Tema: Autoestima, comparación
La brisa amiga
En el cielo, sobre una pequeña ciudad el interior, vivía
la brisa que era un vientecito débil, pero muy gentil.
Ella adoraba hacer su trayecto todos los días y, por
donde pasaba, dejaba su colaboración que era apreciada
por todos.
Temprano en la mañana, visitaba a las plantas en el
campo y les quitaba algunas hojas secas. Balanceaba las
flores, llevaba su perfume y cargaba las semillas, para
que se esparcieran y tuvieran más posibilidades de
brotar. Le encantaba hacer esto y podía ver que a las
plantas les gustaba.
Hacia el mediodía, la brisa iba al patio trasero de las
lavanderas. A ellas también les gustaba mucho. Cuando
ellas veían la ropa balanceándose en el tendedero, ¡les
parecía genial!
- ¡Ah que bueno! Hoy mi ropa se secará rápido. ¡Avanzará
mucho mi servicio! - decían.
Por la tarde, muchas veces iba a la cancha de fútbol y
allí encontraba a los muchachos acalorados, sudorosos,
corriendo detrás de la pelota. Entonces les soplaba en
la cara y los chicos se refrescaban un poco. Incluso
lograban jugar más tiempo cuando la brisa aparecía.
La brisa era así, débil, pero amiga de todos. También
era feliz, haciendo lo que podía hacer.
Pero, con el tiempo, la brisa conoció a otros vientos y
comenzó a compararse con ellos. Como brisa era pequeña,
admiraba el tamaño y la fuerza que tenían los demás.
Brisa empezó a pensar que no era tan buena. Pensó que
cualquier otro viento podría hacer lo que ella hacía,
con más eficiencia, y que las personas y las plantas
serían más felices con otro viento.
- ¡Imagina cómo ese ventarrón se llevaría las semillas
lejos! ¡Y secaría la ropa del tendedero dos veces más
rápido! ¡Refrescaría a los chicos como un ventilador! -
dijo ella con tristeza.
Los vientos se reunían en el cielo de vez en cuando y
conversaban. En una de esas conversaciones, brisa
escuchó hablar de un viento muy fuerte que se estaba
acercando, más fuerte que todos los que conocían. Era un
viento que soplaba en otras regiones, acostumbrado a
empujar veleros y levantar enormes olas en el mar.
El día que el viento fuerte llegó, fue la mayor
agitación en el cielo. Todo se oscureció, pues su fuerza
empujaba muchas nubes. Estas se acumularon tanto que
provocaron una lluvia tremenda.
El viento fuerte no tardó tiempo en soplar por allí,
pero todos notaron su paso. Después de que él se fue,
los vientos todavía hablaban de él.
- ¡Qué fuerza! ¡Qué habilidad tiene! Es increíble, nunca
había visto nada igual - comentaban.
Brisa también había quedado impresionada.
- Creo que ni siquiera notó mi presencia, pero estoy
segura de que nunca lo olvidaré. ¡Él es asombroso! -
habló la brisa.
Al día siguiente, brisa partió a sus actividades
habituales. Tenía curiosidad por escuchar los
comentarios sobre el paso del viento fuerte. Seguramente
todos estarían impresionados también. Pero, para
sorpresa de brisa, lo que encontró no fue exactamente lo
que esperaba.
Las plantas estaban devastadas, las flores, horribles y
destrozadas. No había ningún perfume para llevar. Las
plantas intentaban recuperarse de los violentos golpes
que habían sufrido.
El viento fuerte no había secado la ropa de las
lavanderas. Las habían recogido todas debido a la
lluvia, y la ropa que estaba en el tendedero había sido
tirada al suelo.
Los chicos no pudieron jugar con la pelota. El campo de
tierra, donde jugaban, todavía estaba empapado y lleno
de lodo.
Brisa se sintió desilusionada. Había admirado tanto la
fuerza de ese viento visitante. Pero ahora se daba
cuenta de que había dejado muchas cosas sucias o
destruidas.
Había deseado mucho ser más fuerte, pero ahora no estaba
segura de qué era mejor.
Fue así, confundida, que la brisa fue en busca de un
viento amigo, que movía molinos
y veletas. Él
tenía más experiencia, y le explicó:
— Brisa, cada uno de nosotros tiene un papel que
cumplir. El viento fuerte es importante. Él provoca
fuertes lluvias que empapan el suelo. Logra arrancar
ramas y árboles secos, renovando la naturaleza. Nosotros
no podemos hacer eso. Pero tu suavidad logra cosas que
él no puede hacer.
Después de la conversación, brisa agradeció a su amigo y
volvió a hacer sus tareas. Pero volvió mucho más ligera,
con alegría.
Se dio cuenta de que podía ser útil exactamente tal y
como era y que sus actividades, incluso siendo
sencillas, tenían mucho valor.
Traducción:
Carmen
Morante
carmen.morante9512@gmail.com
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