Tema: Cuidados con la
salud
Es necesario cuidarse
Juan era un niño
muy juguetón. Le gustaba mucho pasar el tiempo jugando
fútbol en la calle con los vecinos, subiendo a los
árboles y andando descalzo por el pasto. El niño estaba
muy feliz de pasar su tiempo de esa manera, pero su mamá
vivía preocupada.
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¡Hijo mío, tienes que cuidarte! No vayas
descalzo, puedes pisar alguna espina. ¡Y ponte
una camisa! – alertaba ella. – Pronto va a
anochecer y puedes
coger un resfriado.- No lo necesito, mamá...
Sabes que yo nunca me
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enfermo. |
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Juan estaba más
preocupado con el campeonato de futbol que los niños de
la otra calle estaba organizando. Su equipo necesitaba
entrenar mucho para tener alguna oportunidad de ganar.
Por eso, siempre que llegaba del colegio, Juan salía
a entrenar. Quería pasar toda la tarde practicando
patadas y dribleo.
Su mamá, después de
algunas horas, lo llamaba y decía:
- Juan, ven a casa.
¡Quiero que te laves las manos y comas un sánguche! No
es bueno
pasar la tarde sin comer.
- Juan, es hora de
entrar. Ya jugaste mucho tiempo, es la hora de tomar un
baño y descansar.
Pero el niño se aburría y
siempre respondía:
- ¡Ya voy, mamá! Voy a
entrenar solo unos minutitos más.
Una vez, Juan se quedó
jugando tanto tiempo que ni se dio cuenta que ya era de
noche. Él estaba muy contento, pero se dio cuenta de que
no se estaba sintiendo muy bien.
- Voy corriendo a casa –
pensó.
Pero Juan rápidamente se
dio cuenta de que no podía correr más. Estaba cansado y
adolorido. Había pasado toda la tarde jugando fútbol sin
haber comido nada. Su camiseta estaba empapada de sudor
y no tenía ningún abrigo para protegerse del viento. En
poco tiempo sintió que su cabeza comenzaba a doler y
llegó a casa estornudando.
Incluso después de cenar
y tomar un baño caliente, Juan todavía se sentía pésimo.
Su mamá lo animó a dormir temprano para que pudiera
descansar lo
suficiente.
Al día siguiente, Juan
despertó con fiebre y no fue al colegio. Y aun así, el
niño quería salir de la cama para jugar con la pelota.
- Pero mamá, ya estoy
mejor – dijo tosiendo. – Puedo salir a jugar.
Su mamá suspiró, dándose
cuenta de que sería difícil convencer a Juan solo con
palabras. Entonces, cogiendo su casa de lápices de
colores, que estaba ahí cerca, le dijo:
- Hijo, ¿estás viendo que
este lápiz azul está gastado? Es uno de los que más
usas, ¿no?
Juan asintió, sin
entender, y ella continuó:
- Necesitas cuidar bien
el lápiz si quieres usarlo por mucho tiempo. No puedes
dejarlo caer en el piso, ni pintar con mucha fuerza.
Nuestro cuerpo también es así. Necesitamos cuidarlo
constantemente para que estemos bien. Comer comidas
saludables, tener un buen sueño, hacer ejercicios, tomar
un baño, cepillar los dientes… Y así como necesitamos
gastar un tiempo tajando el lápiz cuando la punta se
rompe, también necesitamos dar un tiempo para que
nuestro cuerpo descanse cuando estamos enfermos.
¿Entiendes? ¿Podrías pintar bien, usando un lápiz con la
punta rota o muy desgastada? – preguntó ella.
- No. – respondió el niño
con tristeza.
Juan había entendido lo
que su mamá quería decir. Necesitamos un cuerpo
saludable, en buenas condiciones, para poder hacer las
cosas.
Ese día, aprendió que
cuidar de nuestro cuerpo y mantenerlo saludable es la
mejor receta para que podamos vivir bien.
Juan se quedó unos días
sin jugar con la pelota, dentro de la casa, descansando,
recuperándose. Aprovecho ese tiempo para dibujar y
pintar, que también le gustaba hacer. Mientras tajaba
los lápices o los guardaba en el lugar correcto, para
poder encontrarlos y usarlos después, pensaba en lo que
su mamá le había dicho.
Cuando se sano, volvió a
entrenar y consiguió jugar en el campeonato. Pero empezó
a respetar más los límites de su cuerpo y a cuidar más
de su salud.
Traducción:
Carmen
Morante
carmen.morante9512@gmail.com
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