronto! Por el camino comenzó a practicar:
- ¿Cómo ha estado, señor Elefante?
- ¡Hola, señor Mono!
- ¿Quiere alguna ayuda, señora Cobra?
¿Qué había pasado con Tangu? Los animales estaban muy
asustados… ¡Pasaron unos días y el osito se estaba
volviendo gentil!
Cuando fue al club, pasando por el portero, habló:
- ¿Cómo está, señor Tigre? ¡Abra la puerta, por favor!
¡Muchas gracias!
El señor Tigre quedó muy sorprendido cuando Tangu le
agradeció.
Y Tangu realmente cambió. En los entrenamientos, se
esforzó en ser educado. ¡No discutía con el árbitro y
hasta entregaba la pelotita y la raqueta en las manos
del siguiente jugador!
Al final del plazo concecido, el director permitió que
Tangu compitiera. ¡Jugó tan bien que hasta ganó el
campeonato!
¡Todos lo felicitaron por su victoria, haciendo una gran
fiesta!
Tangu se dio cuenta de que ser educado vale la pena, es
mucho más agradable y placentero, pues nos ayuda a tener
muchos compañeros y amigos.
(Texto del cuadernillo de Evangelización
de la Editorial Aliança, Jardim B.)
Traducción:
Carmen
Morante
carmen.morante9512@gmail.com
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