Especial

por José Lucas

Espiritismo sólo hay
uno, el de Kardec y ninguno más

Un día, oí esta frase dicha por un amigo mío: “Espiritismo sólo hay uno, el de Kardec y ninguno más”, que sería el slogan de una campaña electoral si la hubiese. La apunté y encontré la broma, pues además de graciosa es profunda, dispensando muchos comentarios.

El planeta Tierra pasa por momentos de tormenta física y moral.

Obviamente tal estado de cosas no podría dejar de afectar a los espíritas (adeptos de la idea espírita), particularmente aquellos menos vigilantes y menos en sintonía con la espiritualidad superior (“Vigilad y orad” – Jesús).

La estructura espírita dejada por Allan Kardec en 1857 es aun una criatura.

Pocos de nosotros, conseguimos adentrarnos con profundidad en sus conceptos existenciales.

Quedamos en la periferia de las opiniones desmañadas, apresuradas y sin buen sentido.

Dicen que el Espiritismo está atrasado, desfasado y aun ni lo entendieron, sintieron, apenas decoraron frases hechas, erguidas en títulos académicos referenciados, como si fuesen la asunción de la evolución intelectual y moral en la Tierra.

Si en 2.023 años aun no conseguimos entender el mensaje de éxito social de Jesús de Nazarét (hacer al prójimo lo que deseamos para nosotros), ¿cómo es que en 166 años de espiritismo queremos entenderlo, reformarlo y hacer un nuevo espiritismo?

 

No existe espiritismo de izquierda, de derecha, progresista, reformista, religioso, laico. Existe el espiritismo codificado por Allan Kardec


Vemos, con extrañeza, en Brasil, un grupo de personas que elaboró en audio, disponible en Youtube, el Nuevo Libro de los Espíritus, “actualizado” con preguntas y respuestas, de nuevos preguntadores y nuevos médiuns, pero muy secretamente y sin indicación de sus autores. Exprimiendo, encontramos el fruto de quien nada tiene para dar más allá de Kardec: ¡una mano de…nada!

Aun en Brasil, los espíritas, de modo invigilante, intentaron seguir a las Iglesias evangélicas y a IURD, en una disputa política en cuanto a las elecciones presidenciales.

Aparecieron espíritas de izquierda, espíritas de derechas, espíritas progresistas, espíritas reformistas y hasta espíritas antirracistas que se dieron el lujo de editar uno de los libros de Kardec, con el subtítulo “antirracista”, en un descalabro intelectual, así como de falta de buen sentido.

No existen espíritas de derechas ni de izquierda.

Existen, eso sí, personas de derecha, del centro político, de izquierda que, también, son seguidores de la idea espírita (dicen ellos).

La izquierda, la derecha y todos los subgrupos que se crean son partes del todo, son partidos, como las religiones y clubes de fútbol: están unos contra los otros.


La moral espírita se asienta en una idea entera, global, transversal a toda la Humanidad – las enseñanzas de Jesús de Nazarét – y como tal superan y en mucho cualquier idea partidaria que exista en el planeta


Cambiar lo más por lo menos es falta de buen sentido, fanatismo, falta de visión y un retroceso evolutivo doctrinario (coger en la idea original y adaptarla a nuestras idiosincrasias egoítas).

La Doctrina de los Espíritus es patrimonio de la Humanidad, no es pertenencia de adinerados o de grupos organizados, que se pretenden presentar como el clero o el papado espírita.

Eso nunca existirá en la idea espírita, pues todos los agrupamientos espíritas estarán sempre en igualdad de importancia y de responsabilidad, en un sistema en red y no piramidal.

Incluso así, la sed de poder (sin ningún poder), cual vicio del pasado, de las iglesias, en otras vidas, va apareciendo aquí y allí, en una presunción ridícula y penosa, delante del inmenso camino que tenemos que recorrer, con las manos dadas con la razón, el conocimiento, basados por la simplicidad y humildad.

Kardec refiere que el Espiritismo es progresista (tiene el compromiso con el progreso) pero eso nada tiene que ver con los partidos políticos, más o menos dichos progresistas.

Del fondo de nuestro psiquismo saltan chispas de nostalgias de las cofradias católicas y un deseo enorme de crearlas en el espiritismo.

¡No entendemos nada de lo que el Espiritismo tiene para dar a la Humanidad!

Por sí, por no, voy a releer “El Libro de los Espíritus” de Allan Kardec, el original y, en una postura espírita, voy a reestudiarlo.

Tal vez los “novedosos de servicio” puedan, quizá, hacer lo mismo, dejándose de surfear la ola de la falta de sentido que, cual presencia obsesiva, estaciona sobre la Humanidad.

Las Leyes de la Naturaleza son como son y no podremos huir a las mismas: “Nacer, morir, renacer aun, progresar sin cesar, tal es la Ley”, pero podemos, quizá, desperdiciar tiempo y comprometer el avance del espiritismo, con los personalismos y las modernisades a la minute, que estos tiempos de insanidad nos ofrecen.

La siembra es libre, pero la cosecha es obligatoria.

Yo voy a sembrar a Kardec, pues, más no sé...

 

José Lucas reside em Óbidos, Portugal.


 

Traducción:
Isabel Porras
isabelporras1@gmail.com

 
 

     
     

O Consolador
 Revista Semanal de Divulgação Espírita