Tema: Disciplina con las palabras
Las palabras tienen poder
|
Desde muy pequeña, a Camila le gustaba hablar
mucho y con todo el mundo. Ella era extrovertida
y las personas se
|
divertían con sus divertidas historias. |
El problema es que no siempre lo que Camila contaba era
algo divertido o apropiado para el momento. A veces, no
estaba segura de que fuera verdad, pero estaba tan
acostumbrada a ir hablando de todo que, cuando se daba
cuenta, ya había hablado.
Muchas veces, eso se volvía un problema. Cuando Camila
estaba irritada, hablaba palabras agresivas en voz alta
y se quejaba tanto que su hermana también se irritaba y
las dos terminaban peleando.
Otras veces, cuando Camila estaba desanimada, se
olvidaba de las cosas buenas y solo hablaba de cosas
tristes. Eso hacía que ella se quedara cada vez más
abatida y demoraba mucho más en reanimarse.
Su mamá siempre conversaba con ella y le decía que
tuviera cuidado con sus palabras, pues ellas no
transmitían solo información sino también emociones. Por
eso, podían hacer bien o mal.
Camila vivía prometiendo a su mamá que tendría más
cuidado con lo que hablaba, pero también vivía
olvidándose de controlarse.
Un día, Camila volvió de la escuela habladora como
siempre, pero muy alterada. Contó que Aline, su mejor
amiga, había ido a la escuela con la mano vendada y un
cabestrillo alrededor del cuello para descansar el
brazo.
Aline también tenía el mismo hábito de hablar mucho y le
contó a Camila que se había caído con un vaso en la
mano. Narró con todo lujo de detalle sobre sus heridas,
los puntos que el médico tuvo que darle y el dolor que
ella pasó. Camila se quedó con el dolor de su amiga y
también muy impresionada, imaginando la escena.
Ella todavía parecía muy asustada cuando contó el triste
acontecimiento a su familia. Después, Camila incluso
pasó el resto del día temerosa, con miedo de caerse o
lastimarse gravemente algún día.
En medio de la noche, la mamá de Camila escuchó un grito
y, cuando llegó corriendo al cuarto de su hija, encontró
a la niña llorando.
- Mamá, ¡tuve una pesadilla horrible! Soñé que había
sufrido un accidente.
La mamá se quedó con ella hasta que Camila se calmó y
volvió a dormir. Y al día siguiente, tuvo una
conversación con la niña.
Camila ya había percibido cuán impresionada había
quedado con los comentarios del accidente de Aline y
finalmente se dio cuenta de cuán influenciables somos
por las palabras.
No es de extrañar que las personas acostumbren a decir
que las palabras tienen poder.
La pesadilla de Camila fue aterradora, pero con eso se
dio cuenta de que su mamá tenía razón y que ella debería
prestar más atención a las cosas que decía y cómo las
decía.
Con el pasar del tiempo, Camila aprendió a distribuir
palabras de alegría, gentileza, optimismo y cariño para
sí misma y las personas a su alrededor. También aprendió
a hablar solo lo necesario cuando estaba triste, con
miedo o enojada, de una manera que no aumentara sus
sentimientos ni los transmitiera a los demás.
Camila tardó un poco en lograr escoger mejor sus
palabras. ¡Pero dio resultado! ¡Y todo el mundo quedó
incluso más feliz!
Traducción:
Carmen
Morante
carmen.morante9512@gmail.com
Material de apoio para evangelizadores:
Clique para baixar:
Atividades
marcelapradacontato@gmail.com