Tema: Fe y auxilio divino
Fuerza y fe
Juquinha estaba estudiando para el examen, pero tenía
dificultad para entender el
tema. Empezó a sentirse inseguro.
“¡Este tema es muy difícil! No creo que pueda aprender
nada. ¡Voy a reprobar el examen
mañana! ¿Qué voy a hacer?”, pensó, preocupado.
El niño, entonces, fue a pedir ayuda a su madre y le
explicó lo que estaba pasando.
- Tranquilo, hijo, yo te voy a ayudar. Leeré los apuntes
contigo, pero antes vamos a hacer una oración y pidamos
ayuda a Dios. Después, vamos a estudiar mucho y ¡vas a
lograrlo! - dijo la madre confiada.
El niño aceptó la ayuda de su madre, e hicieron lo que
ella propuso. Pero, mientras estudiaban, aun sintiendo
que tenía dificultad con el tema, Juquinha preguntó:
- Mamá, ¿por qué le rezamos a Dios para que me ayude si
de todas maneras tengo que estudiar este tema difícil?
¿No podría Dios haberme hecho saber una parte, o al
mismo tiempo aparecerse ante mí y asegurarme que mañana
la prueba será fácil?
La mamá sonrió y dijo:
— Juquinha, tu pregunta me recordó un mensaje de El
Evangelio según el Espiritismo, escrito por Allan
Kardec.
La madre de Juquinha pasó entonces a explicarle el
mensaje del libro:
- Un hombre está perdido en el desierto, casi muriendo
de sed. Casi sin fuerzas, cae al suelo y le pide a Dios
que lo ayude. El hombre espera, pero nadie aparece para
darle agua. Pero un buen espíritu acude en su ayuda y,
sin ser visto, le inspira la idea de levantarse y seguir
uno de los caminos que tiene delante. El hombre,
entonces, usando las fuerzas que aún le quedaban, se
levanta, camina y logra ver un riachuelo, lo que lo
llena de valor para sobrevivir.
- No entiendo - dijo Juquinha. - ¿Qué significa esta
historia?
- Tranquilo, ahora viene la explicación y enseñanza del
mensaje - respondió la madre. - Si el hombre fuera una
persona de fe, al encontrar el agua dará gracias a Dios
diciendo: “Gracias, Dios mío, por haberme animado a
levantarme y por darme la idea de seguir por el camino
correcto hasta ese riachuelo”. Pero si fuera un hombre
sin fe, dirá: “Nadie me ayudó, tuve que llegar hasta
aquí solo. Por suerte tuve la idea de seguir por ese
camino”.
Ella continuó:
- ¿Entendiste ahora, hijo? Dios nos ayuda, pero no nos
quita nuestro deber ni el mérito
de nuestro esfuerzo. Dios no hace lo que nos corresponde
a nosotros. A veces la ayuda puede venir de la
intuición, de situaciones que se presentan o incluso a
través de las personas. Pero nuestro esfuerzo siempre es
necesario. Si Dios nos quitara eso, no tendríamos
mérito, no nos fortaleceríamos ni evolucionaríamos.
Siempre tendríamos que esperar que las cosas vengan a
nosotros.
Juquinha pensó un poco y dijo:
- Creo que entendí. ¡Debemos tener fuerza y fe!
Confiar en que Dios me estará ayudando con las cosas que
no controlo, y esforzarme y estudiar lo más que pueda,
porque esa es mi parte. ¿Verdad?
- ¡Exacto! ¡Y no te olvides de dar las gracias después,
también! - respondió la madre.
- Está bien, yo agradezco - dijo Juquinha, sonriendo. -
¡Pero vamos a estudiar ahora, porque todavía voy a tener
que esforzarme mucho para aprender todo esto!
Juquinha estudió y Dios lo ayudó, porque logró salir
bien en la prueba del día siguiente. Y aprendió muchas
cosas, especialmente cómo fortalecer su fe.
Traducción:
Carmen
Morante
carmen.morante9512@gmail.com
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