Tema: Reencarnación; amor
El ciclo de la vida
La mamá estaba cosiendo cuando se dio cuenta de que su
hijito Caio estaba mirándola fijamente. Él ni
pestañeaba, estaba con la mirada triste y pensativa.
Ella le preguntó qué estaba pasando y él respondió con
otra pregunta:
- ¿En verdad tengo que crecer?
La madre se sorprendió y respondió que sí. Le dijo que
él ya estaba creciendo, pero que esto era muy bueno,
porque estaba aprendiendo muchas cosas y convirtiéndose
en un niño cada día más lindo e inteligente.
Pero él no quedó satisfecho con esa respuesta y dijo que
tenía que haber alguna manera de seguir siendo un niño
para siempre, porque si él crecía, la mamá envejecería y
no quería que ella muriera, porque la amaba mucho.
La madre se dio cuenta de que Caio tenía miedo de estar
lejos de ella algún día.
Ella lo tomó en sus brazos y fueron hacia la ventana del
apartamento. La mamá le pidió que mirara las casas, los
edificios y las personas caminando por las calles, pues
vivían en un barrio muy concurrido de una gran ciudad.
Ella empezó a explicar que hay mucha gente en el mundo y
que Dios cuida de cerca a todas las personas que
existen. Nadie está nunca solo. Los adultos cuidan a los
niños, los mayores transmiten sus enseñanzas a los más
jóvenes y todo el mundo está siempre aprendiendo y
mejorando. Incluso los más viejos también están bien,
porque ya han hecho mucho, ya aprendieron mucho, ya han
vivido con mucha gente y eso es una bendición de Dios.
Explicó que todo el mundo nace, crece, envejece y muere.
¡Es el ciclo de la vida! El
ciclo creado por Dios.
Pero viendo que el niño todavía estaba triste, ella
dijo:
- ¡Pero una cosa no muere nunca!
- ¿Qué cosa, mamá? – quiso saber Caio.
- ¡El amor! El amor no termina, solo crece. Y el amor
hace que las personas que se aman se busquen, se
reencuentren, estén siempre cerca. ¡Y por eso vamos a
estar siempre, siempre juntos, querido! - dijo,
abrazando a su hijo.
— Cuando era pequeña, tampoco quería crecer. No sabía lo
que iba a pasar. Pero los cambios fueron pasando poco a
poco y hoy me gusta mucho haber crecido, porque pude
tenerte a ti - continuó la madre.
— Sí, pero ahora que ya creciste, el abuelo envejeció y
murió — dijo Caio.
- Lo sé, hijo. Lo extraño, sí. Pero entiendo que ya
necesitaba volver al mundo espiritual. Su cuerpo ya
estaba muy viejito. No se sentía bien. Pero sé que lo
encuentro algunas noches mientras mi cuerpo duerme. Y
también sé que voy a tener otras vidas con mi querido
papá, pues nos amamos mucho y sé que Dios va a preparar
lindas oportunidades para que estemos juntos nuevamente.
Caio pensó un poco en lo que dijo su mamá y, encontrando
una solución, dijo emocionado:
- A mí también me gusta mucho el abuelo. Si él quiere,
puede nacer como mi hijo esa vez. Yo podría enseñarle a
andar en bicicleta, como él me enseñó a mí.
- Qué gran idea - dijo mamá, sonriendo. – Pero para eso
tendrás que crecer primero.
Ellos siguieron hablando sobre el amor, sobre las
reencarnaciones y sobre los planes del chico de estar
siempre cerca de su madre y de las personas que él
amaba. Pero lo importante fue que Caio se calmó y
entendió que el ciclo de la vida fue creado por Dios y
que él está a nuestro favor.
(Adaptación del texto Ciclo de la Vida,
de Sheila Jorge, del sitio web Contos de ninar.)
Traducción:
Carmen
Morante
carmen.morante9512@gmail.com
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