Tema: Buenas y malas influencias
El escarabajo asustado
Los animalitos se habían reunido en la casa de la
mariquita para preparar el picnic que estaba previsto
para esa tarde. La mariquita hacía los sándwiches, la
hormiga preparaba el pastel y la mariposa hacía el jugo.
Todas trabajaban felizmente, cuando sonó el timbre. Era
el escarabajo, que llegó sin aliento.
- Dios mío, escarabajo, ¿por qué tienes esa cara? - dijo
la mariquita mientras abría la puerta.
- ¡Vine corriendo aquí! ¿No ves que viene la lluvia? -
respondió el escarabajo temblando. - Tenía miedo de no
encontrar el camino si empezaba a llover fuerte. O peor
aún, ¡que un rayo me cayera en la cabeza!
- Calma - dijo la mariquita. - El día amaneció nublado,
pero ya va mejorando. No parece que vaya a llover, mucho
menos lluvia fuerte.
- ¡Nunca se sabe! - respondió el escarabajo, angustiado.
- Escuché que una vez cayó una gota de lluvia tan fuerte
sobre la espalda del mosquito que nunca pudo volver a
volar correctamente.
- ¡Nada! - dijo la hormiga – él da esa excusa, pero
conozco al mosquito desde hace mucho tiempo y nunca fue
bueno para volar. ¡No des oído a todo lo que escuchas!
- Pero no fue solo él - continuó el escarabajo. - Mucha
gente ha tenido serios problemas
con la lluvia. Me asusto solo de pensarlo.
El día anterior, el escarabajo había estado hablando con
el saltamontes, a quien le gustaba hablar de tragedias y
le había contado todos los tristes sucesos de los
alrededores. El escarabajo era muy sensible y se
impresionó con esas historias. Por la noche no durmió
bien. Tuvo pesadillas, soñó que llovía mucho y que la
corriente lo arrastraba. Cuando despertó, siguió
reviviendo esos pensamientos infelices y el miedo
terminó instalándose en su mente.
- Siéntate y descansa un poco - le ofreció la mariposa,
acercándole un vaso de agua. – Todo está bien,
escarabajo. ¡Las nubes están blanquitas! Terminemos de
preparar la comida y después podremos hacer nuestro
picnic.
El escarabajo aceptó. Los amigos comenzaron a mostrarle
lo que estaban haciendo y a conversar de otros temas,
tratando de animarlo.
- ¿Puedes empacar la canasta de picnic, escarabajo? -
preguntó la hormiga al darse cuenta de que el escarabajo
seguía con el pensamiento perdido.
- ¡Claro, sí puedo! - respondió el amigo.
Pero el escarabajo había estado tan nervioso, imaginando
que lo atraparía una tormenta, que no podía dejar de
pensar en ello. De repente, escuchó un ruido afuera y
pensó que era un trueno, anunciando una tormenta.
El escarabajo, asustado, dio un grito: ¡Ah!
El grito del escarabajo asustó a la mariposa, que dejó
caer todo el jugo al suelo. La hormiga, que venía
caminando, resbaló en el piso mojado y tiró del mantel,
tratando de sujetarse. El mantel arrastró todos los
sándwiches de la mariquita al suelo.
La hormiga, disgustada, le gritó a la mariposa:
- ¡Mira qué desastre! ¡Deberías prestar atención en lo
que haces! Por
tu culpa, perdimos
los sándwiches y el jugo.
- ¡Es culpa del escarabajo! Él me asustó - respondió la
mariposa.
El escarabajo bajó la cabeza, avergonzado por haber
causado todo.
La dueña de la casa, entonces, al darse cuenta de la
discusión que se estaba comenzando, habló cariñosamente:
- Chicos, vamos a calmarnos. Fue solo un accidente, no
vamos a pelear por eso. ¿Alguien
resultó herido?
- Estoy bien - respondió la mariposa, con un suspiro. –
Solo me asusté por el ruido.
- Yo también - dijo la hormiga.
- Y yo también - completó el escarabajo.
- Un susto llevó a otro - explicó la mariquita. -
Necesitamos prestar atención a nuestras actitudes,
porque influyen en los demás. Así como una actitud
negativa genera otros malos sentimientos, una actitud
positiva incentiva algo bueno también. No nos detengamos
en lo que pasó. Sigamos ayudándonos unos a otros.
Todavía tenemos el pastel y podemos jugar, conversar,
cantar y divertirnos. ¡No nos vamos a perturbar, vamos a
hacer nuestro picnic y será muy agradable!
La emoción y la forma de hablar de la mariquita contagió
a sus amigos, quienes rápidamente le dieron la razón.
Después de limpiar la cocina, la hormiga fue a buscar
unas papas fritas que tenía en casa mientras la mariposa
hacía otro jugo. Se reunieron en el jardín y tuvieron un
gran picnic.
El escarabajo se divirtió tanto que hasta se olvidó de
sus preocupaciones. Cuando volvió a su casa se sentía
muy bien.
Ese día en el picnic, el escarabajo aprendió una gran
lección, descubrió cómo las personas pueden
influenciarse unas a otras y decidió a partir de
entonces tener siempre mucho cuidado con eso.
Traducción:
Carmen
Morante
carmen.morante9512@gmail.com
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