La comprensión de nuestra inmortalidad es tema
fundamental para Espíritus aun no totalmente
evolucionados, como los billones de entidades ligadas al
planeta Terra.
Por cuenta de este desconocimiento, muchos al
desencarnar no consiguen entender este natural e
inevitable momento, y creían que todo se acabaría con la
muerte, tonto engaño, pues en este estado de sorpresa y
perturbación buscan mantener comunicación y vivir, como
vivían, con los encarnados - amigos y familiares - que
les hacían compañía, antes de partir para el definitivo
y eterno mundo invisible.
De esta forma, al volver a sus antiguas moradas,
ayudarán a crear las leyendas de los lugares encantados.
El escepticismo y las religiones dogmáticas intentaron
entender y explicar este fenómeno sobrenatural, con
todo, bajo su preconceptuoso y deficiente punto de
vista, no obtuvieron éxito, y los hechos continuaron
inexplicables.
La humanidad esperó hasta mediados del siglo XIX para
bien comprender en definitiva que encantados estos
lugares; como provocaban apariciones y ruidos; si había
o no predilección por ciertos lugares; por qué razones
estas entidades volvían del más allá; por cuál motivo,
aparentemente, sólo surgían a media noche; y, tal vez lo
más importante, cómo obrar delante de estos insólitos
acontecimientos.
La obra traida por Espíritus de significativa evolución,
desmenuzando los pormenores de ese tema en análisis, fue
publicada en 1861, en Francia, siendo la segunda obra
básica de la Doctrina Espírita, estructurada por el
sabio lionés Allan Kardec, cuyo título es: El libro
de los médiuns.1
¿Quién encanta?
El argot popular nombró estos encantamientos de almas
en pena,
con todo, como vimos brevemente en el inicio, nada más
son que Espíritus, creados por Dios, como nosotros. Por
variadas razones, presentados más al frente, vuelven del
espacio, entre tanto, algunos ni incluso dejan la
superficie terrestre, obrando después de la muerte como
si aun estiviesen vivos,
y en carne
y huesos.
Evidentemente, estas entidades no son representantes de
la clase de los Espíritus sabios y buenos, al contrario,
aun están catalogadas en la condición de Espíritus
inferiores, - no necesariamente malos -, pues con
esfuerzo y dedicación en la comprensión y práctica de
las leyes divinas, evolucionarán también al grado de los
superiores, y más, hasta alcanzarán la posición de puros
Espíritus.
Es común la asociación de estas manifestaciones
aterradoras a la presencia del Diablo, habitando estos
lúgubres sitios, con todo, no es el caso de
responsabilizar esta figura tan pavorosa, por cuenta de
una razón muy simple: ¡El Diablo no existe!
Creación de los antiguos e, incluso alcanzando el siglo
XXI, incontables religiosos aun se obstinan en culpar
esta ficticia entidad no sólo como responsable por la
existencia de estos lugares encantados, así como, por
muchos de sus actos contrarios a la Ley de Dios, de modo
a incluirse de la autoría de acciones indecorosas que
aun ávidamente desean mantener: Pobre
Diabo,
culpado por todo lo que hacemos de malo.
¿Cómo producen los fenómenos?
De la lectura atenta de El libro
de los médiuns,
aprendemos que los fenómenos materiales provocados por
los Espíritus pueden ser explicados por la existencia de
la materia en estado de fluido - creación de Dios - que
envuelve nuestro orbe y llena el Universo. Estos
fluidos, en sus diversas modalidades, pueden ser
manipulados por ciertas entidades desencarnadas. Hay
también vivos que
detentan provisionalmente la facultad de la mediumnidad,
de entre estos, algunos pueden exteriorizar sus propios
fluidos viabilizando el manoseo de esta materia
fluidica, muchas veces su rebeldía, provocando:
movimientos de mobiliario, derrumbado y caída de
objetos, aparecimiento de luces, sonidos grotescos,
como, ruidos insólitos, gritos, llantos, voces, suspiros
y susurros, entre tantas formas de manifestaciones
materiales que tienen por fuente los fluidos.
A veces, aparecen por medio de la materialización de sus
periespíritus – envoltorio que posee la forma del cuerpo
físico envolviendo a todos los Espíritus -, a todos los
presentes, en otras ocasiones, pueden facerse visibles
apenas a los que posean cierto grado de mediumnidad o
por la doble vista.
Evidentemente, estos fenómenos están bajo supervisión de
entidades más evolucionadas que permiten los hechos por
razones plenamente justificables, nada ocurre por acaso.
Todos los Espíritus que provocan estos acontecimientos,
y los vivos sujetos
a estas situaciones, poseen una entidad más evolucionada
que les acompaña de cerca, de modo a ayudar en el
proceso de evolución de cada cual. Nadie está
desamparado, ni del lado
de acá,
tampoco, del
lado de allá.
¿En qué lugares?
Dicen las leyendas haber cierta predilección por parte
de estas entidades perturbadoras por: castillos
medievales, antiguos palacios, construcciones antiguas
y, de hecho, algunos son incluso encantados, con todo,
los Espíritus desencarnados pueden manifestarse en
cualquier lugar: apartamentos, casas modernas, inmuebles
comerciales..., todo depende de las razones o
motivaciones de estos dichos muertos.
De hecho, se dice que hay algunos billones de entes en
el plano invisible, se toma como ejemplo el texto de
Emmanuel cuando afirmó en 1952 haber 20 billones de
almas desencarnadas.2 ¡Ahora, considerando
que la mayoría abrumadora no se interesa en aprender
nada sobre su condición de Espíritu inmortal, o, cuando
busca informaciones sobre los postulados divinos,
infelizmente, encuentra explicaciones absurdas,
impregnadas de incomprensibles dogmas, confundiéndola
más aun, siendo así, se puede afirmar que hay mucho más
lugares encantados de lo que sueña
nuestra vana filosofia!
Los Espíritus están entre nosotros, en las: calles,
bares, escalinatas, plazas, salones, campos..., y,
siempre que cualquier uno de estos, por ignorancia total
de su estado de muerto,
aparece, por ejemplo, sentado en un banco de plaza,
pronto, da inicio a otra leyenda sobre un nuevo lugar
encantado.
De lo que se sabe, no procede la afirmación de que las almas
sufridas prefieran
los campos santos, o sea, los cementerios. Allá
comparecen, de ordinario, cuando son llamadas por el
pensamiento de sus familiares, en los días de Muertos,
como ejemplo, con todo, no escogen estos sitios, son
lugares como otros cualquiera. Algunos hasta permanecen amarrados,
por el periespíritu, a sus cuerpos en descomposición, ya
enterrados bajo la tierra, pero estos casos no
representan una condición de preferencia, el magnetismo
y la fuerza del pensamiento explican estas singulares
uniones.
No prefieren los lugares yermos y apartados, se unen a
los escenarios que mejor correspondan a su índole
personal: si gustaban de multitudes ahí se mezclarán,
si, por otro lado, eran solitarios y distantes a la
convivencia social, se apartan naturalmente de las
aglomeraciones.
¿Por cuales razones?
El apego extremado a la materia, una existencia
sensualista, el culto alucinado al propio cuerpo,
explican estas situaciones particulares cuando los
videntes observan a Espíritus sentados en sus sepulturas
sin poder de allí apartarse, algunos sufriendo el tiempo
perdido en la búsqueda desenfreada por los placeres
inmediatos de la vida.
Entre tanto, esta es apenas una de las muchas razones
que esclarecen por cuáles motivos hay tantos
desencarnados literalmente prisioneros de situaciones
que no comprenden y de las cuales no detentan el poder
de liberarse por cuenta propia, precisan de ayuda
externa.
Algunos se apegan a sus afectos y pasan, muchas veces, a
obsesarlos sin bien comprender que lo hacen. Pueden,
igualmente, ligarse a objetos que poseían cuando en vida
y, por el magnetismo, al verse libres de sus cuerpos, se
imantan a estos objetos, no consiguiendo abandonarlos.
Son, a veces, antiguos moradores de los castillos,
iglesias, moradas variadas que, al recibir el
llamamiento de la muerte, se niegan a abandonar sus
moradas para otras personas, pasando a atormentar a los
que allá permanecen, aterrorizando a futuros moradores,
impidiendo que asuman el gobierno de sus antiguas
propiedades.
Hay casos en que el individuo es sorprendido por la
muerte sin haber finalizado compromisos materiales
variados, así, permanecen en el plano terreno en el vano
intento de concluir sus negocios. Intentan comunicarse
con los aun vivos,
sin notase que continúan vivos,
aunque sin acceso a los bienes terrenos que acaban de
dejar.
Existen situaciones más contundentes, donde el
recién-desencarnado desea venganza en nombre de alguna
falta cometida por los que aun permaneceran en el plano
material. Son casos más graves que pueden perdurar por
mucho tiempo, pues no basta que se reconocieran muertos,
para quien sabe, se apartaron naturalmente, precisan, de
modo igual, perdonar, tal vez la acción más difícil de
ser conseguida.
Expiaciones también provocan la permanencia del Espíritu
en estos sitios. Amargados por lo que hicieron, actos
atroces, torturas, crimenes variados, se imantan al
lugar, no obteniendo éxito en de allá comprensión, en
una mezcla de revuelta, remordimiento y melancolía.
Pasan a deambular sin rumbo por las dependencias del
inmueble, sea el de que tipo fuera.
Los suicidas también están sujetos a permanecer aprisionados a
sus domicilios. Tómese, como ejemplo, el caso descrito
por Yvonne Pereira cuando en una visita a un antiguo
chalét de Petrópolis. Por cuenta de su mediumnidad, en
la primera note allí pasada, captó ruídos en el suelo de
tarima, gritos, murmullos, gemidos y, deseosa en
comprender la situación, ya que los moradores jamás
acusaron cualquier incomodidad sobrenatural, después de
algunos días escuchando aquellos ruidos indeseados
viniendo del techo de la casa, en oración, percibe, por
la videncia, luego arriba en el sótano un hecho
insólito: había un Espíritu debatiéndose, prisionero,
sangrando, en función de haberse suicidado, por
cuestiones financieras, con un tiro en el corazón. Era
el antiguo constructor de la residencia. Instados a
esclarecer el pasado, los moradores informaron que el
antiguo propietario había cometido suicidio hacía diez
años. Yvonne dejó la residencia sin saber cierto el
desenlace del caso, pero ayudó al suicida en lo que
pudo.3
Y, por increible que parezca, hay Espíritus que se
ocupan en divertirse, al notar que los encarnados se
aterrorizan con sus tropelias. En este caso, se sugiere
a los habitantes dar la mínima atención posible a los
ruidos y apariciones, de modo que, sin platea, los inquilinos
de lo invisible se
retiren pacíficamente. Además, el juego del
vaso,
puede fácilmente evocar a uno de estos desocupados y
desorientados, pasando a partir de este momento, a
encantar el lugar.
¿Cuándo encantan?
Oportuno es informar que no hay hora ni día preferente.
Se pueden manifestar a cualquier momento. Es ilusorio
creer que prefieran aparecer a media noche. Este
entendimento se prende al pasado, cuando éramos mucho
más ignorantes y nuestro miedo era también acentuado por
cuenta de las leyendas y creencias en brujas y magos que
preferían actuar en la callada de la noche, pues a la
luz del día, si fuesen sorprendidos realizando sus
rituales, a veces macabros, eran prontamente conducidos
a las hogueras.
Además de eso, por la noche, nuestro imaginario crea, de
formas perfectamente normales, figuras diabólicas,
aterrorizándonos sobremanera. Es la imaginación
superexcitada.
El silencio de la noche también favorece la asociación
de ruidos normales, de algún estallar de madera, por
ejemplo, los golpes sobrenaturales.
¿Qué hacer?
Ahora, delante de tales informes, ¿cuál sería la mejor
actitud a tomar, si, por ventura, estuviésemos unidos a
un lugar encantado?
Ciertamente, exorcismos no serían las medidas más
acertadas, considerando lo que ya sabemos. Crucifijos,
palabras sacramentales, trazar cabalísticos en el suelo,
ninguno de estos artificios posee cualquier poder sobre
los Espíritos, hay incluso aquellos que se rien de estas
práticcas medievales. Cuando el exorcismo obtiene éxito,
no es por cuenta de los artefactos utilizados, si no en
función de la bondad que existe en el corazón del
llamado exorcista, en la forma como conduce la
conversación con el supuesto muerto,
y del merecimiento del encarnado, con todo, este lado
bueno, puede estar presente en cualquier persona que
podría, en tesis, realizar el esclarecimiento del fantasma,
induciéndolo a seguir adelante en su jornada evolutiva.
Y más, de modo general, el exorcismo pretende desalojar
al fantasma a
la fuerza, práctica no recomendada por la Doctrina
Espírita, pues el perturbador también es hijo de Dios,
él precisa ser esclarecido antes que ser echado del
lugar.
Caso el asedio de estos dichos fantasmas se
de por cuenta de una prueba para los residentes,
entonces se debe juntar paciencia como actitud necesaria,
de modo a dar tiempo
al tiempo y,
jamás blasfemar o irritarse, pruebas piden tranquilidad,
aceptación, resignación, actitudes blandas para vencer
estos desafíos que jamás ocurren por cuenta del acaso.
Lo que recomienda aun la Doctrina sería atraer buenos
Espíritus al lugar, por medio de oraciones y estudios
evangélicos para saturar el ambiente de buenos fluidos.
Lecturas en voz alta de pasajes contenidos en los
Evangelios son altamente eficaces. Estudios puramente
doctrinarios también ayudan, pues pueden esclarecer al fantasma a
reconocer a su propia condición de muerto-vivo.
Hacer siempre el bien y la práctica del Evangelio en
el Hogar, son medidas bien oportunas.
Podemos y debemos orar por los llamados muertos,
sin ninguna restricción, y, como sugestión, encontramos
en El evangelio
según el espiritismo,
ejemplos de oraciones a los Espíritus que estén
temporalmente habitando estos aterradores lugares.4
Conclusión
Las creencias populares reconocen haber lugares
malditos, perturbados por almas en pena, moradas de
fantasmas o seres sobrenaturales, entre tanto, después
de estas informaciones reveladas por la Doctrina
Espírita, debemos cambiar nuestro entendimiento, no
creyendo que haya algún fetichero o fetichera
maldiciendo el lugar, lanzado en el pasado por un
supuesto brujo o alguna fetichera.
Son manifestaciones naturales, están contempladas por el
orden de las cosas, pues aun estamos vinculados a un
mundo de pruebas y expiaciones.
Tal vez como prueba definitiva de que estos hechos están
dentro del orden divino, basta recordar que el Moderno
Espiritualismo Americano, que antecedió a la elaboración
de la Filosofía Espiritualista titulada Doctrina
Espírita, inicialmente presentada a la humanidad por
medio de El libro
de los espíritus,
tuvo su punto de partida a través de fenómenos fantasmagóricos ocurridos
en Nueva York, en el año de 1848, en el poblado de
Hydesville, Condado de Rochester, manifestaciones estas
provocadas por un muerto,
enterrado en el sótano de la residencia de los
proprietarios, la familia Fox.
Referências:
1 KARDEC,
Allan. O
livro dos médiuns.
Tradução Evandro Noleto Bezerra. 2. ed. 1. imp.
Brasília: FEB, 2013. item 132.
2 XAVIER,
Francisco C. Roteiro.
Pelo Espírito Emmanuel. 5. ed. Rio de Janeiro: FEB,
1980. O
Grande Educandário.
cap. 9.
3 Pereira,
Yvonne do A. Recordações
da mediunidade.
4 ed. Rio de Janeiro: FEB, 2008. Testemunho.
4 KARDEC,
Allan. O
evangelho segundo o espiritismo.
Tradução de Evandro Noleto Bezerra. Brasília: FEB, 2013.
cap. XXVIII, itens 15, 16 e 17, entre outros.