Tema: Felicidad
Sirviendo al bien
Érase una vez un hombre que estaba muy triste y no sabía
qué hacer.
Él ya había trabajado mucho durante su vida. Se había
esforzado para ganar dinero y había comprado algunas
cosas que pensó que lo harían feliz. Realmente alegraron
bastante al hombre, pero no por mucho tiempo.
Después de que la cosa dejaba de ser una novedad y se
acostumbraba a ella, la felicidad por tenerla disminuía
mucho o se acababa. A veces, llegaba incluso a tener
problemas por haber comprado algún objeto. Y luego
volvía a quedar triste. Por eso, no sabía qué hacer.
Un día, cansado de su rutina, decidió irse de vacaciones
y pasar unos días en una sencilla casa en el campo,
lejos de todo lo que estaba acostumbrado a tener y
hacer. Solo así conseguiría podría detenerse y pensar en
cómo mejorar su vida.
El hombre pasó varios días en la naturaleza, y cuando
llegó el día de volver a su casa en la ciudad se sintió
satisfecho, pues había comprendido algo importante.
Observando al sol, tan grandioso, capaz de iluminar y
calentar la Tierra y dar vida a las plantas y salud a
los animales, el hombre se dio cuenta de que el sol no
existe para sí mismo. Él
esparce sus beneficios. Por eso es tan importante.
Al reparar en el agua de los ríos y de la lluvia, el
hombre entendió que el agua está siempre en movimiento.
Ya sea evaporándose, lloviendo o corriendo en el cauce
de los ríos, o formando nubes, refrescando o regando las
plantas, lavando el polvo o matando la sed de los
hombres y de los animales, el agua está dando su
contribución al bienestar de todos. El agua es necesaria
en todas partes y sabe ser útil de muchas maneras
diferentes.
Al observar las flores y los frutos, el hombre aprendió
que ellos tampoco existen para sí mismos. Las flores
esparcen belleza y perfume. Los diversos frutos tienen
nutrientes, colores, olores y sabores maravillosos y son
ofrecidos por las plantas a los animales, que
constantemente se deleitan con ellas.
Cuando llegó a su casa, el hombre llamó a algunos amigos
y familiares. Les preguntó cómo estaban e intentó
descubrir si podía hacer algo por ellos.
De regreso a su trabajo y a su rutina, el hombre no solo
trató de hacer sus tareas, sino también ayudar a sus
compañeros en todo lo que fuera posible.
En todas las ocasiones, el hombre pasó a buscar ser útil
a alguien, a hacer más de lo mínimo necesario, a mejorar
el mundo que le rodeaba y la convivencia entre las
personas.
El hombre continuó comprando las cosas que necesitaba o
que hacían su vida más cómoda, pero ya no les daba tanta
importancia, pues aprendió que no eran su fuente de
felicidad.
Ahora le daba importancia a servir al bien siempre que
pudiera. El hombre se convirtió en una persona que hacía
la diferencia en la vida de los demás.
Esparcía alegría, comprensión, auxilio y amor por donde
pasaba.
Y fue de esa forma que cambió su vida y logró, sí, ser
muy feliz.
Traducción:
Carmen
Morante
carmen.morante9512@gmail.com
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