Tema: Auxilio
¡También quiero ayudar!
Juquinha estaba muy triste. Su abuela estaba enferma.
Ella había ingresado al hospital unos días atrás. Ahora
ya estaba de regreso, pero todavía necesitaba muchos
cuidados.
La abuela vivía en casa de Juquinha desde que él era un
bebé. Ella siempre había ayudado a cuidarlo. Hacía las
comidas que le gustaba, oraba con él, le contaba
historias, le enseñaba canciones antiguas y mucho más.
Era siempre cariñosa, tanto
en los momentos alegres como en los tristes. Él amaba
mucho a su abuela.
Cuando ella volvió del hospital, Juquinha se puso muy
contento, pero después vio que ella todavía estaba muy
delicada y que sus padres estaban muy preocupados por
ella.
- No hagas nada malo – pensó el niño – por lo menos la
abuela ya está en casa y
voy a cuidarla tanto, ¡que muy pronto va a estar mejor!
Pero no pasó mucho tiempo para que Juquinha percibiera
que no era tan fácil cuidar
a la abuela. Él todavía era pequeño. No podía remover el
fogón. No sabía cocinar
nada, mucho menos la comida que su abuela necesitaba.
Juquinha observaba a su mamá preparando, con cariño, la
sopa y los jugos y después ayudando a la abuela a tomar.
Él quería también hacer eso, pero no podía.
Él observaba también a su papá. El papá de Juquinha
tenía bastante fuerza y era él quien cargaba a la abuela
para ponerla en la silla de ruedas, cuando necesitaban
llevarla a algún lugar. La abuela estaba tan débil que
no podía ni caminar. Solo se quedaba echada, con los
ojos cerrados, descansando o durmiendo.
Juquinha quería mucho poder hacer algo, pero no veía
cómo podría ayudar a su querida
abuela. Eso comenzó a dejarlo muy fastidiado.
Una tarde, la mamá de Juquinha, pasando frente a su
cuarto, lo escuchó llorando. El niño estaba cansado de
esa situación. Se sentía inútil. Estaba preocupado por
su abuela, quería que mejore, pero no se sentía capaz de
hacer nada por ella.
Su mamá, lo abrazó y, con calma, explicó:
- Hijito, no estés así. Todavía eres un niño. No podrías
hacer las tareas que yo y tu papá estamos haciendo. Un
día vas a crecer, habrás aprendido muchas cosas y vas a
poder ayudar a muchas personas. Lo más importante es que
tengas buena voluntad y eso vale mucho. Mientras tanto,
lo que puedes hacer para ayudar son las actividades que
los niños hacen.
- ¡O sea: nada! – dijo Juquinha, cayendo en llanto
nuevamente.
- No, querido, claro que no. Cualquier persona puede
hacer algo bueno para los demás. Mientras tú aún no
puedes hacer todas las tareas que tu abuela necesita, puedes
ayudarla con tus oraciones, con tu cariño. Ven, te voy a
mostrar.
Los dos fueron, entonces, al cuarto de la abuela. Ella
parecía estar durmiendo, pero la mamá de Juquinha le
habló de todos modos.
- ¡Mamá, mira quién está aquí! ¡Juquinha!
Junquinha no sabía qué decir, pues no sabía si su abuela
estaba escuchando. Aún así comenzó a hablar:
- ¡Hola, abuela! ¡Recupérate pronto, abuela! ¿Está bien?
La abuela no dijo nada, ni abrió los ojos, pero levantó
un poco la mano en dirección a él. Juquinha pensó que
ella quería tocarlo. Él se acercó a su cama y le dio la
mano.
Ella continuó como estaba, pero Juquinha se dio cuenta
de que ella estaba sonriendo. Eso llenó su corazón de
alegría. La abuela estaba feliz de tomar su mano.
Finalmente él había podido hacer algo por ella.
Después de eso, todos los días, siempre que podía,
Juquinha iba al cuarto de su abuela a tomar su mano y
conversar un poco con ella. Después, además de
conversar, pasó a cantar también las canciones y hacer
las oraciones que ella le había enseñado.
En pocos días, la abuela comenzó a mejorar bastante.
Pasó a quedarse con los ojos
abiertos. A veces sonreía y hablaba algunas palabras
bien bajito.
Un día Juquinha se acercó bastante y consiguió escuchar.
- ¡Te amo, Juquinha! – dijo ella.
- También te amo, abuela – respondió él, abrazándola.
La abuela fue mejorando cada vez más. Comenzó a cantar y
a hacer las oraciones con su nieto. Después comenzó a
conversar. Un bello día incluso logró ponerse de pie y
dar algunos pasos.
Por fin, ella se recuperó y finalmente volvió a ser como
antes.
Juquinha celebraba cada una de sus conquistas. Y el
cariño entre ellos parece que también había crecido.
Empezó a ayudarla de otras formas también, buscando sus
lentes, poniéndole sus zapatos…
Cuando ella pedía algo Juquinha nunca se quejaba y
actuaba rápido, pues se sentía feliz por todo lo que él
ya podía hacer.
Con su mamá él había aprendido que cualquier persona
puede ser útil cuando quiere de verdad. Y con la
enfermedad de su abuela se dio cuenta de que quería
aprender a hacer muchas cosa, pues es muy gratificante
poder ayudar a alguien.
Traducción:
Carmen
Morante
carmen.morante9512@gmail.com
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