Tema: Gratitud
Bolita, el pollito fugitivo
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Bolita era un pollito amarillito y gordito. Se
parecía mucho una bolita. Bolita estaba muy
triste en el gallinero. |
- Me voy de aquí, dijo él. Mi casa es fea. Quiero una
casa bonita, piu… piu… piu…
Bolita se fue y nadie lo vio. D. Pintada que era su
madre, quedó desesperada. Quería
a su hijito de vuelta, y gritaba: - ¡Bolita, Bolita!
Dónde estás, coc… coc… coc...
Bolita caminó... caminó... caminó... y vio un pajarito
en pajarito en un árbol. El pajarito
cantaba alegre.
Bolita preguntó:
- Pajarito, ¿puedo vivir contigo?
- Sí puedes, sube hasta aquí, respondió el pajarito.
- ¿Subir hasta ahí?, dijo Bolita, asustado. – Ahí es muy
alto, y puedo caer y lastimarme… No, pajarito, no me
gusta tu casa. Me voy. Piu... piu... piu..
Bolita caminó... caminó... caminó... y llegó a la ribera
de un río. Vio un pececito nadando muy contento.
Bolita preguntó:
- Pececito, ¿puedo vivir contigo?
- Sí puedes, lánzate aquí dentro del agua, respondió el
pececito.
- ¿Lanzarme ahí dentro?, preguntó Bolita, sorprendido. –
No, no, pececito, no me gusta tu casa, y me voy. Piu…
piu… piu...
Bolita caminó... caminó... caminó... y se encontró con
un armadillo que estaba cavando la tierra, muy
satisfecho.
Bolita preguntó:
- Armadillo, ¿puedo vivir contigo?
- Sí puedes, Bolita, entra en este agujero, respondió el
armadillo. – Ven a ver mi casa.
- ¿Entrar en ese agujero profundo y oscuro?, preguntó
Bolita, muy asustado. Tengo miedo. Armadillo, no me
gusta tu casa.
Y se fue. Piu... piu… piu…
Bolita caminó... caminó... caminó... hasta que comenzó a
oscurecer. Bolita estaba cansado, tenía hambre. Sentía
miedo y frío, y comenzó a llorar.
En eso, Bolita escuchó a lo lejos D. Pintada, que
gritaba:
- ¡Bolita, Bolita! ¿Dónde estás?
Bolita comenzó a recordar: - ¡Qué buena es mi mamá!
¡Ella me quiere mucho! Que
calientitas son sus alas. ¡Qué comidita tan deliciosa me
da mamá!
Bolita entonces corrió disparado. Corrió, corrió hasta
encontrar las alas cariñosas de
D. Pintada. Y, muy contento, escondido en su mamá,
comenzó a decir:
- ¡Qué buena eres, mamá! ¡Qué contento estoy! Y mirando
al gallinero, continuó: ¡Mamá, no hay una casa más
bonita como la mía!
Historia extraída de la página web
Pelos caminhos da evangelização
Traducción:
Carmen
Morante
carmen.morante9512@gmail.com
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Atividades
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