Es gratificante cuando se compulsan obras de autores
espíritas con bagaje analítico. Comprender la esencia de
las enseñanzas espíritas es fundamental para nuestra
mejora como seres humanos, espíritus inmortales.
Gonzales Soriano, citado por el añorado Herculano Pires,
dice que el “espiritismo es la síntesis esencial de los
conocimientos humanos aplicados a la investigación de la
Verdad”. En el siglo XIX el español ya había comprendido
la esencia del espiritismo que es siempre bueno rescatar.
Esa reflexión, de la doctrina espírita sea la síntesis
esencial de los conocimientos humanos, tal vez merezca
un poco más de atención. Desde los principios el hombre
aplica, entre intentos de acierto y error, su
comprensión sobre la vida y las interpretaciones
aceptables, de acuerdo con sus recursos, sobre la
verdad. Partiendo de esa premisa, somos invitados a
desenvolver la comprensión sobre la
transitoriedad de la vida en el plano de los encarnados,
lo que equivale a decir que el conocimiento de la verdad
es algo que se perfecciona, perfecciona a la medida en
que se dilatan las potencialidades de la mente, campo
despierto de la conciencia, en el decir del Espíritu
Emmanuel.
Esa comprensión vuelve el entendimiento de la vida más
amplio ante las diferencias de comportamientos, las
atrocidades sociales, los desequiliíbrios personales y
las enfermedades que solapan a la humanidad, sobre todo
aquellas de origen mental.
El Espiritismo, dice aun Herculano Pires, es una
doctrina sobre el mundo. Nos da, el espiritismo,
su interpretación y nos muestra como debemos conducirnos
en el mundo. Es eso que define al verdadero espírita:
esfuerzos emprendidos en la aplicación práctica,
cotidiana, de las enseñanzas doctrinarias. Sería,
interpretando el pensamiento del filósofo espírita de
mayor expresión en Brasil, hacer una lectura del mundo y
de la vida, aplicando las enseñanzas doctrinarias a
despecho de la fuerza vigente en la humanidad: el
egoísmo.
El ser humano vive la paradoja del crecimiento
evolutivo, momento en que es invitado a adaptarse ante
las circunstancias. Adaptarse no significa ceder a los
anhelos del egoísmo e insuflar el comportamiento que ha
agredido a la sociedad, aumentando las rupturas
sociales. Se trata de la absorción del conocimiento
doctrinario y su aplicación, a la medida en que se
coloca con voluntad suprema para vencerse a sí mismo.
Ese movimiento, parafraseando a Umberto Eco,
“cohexistirá”, por un tiempo, con otros movimientos
refractarios, contrarios a los impulsos renovadores.
Saber convivir con esa cohexistencia es comprender el
sentido mayor de adaptarse.
Parece complejo, tal vez no sea tan simple, pero tomemos
la mediumnidad como un ejemplo. Allan Kardec en El Libro
de los Médiuns y Leon Denis en En lo Invisible, son
objetivos en cuanto a la importancia de que el médium
desenvuelva una rutina de preparación para los momentos
sistematizados de intercambio con el mundo espiritual.
Diría, de forma categórica, bajo pena de ser mal
interpretado, que es “obligación” del médium prepararse
para las sesiones mediúmnicas. Todos debemos
prepararnos, en especial el médium.
Por más versado que sea el médium delante del contenido
doctrinario y por mejor que sea su preparación y el
condicionamiento de su facultad a lo largo del tiempo,
es importante que el médium se mantenga en constante
proceso educativo de la facultad mediúmnica. El estudio
de la mediumnidad es el estudio de una vida entera. No
se trata de leer, estudiar y conocer determinadas obras.
Se trata de un estudio constante para ampliar su alcance
de acción y volverse un instrumento para la comunicación
fluida entre los mundos material y espiritual.
¿Por qué el rigor en relación al médium es diferente?
Porque administrar y educar la facultad que permite
mayor lucidez en el contacto con el mundo espiritual
requiere tales condicionamientos por parte del médium.
Observen la literatura espírita sobre la comunicación
con el mundo espiritual, desde los experimentos de la
época de Kardec, Leon Denis y Gabriel Delanne, hasta los
días actuales con las obras del médium Chico Xavier. Las
orientaciones son claras: la preparación del médium es
condición sine qua non para un intercambio
fidedigno. Parece obvio, pero no siempre es: el contacto
con el mundo espiritual significa contacto con mentes y
pensamientos que pueden ser muy diferentes del suyo y,
por conseguinte, exigirá mayor capacidad del médium para
ser un instrumento fiel.
Un médium seguro de sus potencialidades sabe de la
importancia de prepararse. El médium iniciante y con
voluntad suprema de educar la mediumnidad, utiliza la
paciencia para adaptarse entre las exigencias del mundo
material y una preparación rigurosa (en cuanto a la
palabra “rigurosa”, cabe recordar que el rigor es
elástico y por eso varia de acuerdo con las
circunstancias y el motivo para el cual el médium se ha
preparado como instrumento de intercambio).
Todavía, por más que sean claros en cuanto a la
importancia de la preparación del médium, cabe al
estudiante y aprendiz trabajador, aplicar el buen
sentido con fidelidad a los propósitos de búsqueda de su
perfeccioamiento espiritual.
El médium que ingiere bebidas alcoholicas, que hace uso
del tabaco y otras drogas lícitas e ilícitas, cuando
estudia la doctrina espírita pasa a preocuparse en cómo
administrar tales situaciones hasta comprender que la
transformación de hábitos requiere educación de los
sentidos en busca de un propósito superior a lo largo
del tiempo. Como proceso educativo, se observa la
importancia, en la literatura espírita al respecto de la
mediumnidad, de crearse una rutina para el autoconocimiento y así
permitir el contacto con sus diversas emociones e, ipso
facto, con sus ideales superiores de forma perseverante y paciente.
Es importante, y en muchos casos, que el médium se
abstenha de tales hábitos por periodos cada vez mayores
antes de la reunión. Para hacer eso de forma consciente,
todavía, es fundamental que él sepa comprender el origen
de tales hábitos y actue en las causas, concomitantemente al
periodo de abstinencia, que puede ser facilitado con
cambios de hábitos, preferentemente acompañados por
profesional especializado en el área de la salud.
Al contrario del sentido común, no se trata de comparar
lo que es más relevante, si son los hábitos físicos o
mentales. Se trata de comprender los esfuerzos que
todos emplean para domar sus inclinaciones malas.
Y todos tenemos esas inclinaciones en grados y
naturalezas diferentes y en puntos diferentes de los que
fueron citados en esas reflexiones.
Ya oimos comentarios del tipo “es preferible aceptar un
fumador en la reunión mediúmnica que un maledicente”.
¡Tal vez la discusión pase por ahí (a pesar de la
dificultad de identificar un maledicente, lo que puede
ocurrir con la observación del comportamiento en la
convivencia)! No comer carne, no ingerir bebidas
alcoholicas, no hablar mal de los otros, no desear el
mal de los otros, están todos unidos al proceso que
somos invitados a revisar.
Lo que invitamos al lector a reflexionar es que, la
preparación de un médium, así como el estudio de la
doctrina espírita puede hasta comenzar en función de una
tarea específica en la casa espírita, pero no debería
limitarse a esa tarea y ni mucho menos a la casa
espírita. Los espíritus que se manifiestan en las
reuniones mediúmnicas no utilizan las “fichas
espirituales” de un trabajador espírita para observarlo
apenas durante el ejercicio de sus actividades en la
casa espírita. El ser es integral. Por tanto, si hay
moral a ser desarrollada, esa ocurre cuando el individuo
se esfuerza delante de los compromisos de la vida,
con los recursos que tiene y sus elecciones,
mucho más de lo que el tiempo que posee en una tarea
espírita.
En suma, diríamos que, para aprender mejor,
necesariamente pasamos por la comprensión de las
circunstancias y de los contextos; los hábitos son
comportamientos que se repiten a lo largo de un
determinado tiempo. Cambiarlos requiere una estrategia
que se repita también a lo largo del tiempo para que el
individuo imprima esfuerzos capaces de proporcionar la
transición entre un hábito nocivo y otros hábitos más
ajustados con lo que se desea para el futuro; comparar
comportamientos es incurrir en el riesgo de ser injusto
para con aquellos que se esfuerzan y se hacen
voluntarios para una tarea que sea, tal vez, ese cambio
de hábito que tanto anhela; toda tarea en la casa
espírita – así como toda tarea voluntaria en la
vida, es legítima puerta para el perfeccionamiento
espiritual. Si los hábitos aun son incompatibles con una
reunión mediúmnica de desobsesión, por ejemplo (sean
cuales hábitos fueran), iniciemos por otras tareas,
conquistemos más seguridad para los cambios de hábitos
hasta estar preparados para las reuniones mediúmnicas (siempre
en diálogo con el dirigente para mejor comprensión de su
caso). Aun así, delante de todo cuidado posible, uno se
destaca: el amor. ¡Haga todo con amor! ¡El amor
es comprensivo, fraterno, paciente y benevolente!