Tema: Aprendiendo de las virtudes
Luana y Rex
Luana era una niña muy pobre que vivía con su madre y su
perro Rex en una sencilla casa de madera, cerca de un
bosque.
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Desde que era pequeña, estaba acostumbrada a
trabajar duro para ayudar a su madre. Luana se
despertaba temprano,
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ayudaba en la casa y caminaba mucho buscando
frutos silvestres. |
Al llegar a casa, ayudaba a su madre a hacer tartas de
fresa, pasteles de frambuesa y otras recetas deliciosas
para vender en la ciudad.
Aun así, no tenían dinero para casi nada. A veces, Luana
se quedaba molesta, porque su vida no era fácil. Soñaba
con poder vivir en una casa mejor, comprar ropa bonita,
probar comidas diferentes, salir de paseo...
Cuando se cansaba y comenzaba a quejarse, su madre
siempre la reprendía:
- Luana, no te quejes. Dios siempre está pendiente de
nosotras. Confiemos en Él y sigamos con nuestras vidas,
cumpliendo con nuestras obligaciones.
Luana creía en Dios y en las palabras de su madre. Por
eso, descansaba un poco, se calmaba y luego volvía al
trabajo.
Y así, realizando sus actividades todos los días, Luana
se convirtió en una joven fuerte, activa e inteligente,
pues sabía hacer de todo. Cuando hacía las ventas,
disfrutaba de la compañía de la gente, ya que en el
bosque pasaba muchas horas sola. Por eso, Luana siempre
era amable, jugaba con los niños y era educada con los
mayores.
Además, ella también era alegre. Le gustaba llevar a Rex
a pasear por el bosque mientras ella recogía las bayas.
Se divertía viéndolo olfatear e intentar encontrar otros
animales, e incluso nadaba con él en el riachuelo en las
tardes más cálidas..
Un día, Luana y Rex estaban en el bosque cuando apareció
a lo lejos un armadillo. Rex ladró y corrió tras el
animal, que se dio la vuelta y también corrió,
escondiéndose en medio del bosque.
Los dos desaparecieron en ese ajetreo. Luana fue tras
Rex y, después de buscar mucho, lo encontró cubierto de
tierra, cavando, sin descanso, un hoyo que ya era
profundo.
Pronto se dio cuenta de lo que había sucedido. El
armadillo, asustado, había corrido y entrado en su
agujero para protegerse y Rex, que era un perro grande,
al no poder entrar también, estaba cavando, tratando de
alcanzarlo.
- ¡Basta, Rex! ¡Detente! - dijo Luana, temerosa de que
Rex le hiciera daño al armadillo.
Pero el perro, entusiasmado con la cacería, no paraba de
cavar. Luana tuvo que acercarse a ese montículo de
tierra y tirar de él, regañándolo.
Al acercarse al hueco que se había formado, Luana vio un
pequeño cofre adentro, todo sucio, pero entero. Tenía
curiosidad por saber qué sería eso, enterrado allí en
medio del bosque. Ella, entonces, se agachó, terminó de
desenterrar el cofre y lo abrió.
¡Qué sorpresa se llevó! El cofre estaba lleno de joyas,
piedras preciosas y monedas
de oro. ¡Un verdadero tesoro!
Luana chilló de alegría y abrazó a Rex con tanta fuerza
que hasta el perro se dio cuenta de que había sucedido
algo muy importante. Luana saltaba tanto de entusiasmo
que Rex hasta se olvidó del armadillo.
Luana llevó el pequeño, pero pesado, cofre a su casa. Se
lo mostró a su mamá y las dos celebraron juntas.
Después de eso, sus vidas cambiaron. Compraron una casa
pequeña, pero muy bonita, en la ciudad. Abrieron una
pastelería, donde producían pasteles, tartas y otros
dulces maravillosos, que encantaban a los clientes.
También le compraron a
Rex una caseta de perro hermosa y espaciosa. Después de
todo, se lo merecía.
Muchas cosas cambiaron en sus vidas, porque empezaron a
tener dinero para pasear, vestirse bien, tener más
seguridad y comodidad. Pero algunas cosas
no.
La joven permaneció como antes, con las virtudes que
había aprendido en tiempos de escasez. Continuó
esforzándose, siendo trabajadora, inteligente. Y en el
trato con las personas, mantuvo la humildad, la
educación y el placer de conversar con los amigos y
clientes.
Luana no se dio cuenta e incluso se quejó algunas veces,
pero fueron esos tiempos difíciles los que le enseñaron
a ser la persona querida y admirada, que a todos
agradaba.
Por eso, Dios permite que tengamos dificultades. No es
fácil, ni agradable pasar por problemas, pero ellos nos
dan lecciones. Un día los problemas desaparecerán. Pero
los aprendizajes quedan y nos hacen mejores personas.
Traducción:
Carmen
Morante
carmen.morante9512@gmail.com
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