Espiritismo para
los niños

por Marcela Prada

 

Tema: Autoestima, comparación


La brisa amiga


En el cielo, sobre una pequeña ciudad el interior, vivía la brisa que era un vientecito débil, pero muy gentil. Ella adoraba hacer su trayecto todos los días y, por donde pasaba, dejaba su colaboración que era apreciada por todos.

Temprano en la mañana, visitaba a las plantas en el campo y les quitaba algunas hojas secas. Balanceaba las flores, llevaba su perfume y cargaba las semillas, para que se esparcieran y tuvieran más posibilidades de brotar. Le encantaba hacer esto y podía ver que a las plantas les gustaba.

Hacia el mediodía, la brisa iba al patio trasero de las lavanderas. A ellas también les gustaba mucho. Cuando ellas veían la ropa balanceándose en el tendedero, ¡les parecía genial!

- ¡Ah que bueno! Hoy mi ropa se secará rápido. ¡Avanzará mucho mi servicio! - decían.

Por la tarde, muchas veces iba a la cancha de fútbol y allí encontraba a los muchachos acalorados, sudorosos, corriendo detrás de la pelota. Entonces les soplaba en la cara y los chicos se refrescaban un poco. Incluso lograban jugar más tiempo cuando la brisa aparecía.

La brisa era así, débil, pero amiga de todos. También era feliz, haciendo lo que podía hacer.

Pero, con el tiempo, la brisa conoció a otros vientos y comenzó a compararse con ellos. Como brisa era pequeña, admiraba el tamaño y la fuerza que tenían los demás.

Brisa empezó a pensar que no era tan buena. Pensó que cualquier otro viento podría hacer lo que ella hacía, con más eficiencia, y que las personas y las plantas serían más felices con otro viento.

- ¡Imagina cómo ese ventarrón se llevaría las semillas lejos! ¡Y secaría la ropa del tendedero dos veces más rápido! ¡Refrescaría a los chicos como un ventilador! - dijo ella con tristeza.

Los vientos se reunían en el cielo de vez en cuando y conversaban. En una de esas conversaciones, brisa escuchó hablar de un viento muy fuerte que se estaba acercando, más fuerte que todos los que conocían. Era un viento que soplaba en otras regiones, acostumbrado a empujar veleros y levantar enormes olas en el mar.

El día que el viento fuerte llegó, fue la mayor agitación en el cielo. Todo se oscureció, pues su fuerza empujaba muchas nubes. Estas se acumularon tanto que provocaron una lluvia tremenda.

El viento fuerte no tardó tiempo en soplar por allí, pero todos notaron su paso. Después de que él se fue, los vientos todavía hablaban de él.

- ¡Qué fuerza! ¡Qué habilidad tiene! Es increíble, nunca había visto nada igual - comentaban.

Brisa también había quedado impresionada.

- Creo que ni siquiera notó mi presencia, pero estoy segura de que nunca lo olvidaré. ¡Él es asombroso! - habló la brisa.

Al día siguiente, brisa partió a sus actividades habituales. Tenía curiosidad por escuchar los comentarios sobre el paso del viento fuerte. Seguramente todos estarían impresionados también. Pero, para sorpresa de brisa, lo que encontró no fue exactamente lo que esperaba.

Las plantas estaban devastadas, las flores, horribles y destrozadas. No había ningún perfume para llevar. Las plantas intentaban recuperarse de los violentos golpes que habían sufrido.

El viento fuerte no había secado la ropa de las lavanderas. Las habían recogido todas debido a la lluvia, y la ropa que estaba en el tendedero había sido tirada al suelo.

Los chicos no pudieron jugar con la pelota. El campo de tierra, donde jugaban, todavía estaba empapado y lleno de lodo.

Brisa se sintió desilusionada. Había admirado tanto la fuerza de ese viento visitante. Pero ahora se daba cuenta de que había dejado muchas cosas sucias o destruidas.

Había deseado mucho ser más fuerte, pero ahora no estaba segura de qué era mejor.

Fue así, confundida, que la brisa fue en busca de un viento amigo, que movía molinos y veletas. Él tenía más experiencia, y le explicó:

— Brisa, cada uno de nosotros tiene un papel que cumplir. El viento fuerte es importante. Él provoca fuertes lluvias que empapan el suelo. Logra arrancar ramas y árboles secos, renovando la naturaleza. Nosotros no podemos hacer eso. Pero tu suavidad logra cosas que él no puede hacer.

Después de la conversación, brisa agradeció a su amigo y volvió a hacer sus tareas. Pero volvió mucho más ligera, con alegría.

Se dio cuenta de que podía ser útil exactamente tal y como era y que sus actividades, incluso siendo sencillas, tenían mucho valor.

 

Traducción:
Carmen Morante
carmen.morante9512@gmail.com


 


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