Tema: Oración
La oración de Valentín
Valentín estaba muy triste. Su perrito Toby estaba
enfermo. Ya tenía doce años, que es una edad muy
avanzada para los perros. En los últimos días, solo
quería acostarse, comer muy poco y solo beber agua
cuando Valentín o su madre le traían el tazón.
Así que ese día, a primera hora de la mañana, el padre
de Valentín llevó a Toby al veterinario.
Valentín estaba viendo su caricatura favorita en la
televisión, cuando su madre entró en la habitación,
trayendo noticias:
- Papá llamó. El
veterinario dijo que Toby tendrá que ser hospitalizado,
porque está
muy débil y necesita cuidados especiales. Pero
va a estar bien cuidado, ¿está bien, querido?
Valentín estaba asustado. No quería estar lejos de su
pequeño amigo.
- Mamá, tengo miedo. No quiero que Toby muera —dijo él,
comenzando a llorar.
La madre abrazó al niño hasta que se calmó.
Cuando Valentín dejó de llorar, recordando la caricatura
que estaba viendo, dijo:
– Si encontrara la lámpara mágica y pudiera pedir tres
deseos, le pediría al genio que curara a Toby, que
volviera a ser un perro joven y que nunca más
envejeciera o enfermara.
- No tenemos la lámpara - dijo la mamá - pero podemos
pedirle ayuda a alguien muy poderoso. Podemos decir una
oración a Dios y pedirle ayuda.
- ¡Es cierto! - exclamó el chico, emocionado. ¡Oremos
a Dios para salvar a Toby!
Valentín y su mamá oraron juntos, conversando con Dios
de todo lo que estaba pasando y le pidieron su
protección para que Toby se recuperara.
Al final de la tarde llamó el veterinario diciendo que
podían ir a buscar a Toby, porque había pasado bien el
día. Había comido, estaba hidratado y había respondido
bien a los medicamentos.
Valentín fue a la clínica con su padre a recoger a su
perro. Toby, al verlos, movió la cola y se levantó,
caminando hacia ellos. Valentín estaba muy feliz de
encontrarlo y verlo en pie nuevamente.
El veterinario explicó que no había caminado antes
porque sentía dolor en la columna. Ahora
estaba libre de dolor, gracias a los medicamentos.
También explicó que sus dientes estaban desgastados y
por lo tanto Toby necesitaría comer
solo alimentos blandos a partir de ese momento. Y
dio una serie más de recomendaciones.
Cuando llegaron a casa, la madre de Valentín abrazó a
Toby y, después de ponerlo en su camita, llamó a
Valentín e hicieron otra oración, agradeciendo a Dios
porque todo estaba bien.
Todos estaban felices. Sin embargo, unos días después,
nuevamente Toby no quería levantarse. Valentín le llevó
la comida y el agua y se quedó acompañando a su amigo
durante mucho tiempo. Toby, a pesar de su debilidad,
parecía tranquilo y miraba a Valentín de vez en cuando,
devolviéndole el cariño.
Cuando llegó el momento, Valentín tuvo que arreglarse e
ir a la escuela. Cuando regresó al final de la tarde, su
madre le dio la noticia de que Toby había muerto.
Valentín se puso muy triste y empezó a llorar. Una vez
más su madre lo abrazó.
– Mamá, sería mejor si tuviéramos la lámpara de Aladino
de todos modos. De nada sirvió rezarle a Dios – dijo
Valentín sollozando. – ¡Pobre Toby!
La mamá esperó a que su hijo se calmara y luego le
habló.
Valentín tardó un poco en aceptar la separación de su
amigo. Solo más tarde, cuando creció, comprendió que
todas las oraciones sinceras, hechas con buenos
sentimientos, son escuchadas y atendidas por Dios.
Solo con el tiempo Valentín entendió que la naturaleza
tiene sus ciclos y que el perrito ya necesitaba dejar
ese cuerpo envejecido. Y pudo percibir que, a pesar de
haber muerto, Toby había recibido todo el amparo. No
había pasado hambre, ni sed, ni dolor. Y que también él
pudo sentir todo el cariño de Valentino por él.
El niño también comprendió que, como el genio en la
lámpara, Dios siempre nos responde, pero a diferencia de
él, Dios solo hace lo mejor para nosotros.
Pasó el tiempo y Valentín recibió otro perrito. Si era
Toby, en otro cuerpo, no lo sabemos, y no importa tanto.
Lo que importa es que también se hicieron grandes amigos.
Y la vida siguió adelante...
Traducción:
Carmen
Morante
carmen.morante9512@gmail.com
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